Volumen 4: Ser temido Acto 2

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Días después...

En las profundidades de un callejón el joven Milfiore se vio rodeado por múltiples agentes remanentes del gremio de los tigres azules, quienes habían preparado una meticulosa emboscada. Algo que solo dibujo una sonrisa en el joven.

Antes de que Iván fuese capaz de desenvainar un arma, los atacantes del Tigre azul arremetieron contra él, algunos incluso dispuesto a usar piedras de invocación en plena luz de día, aun así, Iván solo tuvo que decir una palabra.

—"Suicídense..."

Con tan solo decir esa palabra la mitad de los agresores desviaron el filo de sus espadas en contra de sus gargantas, asesinando a más de la mitad en cuestión de un parpadeo, siendo los únicos supervivientes aquellos quienes no estaban empuñando un arma cortopunzante.

Sin tiempo que perder en los tejados un grupo de arqueros trato de acribillar al joven Milfiore, quien en respuesta...

—"No van a poder atinarme..."

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[Se ha activado la habilidad "Amo de las palabras"]

[Se ha activado la habilidad "Amo de las restricciones"]

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Tras esas palabras los arqueros dispararon, aun así, todos sus disparos sin excepción fallaron, algunos incluso matando por error a los pocos supervivientes, y tras el paso de dos minutos, sus flechas se agotaron.

—Bien... "Ahora salten"

Con sus palabras los arqueros no pudieron desobedecer, saltando del techo incapaces de saber la razón por la cual no podían desobedecerlo, hasta que al final, solamente quedo, uno.

Un joven de los tigres azules de no más de 13 años quien en sus manos sostiene una piedra de invocación; en su posición no sería difícil para el joven Milfiore matarlo u obligarlo a matarse.

Aun así, opto por no hacerlo...

En un rápido movimiento el Joven arranca la piedra de invocación de sus manos dirigiéndole así una mirada hostil...

—Piérdete... —Aclama obligando al muchacho a correr lejos.

Iván fácilmente hubiese podido rematarlo, pero necesitaba un testigo, alguien que llene de terror los corazones de los remanentes del tigre azul a lo largo del país del sol...

Con una sonrisa entre sus labios, la nostalgia empieza a inundar al joven, mientras rememora una escena similar de su pasado; docenas de hombres armados muertos o inconscientes en el suelo, y en medio de todos, una silueta quien con una sonrisa ahuyento a los supervivientes.

—"Diego Falcone está muerto y sus hombres se repliegan ¿No deberíamos seguirlos?" —Rememora el joven Milfiore.

—"No es necesario, en la guerra aquellos que huyen despavoridos por el miedo son trofeos más valiosos que una pila de cadáveres" —Clama la imponente figura —"Si matas a tu enemigo abras ganado una batalla, si ganas la guerra psicológica, ganaras todas las batallas incluso sin disparar un arma, después de hoy la mafia Falcone no regresará a estas calles, y mañana, el ducado entero será mio..."

—"¿El ducado?, sueñas en grande..." —Espeta el joven Milfiore con una sonrisa "—No puedo esperar a ver ese loco sueño tuyo volverse realidad..."

Con la muerte de Myr Iván había cortado la cabeza, y se aseguraría que el cuerpo no vuelva a levantarse.

—Probablemente te estarías riendo de mi ahora. —Murmura el joven, retirándose del lugar.

El presagio de las flores (Hana no Zenchō)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora