º10º

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Jimin

Mis pasos se arrastran con lentitud hasta la puerta principal, mis ojos soñolientos se esfuerzan por mantenerse abiertos y el bendito timbre no para de sonar. 

¿A quién rayos se le ocurre visitar de madrugada?

Una de mis manos toma el pomo de la puerta logrando abrirla, mientras con la otra tapo mi boca al bostezar. Frente a mí se encuentra Jungkook.

¡¿Jungkook?!

Abro bien mis ojos para confirmar que lo que veo no es alucinación y en efecto, no lo es. El pelinegro está parado frente a mí con su cara de "te lo advertí". Me tardo unos cuantos segundos escaneando su aspecto, no está vestido formal como estoy acostumbrado a verlo, ahora tiene puesto un conjunto negro deportivo que le sienta muy bien y su cabello no está peinado, incluso algunos mechones le caen por la frente. Se ve muy, muy atractivo.

—¿Qué... qué haces aquí? —pregunto estúpidamente.

Él se adentra a mi departamento, cierra la puerta y avanza hacia mí sin quitar sus ojos de los míos, por inercia retrocedo hasta que mi espalda choca contra una mesita decorativa, entonces quedo sin escape.

—Debes saber que conmigo no se juega —dice con un tono de voz más grueso mientras sus manos se posan en mi cintura pegándome por completo a su cuerpo— O tal vez ese era tu plan, ¿lo era?, dime Jimin, ¿querías que viniera?

Todo mi ser tiembla y por mi columna pasa una corriente eléctrica que me deja inmóvil, pero eso no es impedimento para que mis labios se entreabran cuando Jungkook presiona aún más su cuerpo contra el mío. Siento su respiración mentolada en mi rostro y solo puedo pensar en una cosa.

Quiero que me bese.

Sabía que no pasaría mucho tiempo para que este hombre terminara por quebrantar mi cordura y es que desde la primera vez la tensión entre nosotros fue notoria como si de una bomba de tiempo se tratase, una bomba de tiempo que está por estallar.

—No —susurro dubitativo porque ni yo mismo sé la respuesta a eso—. Pero me encanta que estés aquí.

Su mirada baja a mi labios mientras él muerde los suyos, es entonces que me armo de valentía y coloco mis manos alrededor de su cuello y lo atraigo tanto hacia mi rostro que nuestras narices chocan.

—Te voy a besar —dice. No respondo—. Puedes detenerme ahora si no quieres que lo haga —mantengo mi silencio—. ¿Por qué no dices nada?

—Porque tal vez desde que te vi entrar por esa puerta es lo único que he querido.

En menos de un segundo sus labios impactan contra los míos y mis dedos se enredan en su cabello, nuestras lenguas bailan al mismo ritmo como si estuvieran acostumbradas a hacerlo.

Creo que mi corazón podría salirse de mi pecho ahora mismo, son mil emociones embargando mi ser y estoy disfrutando este momento con intensidad. Sus manos bajan hacia mis muslos y por impulso salto enredando mis piernas en sus caderas. 

Esto no se siente como un acto solo físico, va más allá, lo sé porque la forma en que todo en mí quiere fundirse y unificarse con Jungkook.

Le quiero pertenecer.

No sé en qué momento hemos llegado al sofá, solo soy consciente de ello cuando Jungkook se sienta y me deja a horcajadas sobre él. El beso se torna más lento, más íntimo hasta que finalmente nos vemos obligados a separarnos por la falta de aire en nuestros pulmones. Nuestras frentes se mantienen pegadas y nuestras narices se siguen rozando, sus ojos oscuros me analizan y cuando el miedo empieza a crecer en mí, él sonríe, lo hace de una forma tan dulce que me contagia haciendo que imite su acción.

ⲯ﹍му σηℓу ℓσνє // кσσкмιη﹍ⲯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora