Volumen 3: Héroe de la fe Acto 2

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Al ingresar al edificio el joven Milfiore no puede evitar quedar maravillado, la arquitectura y la artesanía de sus alrededores le hicieron sentir como si hubiese viajado en el tiempo, al tiempo que le recordaron que ya no se encontraba en su propio mundo.

Tras subir algunas escaleras y pasar junto a muchos diáconos y obispos de la cede, finalmente el joven y el anciano llegaron a la oficina del decano, un lugar imponente y separado totalmente del exterior.

—Toma asiento —espeta el anciano quien solo procede a ver la ventana el campus —Dime, ¿quién eres en realidad?, ¿Y cuánto es lo que sabes?

—¿Cuánto se?, no se mucho, pero se muchas cosas importantes...

—¿Quién te hablo de mis ojos...?

Al escuchar esas palabras el joven Milfiore libera una ligera sonrisa...

Dentro de la novela del héroe de la Fe, el personaje del decano de la academia Lumiere es muy importante durante la primera mitad de la historia, puesto a que su pasado está firmemente conectado con el futuro de este mundo, y guarda uno de los objetos más poderosos de la obra.

—¿Me podría creer que nadie? — responde con una ligera risa —como le dije sé muy pocas cosas de este mundo, pero, se muchas cosas importantes, como el hecho de que posee los últimos ojos omniscientes de este mundo.

Al espetar esas palabras un aura imponente se hace sentir en la habitación, al tiempo que una profunda sed de sangre empieza a contaminar el rostro del anciano.

—Relájese, nadie más lo sabe, ni tampoco planeo decírselo a nadie —Aclama, ocasionando que el anciano se tranquilice —Ahora que está tranquilo, hablemos un poco.

—¿Hablar?, dime de una vez lo que quieres...

—Es que precisamente lo que quiero es hablar, hablar del presente, hablar del pasado..., hablar del futuro...

El anciano pudo notar la clara malicia en los ojos del joven, a diferencia del resto de personas de las dos naciones, el decano sabía que los gitanos rara vez son violentos hacia otros y solamente recurren a la violencia en situaciones extremas.

Con todo lo anterior mencionado, pudo deducir que aquel joven no era Aivián Dustholder, o por lo menos, sabía que quien estuviese dentro, debía ser otra persona.

—¿Qué tal si empezamos hablando del presente?, algo que lo haga sentir cómodo.

—No sé a qué quieres llegar, pero adelante... —Exclama el anciano.

—Bien, por la hora y la posición del sol, yo diría que muy al sur del país del sol, cerca de las montañas Cierra, hay una pequeña aldea, muy humilde con un aproximando de 28 quizás 29 habitantes, y no muy lejos de los límites de esa aldea, debería verse un roble de buen tamaño, con cientos de bellotas dispersas por el suelo...

—¿A dónde quieres llegar con esto?

—Perdón, creí que ya había quedado claro que ya se sobre sus ojos.

Los ojos omniscientes, dentro de la obra del héroe de la fe estos se mostraron casi al final de la primera mitad de la obra; según lo que cuenta el libro fueron esculpidos de fragmentos de hueso de la diosa y dispersos por todo el mundo.

Aquellos que posean estos ojos, tendrán una visión absoluta, de todo a su alrededor, en todas partes y en todo momento; no obstante, dado el inmenso poder y valor que tienen estos objetos, son muy codiciados y miles han muerto solo para obtener un par.

Tras siglos de guerra casi todos los ojos han sido destruidos o se han perdido en el tiempo, y los únicos ojos omniscientes visibles en toda la obra, son los del decano, siendo ese el motivo por el que el joven Milfiore no se ocultó, pues sabía que estaba siendo observado en todo momento.

El presagio de las flores (Hana no Zenchō)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora