1. Sam.

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Abrí mis ojos. Todo se veía sereno, suave. Miré mi reloj y me di cuenta que eran las 6:30...

Me levanté de inmediato y corrí sin rumbo alguno.

«Esperen... Hoy es sábado. ¡Qué idiota! » Me insulté mentalmente.

Me devolví a mi habitación, pero en el camino vi a Troy quien ya estaba listo.

—¿A dónde vas? — Le pregunté, con el entrecejo fruncido.

—Pues al instituto, enana. — Mi boca se abrió exageradamente.

—¿No es sábado acaso?

—¿Qué? No — frunció su ceño. —. Estás loca, Marie. Es viernes.

Arranqué a correr por mi toalla para luego dirigirme a la ducha. Me bañé rápidamente y me vestí con lo primero que encontré en mi gran armario: un short no muy corto, una blusa suelta de color rojo y unos zapatos del mismo color de la blusa. Me hice una coleta alta y me puse un poco de labial y algo de rimel. Me dirigí luego al comedor para desayunar un poco de cereal. Mi hermano me esperaba en la puerta, así que corrí a lavarme los dientes para finalmente salir con el récord de mi vida: arreglarme en veinte minutos.

Al llegar al instituto, mi amiga Stella se encontraba sentada en las canchas de vóley esperándome. La vi y me dirigí hacia donde estaba. Troy se fue con sus amigos sexys. Me senté a su lado.

—Te ves linda, Marie, amiga mía, ese short te queda excelente y esa...

—Hola también para ti Stella. — La interrumpí. Ella rió a la vez que me envolvía con sus brazos.

—Debo contarte algo. — Me informó emocionada.

—De acuerdo. — dije, tras sentir el agarre de su mano en la mía.

Me haló hasta el gimnasio donde estaban los chicos.

—¿Ves a ese chico de allá? — señaló furtivamente un chico lindo y musculoso que acababa de entrar al gimnasio.

—Sí, ¿qué pasa con él?

—¡Me invitó a salir! — exclamó fuertemente.

—¿En serio?— abrí los ojos al máximo mientras ella asentía con su cabeza. —. Súper, amiga, te felicito.

Estaba aburrida. Bueno, mientras a mi amiga rubia le llovían pretendientes, yo seguía sola, esperando a que quizás aquel chico, que hacía unos años se había ido de mi vida, se dignara a regresar.

Tenía claro que lo mío no era el amor y, creer que tu vida se va lentamente a la basura... Bueno, era fácil, ¿no?

—Que se note que de verdad me felicitas, Marie — dijo ella, seguramente notando mi aburrimiento. —. Vamos, ¿qué clase te toca ahora? — Nos dirigimos a nuestros casilleros.

—Química, como todos los viernes. — respondí desanimada, besando el suelo con mis ojos.

—Relájate, saldremos de compras después del instituto, ¿sí? — trató de animarme.

—No lo sé... Necesito aprobar química.

—Anímate, Marie, la aprobarás. — dijo por último, dirigiéndose al salón que le correspondía.

Yo me quedé en mi casillero. Saqué mi cuaderno de química y mi libro.

Al entrar al salón, los libros lograron resbalarse de mis manos formando así un desorden de papeles. Me agaché, apenada, con el fin de recoger los papeles del suelo, pero al notar que alguien me ayudaba del otro lado, me detuve. Observé de quién se trataba. Era un chico... Muy apuesto; ojos azules profundos, piel canela y su cuerpo muy bien trabajado. Me observó de reojo. Sonreí nerviosamente al ver cómo quedamos juntos idiotizados, mirándonos uno al otro. 

Simplemente me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora