El sol se mostraba radiante como siempre. Sam y yo, como según habíamos planeado, saldríamos a comer un helado con su hermana y después a caminar un poco en el parque. Me agradaba la propuesta y estaba realmente emocionada. Sin embargo, del dicho al hecho hay gran trecho, como se dice comúnmente. Resulta que Leo y los chicos planearon salir, algo como una tarde de amigos, por lo tanto dejé que Sam asistiera con ellos y aplazaríamos nuestra salida para otra ocasión.
Pero de igual forma, estaba ansiosa por hablar con Annie. Anteriormente, cuando ocurrió la discusión de Franco y Sam— y casi tragedia— , me topé con sus padres y hermana en el hospital. A penas pude verla y cambiar algunas palabras con ellos, pero quería pasar un rato con ella, me agradaban los niños y de seguro nos entenderíamos. Sam prometió llevarla a mi casa y luego volvía por ella cuando todo se hubiera acabado, es decir, cuando ya se hubieran "divertido" lo suficiente.
— Te amo, por favor, cuídala. — me pidió Sam, tras darme un beso en la frente.
La pequeña nos observaba, inocente, cubriendo su boca con su manita y escondiendo una risa. Se parecía mucho a Sam, aún más cuando sonreía, sin embargo, sus ojos eran grises, no azules como los de él.
— Claro, no te preocupes. También te amo. — pasé mis brazos por su cuello y luego procedí a besar sus labios.
Era tan tierno tener que besarlo una vez más. Me agradaba sentir sus labios, porque aquel contacto me hacía sentir segura.
— ¡Hay una niña presente y ustedes aquí besuqueándose! — gritó Ann, sorprendida detrás de nosotros y hechando a perder el hermoso momento.
Annie rio y sus ojos brillaron.
— Adiós, pórtate bien hermana. Si no lo haces, Marie te pega. — dijo Sam, observando la cara de su hermana quien parecía estar asustada.
— No es cierto. Sólo le pego a él, a nadie más.
Ann y Sam rieron, pero Annie seguía sin entender nada.
— Vete ya, te van a dejar los chicos. — volví a besarlo.
— Te debo ésta. — balbució.
— Más vale que me la pagues. — hundí mis dedos en sus labios.
— Solos los dos.
— Me gusta. — mordí mi labio inferior.
— Te va a encantar.
— Eso espero, amor.
Su mirada se iluminó.
Y volvió a besarme, ésta vez con más intensidad. Sam se despidió por última vez de su hermana y luego salió. Ahora debía convertirme en una niña, de esa forma quizás Annie lograba entretenerse.
— Bueno, Annie, ¿qué quieres hacer? — esbocé una sonrisa un tanto exagerada.
— Pueees...
— ¿Quieres jugar?— pregunté.
— Sí. — sus manitas se movieron ligeramente.
— Vale, ¿qué propones?
— Vamos al parque, quiero jugar en el resbaladero.
Atisbé dinero encima de la mesa, por lo que me acerqué corriendo y lo cogí de un tirón.
— De acuerdo.
* * *
— Me voy a marear.— dijo Ann, agarrándose la cabeza con ambas manos.
— Yo igual.
Sentía arcadas tremendas. Quería salir corriendo, pero estaba a cargo de Annie y ya nada podía hacer.
— Ya valí... — logré callar la siguiente palabra, pues bien, no quería que Annie la escuchara.
Estábamos en aquella rueda de parque, que gira y gira hasta que vomites todo lo que comiste en el día. Nunca me agradó aquel juego, pero fue tanta la insistencia y, además de todo los ojitos tiernos, que lograron convencerme. Y a mi prima también.
— Basta ya... — musitó Ann.
Ella tenía los ojos blancos y la cara pálida, mientras que Annie parecía disfrutar con cada giro que daba la rueda.
— Marie... — podría haber reído de no ser porque también estaba mareada y todo me daba vueltas.
— Annie, vamos a detenernos. — cerré mis ojos al sentir un leve dolor de cabeza.
Al haberse detenido el juego, me aseguré de que Annie bajara de él— cosa que me tomó bastante trabajo al no poder ver muy bien—, y luego intenté bajar con mi prima. Las vueltas parecían que no paraban de ninguna forma. Aún sentía que estaba en el juego. Mis piernas no resistieron y caí al suelo, con mi prima al lado. Sentí el cuerpo de Annie a mis espaldas.
— Espera un momento, Annie. — le dije.
Escuché risas a mi lado. Mi prima estaba riendo a todo pulmón.
— ¿Qué te causa gracia?— logré preguntar.
Agarré mi cabeza y la apreté con fuerza. Dolía demasiado y no aguantaba un rato más.
— Le... Le dijiste Annie a... A esa niña. — sus risas retumbaron en mis oídos.
Aún tenía los ojos cerrados y la cabeza entre las manos, aspirando el polvo que se había alborotado a causa de que estuviésemos allí sentadas.
— No te entiendo... —Y fue ahí donde el mundo se me vino a pique.
— ¡Mierda!— abrí los ojos de golpe. — ¿¡Dónde está!?
Busqué con mi mirada, difícilmente, entre los cuerpos de los niños que jugaban y reían como locos. No logré localizarla y ahora los nervios me estaban jugando una mala pasada. Ahora las risas de los niños me condenaban. Ahora sabía que estaba en problemas.
¿En qué momento se había ido? Es más, ¿de verdad la había perdido?
¿Había perdido a la hermana de mi novio?
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Mil besos. Los quiero.
Dani_Smith1.
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Simplemente me gustas.
Novela JuvenilMarie Johnson Smith es una chica que últimamente cree que no es capaz de dar amor, por experiencias anteriores que no fueron del todo buenas. Conocerá a un chico llamado Sam Smith que le hará saber que de nada sirve la vida si no aprendemos a amar...