«37»

64 5 9
                                    

La Luna, rompe el cielo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La Luna, rompe el cielo

Marcando líneas entre las víctimas

Y lo que pronto se convertirá en presa

Paradox — Survive Said The Prophet


Jeongin bebió de su quinta taza de café. Llevaba horas en su ordenador revisando la información enviada por Seungmin. Suspiró y se frotó los ojos, tratando de recomponerse; la realidad estaba lejos de su visión original. No había pistas sobre Porcelain Dolls o Hwang Iseul. El malestar en el estómago apareció de nuevo. Seungmin estaba fuera de su protección; desde su llegada a Tailandia, había caminado por lugares sospechosos y, más de una vez, estuvo a punto de entrar en una pelea, pero era lo suficientemente astuto para salir antes de que ocurriera. Yang confiaba en él, pero no en sus enemigos.

Tenía que sobrevivir a su angustia durante dos días. Quería a su novio de vuelta, pero sin los resultados deseados, sus esfuerzos por descubrir ambos misterios serían en vano. Cubrió su rostro con las manos; las cosas se estaban saliendo de control. Su acto impulsivo de ocultarle cosas a Jisung no solo podría hundir a Chris. Se reclinó en su asiento, mirando el techo en busca de respuestas obvias.

—Debo contarle todo a Jisung.

La súbita penumbra, envuelta en silencio, se apoderó del lugar. Miró cada rincón en sombras, alerta de lo que pudiera hallar. No podía ser casualidad; su vecina no tocó su puerta para pedir ayuda y su móvil no tenía señal, ni siquiera el generador de reserva estaba activado. Jeongin sacó su arma del escritorio, dudoso, caminó hacia la puerta, sin hacer el mínimo ruido; conocía la posición de cada mueble y cuántos pasos debía dar para llegar a la sala o a la cocina. Su odisea comenzó: revisaría las habitaciones y se aseguraría de que nadie hubiera invadido su hogar.

Respiró profundo antes de entrar a la habitación de huéspedes; solo contaba con un par de muebles. Para su fortuna, la base de la cama tenía cajones, lo que eliminaba cualquier posibilidad de escondite. Siguió con la habitación principal; el perfume de Seungmin aún estaba en el aire. Cerró los ojos un instante, detallando cada gesto y espacio en el cuerpo de su novio; estaría bien, la situación actual se convertiría en una anécdota de risa, una donde su paranoia sería la protagonista. Su corazón obtuvo un breve descanso: ambos lugares despejados, sin riesgo alguno.

Su última parada le traería paz; se sentaría en su sillón favorito admirando los edificios hasta que se reconectara la corriente eléctrica. Despertaría a Seungmin con una llamada y le pediría que regresara. Continuó con la inspección, con las ideas claras. Han tenía que enterarse de tarde o temprano.

A unos pasos de su victoria, la esperanza lo abandonó; incapaz de mover un músculo, escuchó el ritmo de su corazón mientras cruzaba miradas con la personificación del caos, la mitad de su rostro iluminada por la luz exterior, la sonrisa ladina y el destello en sus ojos era lo único que necesitaba para saber lo que se avecinaba.

—Me encontraste, Innie. Se acabó el juego.

Jeongin salió de su trance, apuntó y quitó el seguro; su llegada era una confesión, lo único que necesitaba para terminar con la vida de Chris sin salir perjudicado, su vida dependía de la reacción correcta, podía esperar a que él atacará o hacer lo primero. Apretó el gatillo sonriendo. El disparo resonó en la habitación, acompañado de un grito desgarrador. Con los ojos húmedos y el dolor naciente en su hombro, soltó su arma vacía.

—Te creí más inteligente, incluso elaboré un plan contemplando todas las posibilidades —negó divertido, observando los gestos amargos de Jeongin—. Ven aquí... es momento de que hablemos.























Chris terminó de vendar la herida de Jeongin; necesitaba que resistiera la larga noche que les esperaba. Entre ambos, dejarían de existir las verdades a medias. Hizo dos tazas de café y tomó asiento. A pesar de su cuerpo desgastado, Yang aún lo desafiaba con la mirada.

—Me enteré de que Seungmin está en Tailandia, rondando por la zona roja, en busca de Iseul y nuestra tienda— Dijo Chris, degustando su bebida. —Esa mujer ha estado muerta hace años, lo único que queda es su nombre.

Jeongin odiaba ver la expresión de tranquilidad en Bang mientras lo ignoraba; estaba en desventaja en su propio hogar. Su garganta se contrajo y el líquido espeso descendió, aunque intentara pelear, perdería. Podría intentarlo o simplemente escuchar lo que su invitado no deseado quería decir.

—¿Eres el responsable? — Oscuridad cruzando en el rostro de Chris al escuchar la pregunta, confirmo sus sospechas.

—Su ambición la llevaba a anhelar cosas inalcanzables, lo que terminó por enfurecer al amo.

Las palabras de Bang le provocaron náuseas. Su tono sumiso y la mirada perdida lo hacían parecer una persona diferente. Jeongin se movió en el sillón, buscando una posición que aliviara la inquietud que lo invadía. Conectó las piezas restantes de la historia, y la revelación sacudió sus sentidos. Un destello de compasión hacia Chris cruzó su pecho.

—Hyujin tenía tres años y tú...

—Ocho. Solía llevarme a la casa de esa mujer, a escondidas de mis padres. Jinnie no lo recuerda, pero estuve ahí incluso antes de que le salieran los dientes. —Chris se inclino manteniendo el contacto visual con Yang —Iseul no es lo que crees; pasó de mesera en Paradox a convertirse en la gestante de un Han. Fue un error del que él se lamentó durante mucho tiempo. Nari ya no podía tener más hijos, esa mujer lo sabía, y aprovechando su oportunidad.

—Quería atentar contra Jisung, de ese modo Hyunjin sería el próximo líder, él se enteró y me pidió que me hiciera cargo. No podía negarme, también la odiaba. —Las venas en su rostro se marcaron, gracias a esa mujer se convirtió en lo que era. —Porcelain Dolls fue el negocio que ella forjo y su primer producto a la venta, lo tienes aquí.

Yang se quedó atónito, las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Jeongin no tenía forma de confirmar lo que había dicho Chris, pero su lenguaje corporal no mentía: su cuerpo estaba en guardia, irradiando odio. Aún podía ver el reflejo del dolor en sus ojos como si volviera al lugar donde todo inicio.

—El amo conservó el negocio; las ganancias son generosas, la influencia que obtenemos es considerable. Seongsu es uno de nuestros fieles clientes, estuvo a su disposición después de la muerte de mis padres. —Chris dio un sorbo a su café ya frío antes de seguir hablando. —Jisung no tiene idea de la tienda, así como no tiene idea de que Minho es inocente, pero eso ya lo sabias.

Jeongin bufó con ironía; aunque conocía la verdad, omitiría ese detalle ante Jisung. Minho se merecía todo lo que le sucedía; era su culpa que los hermanos Han se distanciaran y que Hyujin temblara en ocasiones. Minho había atacado a su mejor amigo y lo había lastimado, algo que jamás podría perdonarle. Chris se rió sin reservas; Jeongin era tan ciego e inocente a su manera. Lo que había mencionado era solo una fracción de lo que guardaba.

—Antes de revelarte el mayor misterio, necesito que me aclares un par de cosas —dijo con tono sardónico—. ¿Cómo conseguiste el diario de Minho?

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora