18. Resfriado y vestido.

1.5K 124 33
                                    


* * *

Abrí mis ojos y vi que Ann hablaba por celular con alguien. Me senté en la cama con una sonrisa en el rostro para ella. Mi prima me devolvió la sonrisa, por lo que pude notarla muy emocionada.

— ¡Sí, excelente! — Gritó fuerte, provocando que yo diera un pequeño salto del susto. — Adiós, besos. — Colgó la llamada mirando el celular con una sonrisa.

— ¿Con quién hablabas? — Pregunté notando su mar de felicidad.

— Con Leo. — Me miró a los ojos, esos ojos que no tardaron en brillar.

— Se nota que estas muy feliz... — Dije obvia.

— Sí, alístate que Sam y Leo vienen por nosotras en una hora. — Me interrumpió con una hermosa sonrisa en su rostro pero lo único que yo tenía para ella, era cara de confusión.

— ¿Para qué ellos van...

— Sólo alístate, mi tío salió junto con Angie. — Me interrumpió de nuevo.

— ¿Y Troy? — Le pregunté estirando mi cuerpo.

— Esta en su cuarto... No se ha levantado.

— Ah, y... No entiendo. ¿Qué vamos a hacer? — Seguia sin comprender.

— Marie, alístate, ellos... ¡Nos comprarán la ropa de la fiesta! — Exclamó emocionada.

— Oh... No recordaba la fiesta. — Dije sin ganas, con evidente sarcasmo.

— ¿No quieres ir? — Me preguntó mi prima, mientras abría el armario.

— Pues... — Un estornudo no me dejó responder.

— Ponte esta blusa. — Tiró una blusa roja a mi cama clavando su mirada en mis ojos. Yo estornudé de nuevo. — Marie... Estas resfriada.

— ¡Ah! Lamento que no podré ir... A la fiesta. — Hice una falsa expresión de tristeza mientras otro estornudo salía a la luz. Ann me fulminó con su mirada.

— Irás sí o sí.

* * *

— Vamos, los chicos no tardarán en llegar. — Me informó mi prima, pero yo solo seguía estornudando.

— Ann, no quiero ir... — Estornudé de nuevo y noté que mi voz empezaba a ponerse cada vez más gruesa.

— Marie — Se arrodilló— Te pido que vayas por favor... ¿Sí? — Mis risas de perro atragantado se empezaron a escuchar.

— Sí, iré, pero solo si me mejoro. De lo contrario, me quedo.

— Gracias, te amo prima hermosa. — Me abrazó pero mi estornudo la separó de inmediato.

— Tengo la nariz roja ¿verdad? — Le pregunto a Ann quien se queda observando por un tiempo mi nariz de una forma extraña.

— Tienes un... Ahí, tienes... Un moco. — Señaló mi nariz. Cogí mi pañuelo y me limpié.

— ¿Ya?

— Sí, ya está.

— Pero sigo teniendo la nariz roja... — Hice un puchero.

— Mírale el lado positivo a tu nariz.

— ¿Y cuál es? — Pregunté a lo que ella sonrió.

— Combina con tu blusa. —La puerta se escucha. — Han llegado.

— ¡Ay!... — Me quejé. Ann me agarró de la mano y me llevó hasta la puerta. La abrió.

— ¡Hey! — Saludó Leo con una sonrisa.

Simplemente me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora