Volumen 5: Presa y Cazador Acto 2

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Tras esas palabras el paladín no pierde un segundo y va a ver la situación, observando con temor como mas de 3 docenas de soldados yacen recostados en cama o en el suelo, todos con síntomas de dolor muscular o perdida del conocimiento.

—Esto es...

—Se lo dije capitán, si no lleva a estos hombres a un centro apropiadamente equipado, morirán en menos de una semana —Señala la mujer.

—Inaceptable, estos hombres no se irán de aquí —Reclama el cardenal —Capitán es una orden, deshágase de esta mujer.

—Su santidad, por favor le pido reconsiderar, Natasha Nimuei, es una guerrera diestra y una estratega reconocida por las dos naciones, incluso con el número mínimo de hombres si la tenemos de nuestro lado la victoria es segura.

—No podría decirlo esta vez —Clama la mujer —En términos de estrategia la persona tras de esta formación parece ser tanto o mas capaz que yo, sumando eso a que el se encuentra en un terreno conocido, yo no podría asegurar mi victoria.

Al escuchar esas palabras el paladín palideció, pero al mismo tiempo se sintió extrañamente aliviado, pues haber sido superado repetidas veces por un enemigo que incluso la mercenaria legendaria reconoce, no es motivo de sentir vergüenza.

—Ya la oíste, esta mujer inútil que tanto idolatras no es capaz de hacerlo, ahora deshazte de ella —exclama el cardenal.

—No es necesario, se bien donde está la salida —Clama la mujer.

Tras esas palabras Natasha se retira, permitiendo que el paladín y sus subordinados empiecen los preparativos para el asalto; al tiempo que la mujer sale del campamento reuniéndose con su grupo.

—¿Y cómo le fue líder? — pregunta un hombre joven con el sello del lobo en su hombro.

—Parece que harán oídos sordos a mis advertencias — responde la mujer.

—Es una pena, todos esos caballeros irán directamente hacia sus muertes, ¿realmente no hay nada que podamos hacer? — pregunta una persona cubierta en varias capaz de ropa quien por su voz se puede identificar que es una mujer.

—Como dicen los textos sagrados, "Quien proclama la tragedia estará exento de pecado"; no podemos hacer nada mas que advertirles, si de todos modos tomaran ese camino, no es nuestro problema, además, realmente no me quiero involucrar en esta guerra absurda...

—Se supone que nosotros somos los mercenarios, pero ni nosotros podemos hacer tan bien el papel de malos como la iglesia —Clama el joven antes de ser golpeado por un libro por otro de los mercenarios.

—No difames a la iglesia tan a la ligera, recuerda que nuestra líder es creyente — reclama un hombre fornido con cicatrices en el rostro.

—No se preocupen, la verdad es que no se equivoca —Señala la mujer en un tono tranquilo —Como parece que ya va a anochecer, porque no se adelantan a la próxima ciudad, yo me reuniré con ustedes luego.

—¿No viene con nosotros? — pregunta el hombre de las cicatrices.

—Tengo un asunto pendiente cerca de aquí, y siento que me moveré mejor si voy yo sola...

Tras esas palabras se logra evidenciar confusión en los mercenarios quienes tras unos minutos se tranquilizan y con una sonrisa la despiden.

Durante algunos minutos Natasha procede a verlos alejarse poco a poco, para posteriormente cambiar su mirada tranquila a una más seria, al tiempo que sujeta sus manos las cuales no dejaban de temblar.

—No tengo dudas, esta vez sé que estas aquí...Wilhelm —Clama la mujer desviando una expresión llena de hostilidad y sed de sangre hacia el bosque.

El presagio de las flores (Hana no Zenchō)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora