Mr. Caos

«21»

Feliz navidad y año nuevo 🥳

Minho y Juno pasaron horas caminando bajo la intensa lluvia e intentando no caer por el lodo, sus pasos eran lentos, temerosos, al menor ruido se agitaban mientras observaban todo a su alrededor. Nada, la nada los acompañaba en su travesía, no había cantos de pájaros, no vieron a ningún conejo saltar, sólo eran ellos en el inmenso bosque, tratando de huir de la muerte.

La suerte pareció sonreírles de una extraña forma, a unos metros, una pequeña cabaña resaltaba dentro de la maleza, el paso de los años se reflejaba en sus ventanas rotas, en el techo inclinado y en las grietas en la madera, parecía que en cualquier momento se vendría a bajo.

—No creo que haya más opciones —Dijo Minho dirigiéndose hacia ella.

El obediente Juno lo siguió, abrazándose a si mismo por la paranoia de ser observado, decir que tenía miedo era poco, la pisca de valentía que tuvo al principio se evaporó cuando Minho cayó al suelo por agotamiento. En cambió Lee estaba motivado, tenía que salir por su madre y su hermano, por Soonie quien se había quedado solo en su departamento, sobre todo por Han Jisung, quería hundirlo en la cárcel por el resto de su vida y que sufriera en aislamiento por todo el daño que le había provocado los últimos días.

La distancia se acortó y un fuerte olor rancio y picante llegó a ellos, Minho frunció el ceño sin detenerse, aún más motivado aceleró el pasó, los escalones crujieron con su peso, empujó la puerta con su mano haciendo la chirriar, el fétido olor golpeó su olfato, sus ojos ardieron, un líquido ácido subió y bajo por su garganta.

La tenue luz natural se colaba por las ventanas, camino en la habitación tapándose la nariz con su mano, todo estaba en orden, sin contar la cantidad de polvo en el lugar o las telarañas en el techo, no había basura en el suelo o animales merodiando, solo dos camastros cubiertos por mantas, llamo su atención el bulto encima de uno, la manta estaba impecable pero en el provenía ese espantoso olor.

Tragó saliva al dirigirse hacia el pie del camastro apartando la manta de un jalón, abrió los ojos de par a par y dejó caer aún lado su mano, el hedor lo mareo al instante.

—Es para ti, un regalo de despedida de este mundo.

Una voz ronca se escuchó en la habitación, pero Lee no podía moverse, su mirada estaba fija en el cuerpo encima del camastro, su pálida piel comenzaba a tornarse oscura, heridas de diferentes tamaños yacían en sus piernas, alrededor de ellas tenían sangre seca y un líquido rojizo se escurría debajo de la mujer, su abdomen estaba abierto hasta su garganta, dejando ver sus viseras repletas de gusanos devorando con ansias sus entrañas.

—Se retorcía y gritaba como un cerdo en el chiquero.

El castaño observo el rostro de la mujer, la última vez que la vió tenía una hermosa sonrisa, su cabello ondulado estaba rasurado, sus ojos color chocolate fueron arrancandos al igual que su lengua.