Volumen 2: Te encontré Acto 5

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Mas tarde esa noche...

Con la ayuda de Erse, Iván fue capaz de regresar los pasillos de la mansión a su estado original, al tiempo que guiaba a los trabajadores y músicos de la fiesta de regreso a sus aposentos, quienes se iban a quedar una noche más.

Por su parte Erse ayudo a Alda y a Mimy a llegar a sus respectivas moradas, notando como la segunda aún seguía alterada por todo lo que ocurrió en la fiesta.

Tras un par de vueltas por la mansión la joven sirvienta llego a la cocina donde no tardo en notar una torre de platos y calderos sucios que esperaban ser aseados, al igual que algunas porciones de comida en el fondo de las cacerolas.

Tras su episodio de fuertes nauseas de las cuales aún no se había recuperado totalmente, la joven había vaciado su estómago y sentía una profunda hambre.

Por lo que, y sin deseo de perjudicar a nadie, toma los sobrantes de la comida, reuniendo en un único plato las porciones de 3 personas.

Pese a sus constantes críticas, algo que Erse nunca confeso abiertamente es que había quedado totalmente obsesionada con la comida de su joven amo, en especial con aquella ensalada.

Una ensalada con miel y frutillas secas, un postre bastante común de Almah, el cual posee frutas del árbol Mero, una fruta que Erse comió mucho en su infancia, un sabor que le hace añorar momentáneamente el pasado.

Con un tenedor la joven toma una de las frutas de Mero y procede a llevarla a sus labios, pero antes de poder comer, Iván hace acto de presencia.

—Así que aquí te estabas escondiendo —espeta el joven.

—Joven amo, yo... no me estaba escondiendo...

Antes de poder terminar lo que iba a decir Iván con un rostro hostil empieza acercársele, llevando a que la joven retroceda hasta finalmente quedar acorralada en contra de un horno aun caliente.

—¿Joven...Amo...?

—Te voy a dar tres oportunidades para que me digas que fue lo que hiciste mal esta noche —Exclama el joven con un rostro hostil.

—Yo... ya sé que no estuve en la fiesta, sé que me necesitaba y...

—Error —Aclama acorralándola más contra el horno.

Erse podía sentir la rabia de Iván, ella sabía que de lo que estuviese hablando debía ser algo realmente malo, esta solo tuvo una idea de lo que podría ser...

—Esto es por lo que ocurrió con el maestro Enrique... no es así —aclama desviando la mirada con lastima —Realmente me quiero disculpar por esto, pero en mi posición no era capaz de negarme a su orden, si lo desea puede castigarme, pero era algo que no podía evitar.

En su mente la joven pesaba que la fuente del enojo de Iván nacía de su orgullo como hombre al ver como ella había sido tomada por alguien más, algo bastante primitivo de parte del joven...

—Error —Exclama acorralándola más, ocasionado que se queme levemente la cadera.

—Yo... yo... —espeta tratando de encontrar alguna respuesta, más en su mente solo pensaba en una cosa —¿Me disculpo por haber insultado su comida...?

Al escuchar esta respuesta Iván libera una tenue risa, risa que es seguida por la joven quien antes de que se dé cuenta siente como el joven la toma de la cabeza y empuja su rostro en contra del horno.

A su velocidad la joven no podía reaccionar y por la temperatura en la que estaba el horno, sabía que le quedaría una marca de por vida, pero al tocar la superficie, esta estaba fría.

El presagio de las flores (Hana no Zenchō)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora