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Los angeles no mueren,
Se destruyen.

La sangre fluía por el suelo, manchando sus zapatos

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La sangre fluía por el suelo, manchando sus zapatos. En el centro de la habitación yacía un cuerpo que conocía perfectamente. Se llevó las manos a la boca para contener su grito de dolor, la leve esperanza de encontrarlo con vida se desvaneció al ver la herida en su pecho, justo en el corazón.

Llegó tarde, su promesa de protegerlo por encima de todo había sido quebrantada. El futuro que habían planeado juntos, lejos de la locura de la ciudad, se convertiría únicamente en un sueño a partir de ese momento.

Lo siento… —Entre sollozos, se arrodilló junto al cuerpo y murmuró —Perdóname, cariño.

Lo tomó entre sus brazos, inhalando su aroma, detallando el rostro que ya no volvería a sonreírle. Algunos pasos resonaron en la habitación, pero a él ya no le importaba quién era, estaba cerca podía sentirlo.

El metal tocó su cabeza, anhelando que la persona que lo sostenía lo llevara junto a su amado. Respiró profundamente para intentar calmar los temblores que recorrían todo su cuerpo, estaba dispuesto a aceptar que este sería su final. El disparo hizo eco en la habitación.

Su corazón latía rápidamente, sudaba frío y las lágrimas no paraban de caer. Buscó consuelo al lado de la cama donde se encontraba la causa de su pesadilla. Sin pensarlo dos veces, se aferró a su cintura y repartió besos en la espalda desnuda.

—Minnie déjame dormir —Gruño tratando de zafarse —Estoy cansado y me duele el cuerpo.

Seungmin lo ignoró lo último que necesitaba era soltarlo, se movió para colocarse sobre él, quería verlo, sentirlo, solo así se aseguraría que fue una pesadilla. Admiró la expresión arrugada en su rostro somnoliento.

—¿Estás bien? — Jeongin estaba preocupado por las lágrimas de su novio —Tuviste una pesadilla, ¿verdad?.

Seungmin inclinó su cabeza para depositar un beso en la frente de Jeongin y se recostó en su pecho. Allí, podía escuchar los latidos de su corazón mientras recibía suaves caricias.

No podía comprender cómo el sexo casual entre ellos se había convertido en amor. Tal vez era la mirada llena de destellos cuando lo miraba, las bromas ácidas entre ambos o la forma natural en la que podían estar juntos y comunicarse sin palabras. Ahora ya no importaba el cómo, solo que daría su vida por mantenerlo a salvo. Yang Jeongin le había robado el corazón y, aunque se lo devolviera, él no lo aceptaría.

—Fue terrible, pero estoy bien. Solo fue un sueño.

Las lágrimas dejaron de caer, pero el doloroso sentimiento seguía presente. Se repetía a sí mismo una y otra vez que solo había sido un sueño, hasta que finalmente logró conciliar el sueño.

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora