Aquel ser estaba disfrutando de todo aquello.
- Aquí tenéis una prueba de lo que este monstruo ha hecho, ¡observad con vuestros propios ojos!
De repente, las pantallas del estadio se encienden, hay cuatro de ellas, y empiezan a pasar videos...videos de mi desde que me secuestraron con aproximadamente 3 o 5 años.
- "¡Yu!...Yu...ven...tengo miedo" – gritaba mi yo de cuatro años encerrada en aquella jaula. Tenía mi forma de yoko...había pasado tanto desde la última vez que tenía aquella forma que apenas la recordaba.
Esa pequeña...yo de pequeña...angustiada...pidiendo por Yu...¿Yu?...Es verdad, cuando éramos niños yo empecé a llamar Yu a mi hermano ya que no sabía pronunciar su nombre...de Kurama a Ku y a Yu...
Mi corazón late desbocado mientras las imágenes del pasado que deseaba enterrar resurgen en las pantallas del estadio. Mis momentos más oscuros, aquellos que creí haber dejado atrás, se proyectan cruelmente ante la mirada inquisitiva de la multitud. La humillación se mezcla con la indignación, y el brillo de mis ojos se empaña con la vergüenza.
Por mucho que intentaba escapar y romper aquellas pantallas, no podía, pues las manos de mi antiguo jefe siguen aferrándose a mí, como una garra que me mantiene atrapada en su control. Cada intento de escapar es respondido con un apretón más fuerte, recordándome mi vulnerabilidad en este momento desgarrador.
Las risas y los susurros burlones de la multitud resuenan en mis oídos, agrandando la sensación de exposición y debilidad. Cierro los puños con fuerza, luchando contra las lágrimas de frustración que amenazan con escapar. Mi mente, normalmente aguda y astuta, se nubla momentáneamente por la vergüenza.
El jefe sonríe con malicia mientras las imágenes se suceden en las pantallas, cada una más dolorosa que la anterior. Mi intento de resistencia se ve opacado por su control implacable. La multitud, en su mayoría desconcertada, alimenta la humillación con su reacción audiblemente negativa.
- ¡No! ¡Parad! – gritaba continuamente, pero nadie me hacía caso.
Ahora se ve una Yoko más grande, tal vez de 8 años. Esta vez me tenían esposada con los brazos abiertos a la pared. Ya no hablaba, no sentía. Tenía tantas marcas de golpes y heridas que perdía la cuenta. Mi pelo largo y blanco tapaba gran parte de ellas.
"- Eh, escoria, responde" – los guardias del video me molestaban – "Os lo dije, no sé que tanto valor tendrá este monstruo" – lo último lo dijo soltando un gran puñetazo en mi estómago haciéndome llorar.
El video seguía reproduciéndose. Yo no podía apartar la mirada de este...no podía estar pasando. ¿Por qué ahora? ¿Por qué yo?
Escuchaba mucho jaleo por parte de mis compañeros, pero no podía verlos, ya que me encontraba de espalda a ellos.
Las imágenes ahora cambiaron, tal vez tenía trece años o catorce, era más mayor. Estaba sucia, con más cicatrices y arañazos, y había más esposas. Cada vez les costaba más tenerme apresada. Mi mirada era oscura y estaba perdida en algún punto del suelo.
Los guardias volvieron a la jaula y la abrieron para a saber qué...pero no sería nada bueno.
Solo que esta vez yo era más fuerte...mis ojos estaban inyectados en sangre.
En cuestión de segundos, rompí aquellas esposas con mis brazos y ataqué a aquellos medio humanos despedazándolos por completo. Mi ropaje blanco, mi pelo blanco, mis orejas puntiagudas blancas...todo, todo estaba teñido de rojo. La rabia y el dolor me enloqueció por completo. No me reconocía a mi misma en aquel video.
La multitud exclamó asustada y horrorizada por las imágenes. Eso hizo que volvieran los gritos pidiendo que me asesinaran y que era un peligro para el mundo demoníaco.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
Mil gracias por el apoyo~
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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♡¡Hasta pronto!♡
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El chico del cabello rojo - Kurama hermano perdido | ✔️ TERMINADA
FanficKurama guarda un secreto. Lyna Guarda otro secreto. ¿Y si Kurama te oculta la verdad? ¿Y si todo es falso? ¿Y si tu especie en realidad....no existe? *Los personajes no son mios, todos los derechos son de su autor. ¡Muchas gracias por leer y coment...
