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Lee caminaba de un lado a otro como animal enjaulado, la ansiedad se apoderó de sus sistema, sus uñas eran un desastre y tenía grandes ojeras

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Lee caminaba de un lado a otro como animal enjaulado, la ansiedad se apoderó de sus sistema, sus uñas eran un desastre y tenía grandes ojeras. La visita nocturna de Chris lo dejo desecho, con unas inmensas ganas de cortarle las bolas y hacer que se las comiera.

Una cosa era encerrarlo y maltratarlo a él, otra muy diferente era involucrar a su madre y a su hermano. Era cierto Félix lo odiaba hasta el punto de preferir que estuviera muerto, pero su pequeño hermano ignoraba cosas muy importantes, que no estaba dispuesto a aclarar.

Desde la perspectiva del menor, Minho era un egoísta y desconsiderado, que abandonó a su familia, quien se regocijo con la muerte de su padre. El pequeño Félix jamás observo las marcas de golpes en Minho, los malos tratos de su padre y mucho menos las advertencias poco amables de no salir del closet.

“No eres normal entiende, las personas enfermas como tú, son una peste, pervirtiendo a niños, dañando el orden público con sus asquerosos acercamientos”

Decía su padre mientras lo obligaba a ver pornografía heterosexual.

“Te prefiero muerto, antes de que todo el mundo vea lo defectuoso que estás”

Fue lo último que le dijo antes de que huyera y jamás volviera a casa.

—Para mi fortuna, ya estás ardiendo en el infierno — Susurró mirando su reflejo en el espejo del tocador.

Su penitencia era ser la viva imagen de su progenitor, desde la forma de sus dedos de los pies, hasta su último cabello, Taeho amaba a su hijo, eso hasta que recibió las fotos de este, besándose con otro chico en una fiesta. Desde ese momento se volvió un monstruo, tratando de reparar a su hijo dañado.

Unos suaves golpes sonaron en la habitación haciéndolo salir de su transe, la puerta se deslizo sin esperar respuesta, dejando ver a un chico delgado, de baja estatura, su rostro aún tenía cierta grasa de bebé, sus cabellos negros eran lacios y caían en su frente, sin tapar sus lindos orbes oscuros.

—Buenos días, le e traído el desayuno — El jovencito cerró la puerta detrás de él — Me dijeron que le gustan las tostadas a la francesa con mermelada de arándanos, también traje jugo de naranja y café sin azúcar.

El castaño examino con cuidado al muchacho, parecía tímido, lo que le revolvió el estómago, fue el sutil parecido a su hermano.

—¿Cómo te llamas? — Artículo con voz tensa.

—Me llamo Juno — El jovencito hizo una exagerada reverencia— Como la película, algunas personas se confunden con el Idol, pero mi nombre empieza con J y no con Y, Tengo 17 y actualmente soy aprendiz para entrar a la organización.

El menor se enderezó regalando una brillante sonrisa, sus ojos se achinaron y en sus mejillas se marcaron dos hoyuelos. Lee apretó los puños a sus costados mientras apretaba la mandíbula con mucha fuerza.

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora