29. Corazón roto.

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* * *

 — ¿Cómo te fue con Sam?— Preguntó Ann, quitando unos guantes de cocina de sus manos.

Suspiré.

— Supongo que bien...— Bajé mi cabeza.

— No hablaste con él, ¿verdad?

¡Por Dios, me conocía tan bien!

— No. — Respondí con sequedad, clavando mi mirada en el suelo.

Sentí que su mano pasó por mi espalda.

— No importa, después hablarán, ojalá todo fuera fácil, ¿no?— Recostó su cabeza en la mía.

— No, Ann. La vida fácil no tendría ningún sentido... Sería todo lindo y dulce.

Ann se levantó y agarró mis manos.

— Eso sonó muy del fondo— Señaló su corazón. —. Hablando de dulce, he preparado una deliciosa tarta de chocolate. Para ser más exactos, de Nutella.

Sonreí.

— ¡Tráela, Ann, rápido!

Quería con toda mi alma Nutella.

Ann puso la tarta en la mesa, explicándome que Troy y mis padres habían salido sin preguntar por mí, así que pensé por un momento que el mundo se había olvidado de mi existencia... O quizás solo mis padres.

— Veo que aun odias a Leo. — Dije, observando la tarta con cautela.

Ann se estremeció.

— ¿Qué? ¿Por qué lo dices?— Balbuceó mientras agarraba el cuchillo en sus manos.

— ¿Será porque la tarta dice "Te odio Leo"?— Pareció más una afirmación. Con sarcasmo, claro.

Y empezó a reír como foca epiléptica.

— ¿Dónde estabas?— Preguntó más calmada.

— Estaba donde mi ex. — Le dije, viendo cómo se atragantaba con un trozo de tarta.

Ella conocía a Daemon, el problema era que lo odiaba.

— ¿Qué hacías donde ese idiota?— Refunfuñó, apretando sus puños con fuerza.

Dejé de comer por un momento. No la miré a los ojos, a pesar de que sentía cómo buscaba mi mirada.

— Lo encontré en el camino. — Dije, estando cabizbaja aún.

— ¿Lo encontraste? ¿Y qué le dijiste? ¿Gracias por decirle a todo el mundo que me besaste? ¿Gracias por haber apare...

— ¡Ya, Ann!— La interrumpí, levantándome de la mesa. — Me insultas, no soy una perra.

La miré a los ojos, observando esa chispa de furia que me revolvía todo el cuerpo.

— Vale, lo siento. — Se disculpó. Suspiró y sentí menos tenso el ambiente.

— Aunque no me lo creas, yo le hice reclamo— La voz se me empezaba a quebrar. —... ¿Crees que no me sentí mal? Cuando creí que todo andaba bien... Puf, ocurre algo que lo arruina todo.

Una espesa lágrima escurrió por mi mejilla.

— ¡Esa desgraciada me insulto en medio de todos!— Señalé hacia un punto inexacto. — Me siento como una basura.

Me tendí en el suelo, observando hacia el techo.

Ann se sentó a mi lado.

— No, Marie. — Agarró mi mano. — Tú eres genial. Ella solo es una demente y traumada chica, que busca controlar la vida de los demás ya que no puede con la suya. Y no, no puedes dejar que ella logre su meta.

Simplemente me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora