Cuando la puerta se abrió por completo, sentí como mis piernas empezaban a temblar y mi corazón se aceleraba más y más mientras mi mirada buscaba a Sam.
— Entra, Marie. — Escuché la voz de mi prima a mis espaldas, mientras su mano me empujaba suave y lentamente. Mi cuerpo reaccionó de inmediato al ver a Sam recostado en la camilla con sus ojos abiertos como platos y su mirada fija en mí. — Te dejaremos sola.
— ¡Sam! — Mi voz retumbó en la habitación. No se cómo ni en qué momento sucedió, pero en cuestión de solo un segundo me encontraba abrazando con todas mis fuerzas a Sam.
— Marie... Gracias por venir, gracias. — Susurró en mi oído. Su cara volvió a ser la misma que vi el día en que mis cuadernos cayeron al suelo. — Me alegra tanto verte... ¿Estás bien? — Aún seguíamos abrazados.
— Claro que lo estoy, ¿por qué no he de estarlo? — Susurré en su oído mientras le daba un corto beso en la mejilla. — ¿Cómo te sientes?
— Yo estoy bien, tú me estabas preocupando.
— ¿Yo? — Retomé mi postura — ¿Por qué?
— Porque no sabía nada de ti, además, antes de que me subieran a la ambulancia te vi corriendo con lágrimas escurriendo en tu rostro. — Sus ojos expresaban sincera preocupación, pero alegría a la vez.
— Pues... Estaba preocupada por ti— Una sonrisa tímida se formó en mi rostro. — Ya sabes ¿no?, como amigos que somos.
— Bueno, eso ya no importa. — Logró entender que el tema me incomodaba. Lloré por él y eso era lógico.
— Y... ¿Franco que hacía acá? — Me crucé de brazos.
— Me estaba pidiendo disculpas... Él es mi amigo. — Me explicó arrepentido.
— Me parece muy bien de su parte... Ahora, ¿por qué lo empujaste así? — Me acerqué a él. — Recuerda que fuiste tú quien empezó la pelea.
— Sí, lo sé. No es necesario que me lo recuerdes. — Suspiró fuerte, bajando su mirada.
— Lo siento... — Tomé su mano, buscando su mirada.
— ¿No entiendes que lo hice por ti? — Logró mirarme a los ojos.
— Tienes razón. Discúlpame, no debería...
— No te preocupes, no tienes por qué pedirme perdón.
— ¿Sabes?, hace un momento me encontré con una pequeña y muy linda niña— Sam sonrió—, parecida a ti.
— ¿Ah, sí? — Yo asentí con la cabeza.
— Ahora conozco a la famosa Annie. Es muy linda.
— Igual al hermano. — Sonrió engreído.
— Sí, claro. — Comenté sarcástica a la vez que soltaba una pequeña risa.
— Toma, tienes que devolverle las chocolatinas a Sam. — Ann dejó en mis manos una chocolatina. Mis ojos se abrieron exageradamente. — Para ti Sam, ya vuelvo. — Es lo último que dice antes de salir. Pronto las risas de Sam se escucharon.
— ¿Puedo hacerte una pregunta algo incomoda? — Pregunté, mordiendo un poco del chocolate.
— Claro... Pero déjame un poco de eso. — Señaló la chocolatina.
— Oh, sí, yo te dejo un cuadrito. — Seguí comiendo. Las suaves risas de Sam me hicieron atragantar un poco. — La pregunta es... — Continúe. — ¿Por qué me defendiste de Franco? Ósea, sé que fue por la amistad, pero también sé que hay más que eso... ¿Verdad?
¿En serio preguntaste eso, Marie?
— Me descubriste... —Bromeó un poco. — La verdadera razón es... No entiendo, deberías estar agradecida por haberte defendido de un beso al cual no querías responder ¿no?
— Si, no estas entendiendo nada de lo que digo. — Di un fuerte suspiro. — Mi pregunta es; ¿por qué me defendiste así?
— ¿Dándole golpes a Franco?
— ¡Sí!, por fin lo entiendes...
—Será porque te quiero— Mis ojos se abrieron como platos a punto de romperse en mil pedazos. — Como amiga, claro.
¡¿Qué?!... ¡Mierda!
— Sí... Como amiga... — Dije compungida mordiendo la chocolatina y contando sus cuadros. La puerta se abrió de repente.
— Hey. — Saludó Troy— ¿Qué tal, Sam?, ¿ya tuvieron su momento romántico? — Sam rio.
— Aw, Sam. ¿Cómo estás? — Pregunta Ann, depositando un beso en la frente de Sam. — Estábamos muy preocupados por ti... Más que todo ella. — Me señaló con su dedo índice.
— Lo sé, gracias por haber venido. — Se escuchó agradecido.
— ¡Ah, Marie! — Exclamó Ann llamando mi atención. Dejé de contar los cuadritos para mirar a mi prima. — Te encanta contar chocolatinas ¿verdad? — Sam y Troy no dudaron en reír tan fuerte, que en segundos sentí como el calor subió a mis mejillas.
— ¿Qué te dicen los doctores, Sam? — Cambió de tema mi hermano.
— Que debo descansar por unos días más, no es nada grave, por mí me iría ya. — Clavó su mirada en mí.
— ¿Cuántos días? — Pregunté interesada.
— No sé... Unos dos días más... Creo.
— Ojalá salgas ya, nos harás mucha falta estos dos días. — Habló Ann con honestidad.
— Oigan, ¿qué hay de la fiesta de franco? ¿No es mañana? — Preguntó Troy, haciendo que fuera el foco de nuestra atención.
— Me dijo que la haría el viernes que viene, es festivo. — Respondió Sam.
— ¿Y tú irás? — Preguntó mi prima a Sam.
— Si salgo de aquí... No dudaré en ir. Después de todo, fue muy decente al disculparse.
— Tienes razón. — Dije, apartando mi mirada hacia un punto no muy lejano y dejando que el delicioso sabor del chocolate controlara mis sentidos.
— ¿No era para Sam la chocolatina? — Preguntó Troy a mi prima, enarcando una ceja y con total logicidad en su voz.
— Sí, pero sabes bien que con Marie no se puede compartir el chocolate y menos en cuadros. — Contestó con gracia mi prima y provocando que todos riéramos.
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Holaaa!!!
Gracias a todos por votar y comentar, me hacen muy feliz ;')
Recuerden seguir leyendo, tratare de subir los caps. Mas seguido para que no pierdan el hilo de la historia.
Los quiero
Dani_Smith1.
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Simplemente me gustas.
Roman pour AdolescentsMarie Johnson Smith es una chica que últimamente cree que no es capaz de dar amor, por experiencias anteriores que no fueron del todo buenas. Conocerá a un chico llamado Sam Smith que le hará saber que de nada sirve la vida si no aprendemos a amar...