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Después de un vuelo de 12 horas sin contar el tiempo de espera en el aeropuerto, el azabache por fin se encontraba en Corea

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Después de un vuelo de 12 horas sin contar el tiempo de espera en el aeropuerto, el azabache por fin se encontraba en Corea.

En la salida del aeropuerto un auto negro lo esperaba, el chófer hizo una reverencia al verlo, le abrió la puerta y entro junto a Changbin.

El fortachon estaba curioso por conocer Seúl, su madre era coreana y siempre soñó con recorrer las calles de Seúl junto a ella y su hermana, gracias a Jisung muy pronto tendría a su familia con él. Changbin aún recordaba lo ingenuo que fue al querer asaltar al niño rico que caminaba sólo por los barrios bajos de Londres.

Un chico de baja estatura, delgado y de buen vestir no era nada convencional de ver por el barrio de Changbin, así que sin pensarlo mucho se acercó por detrás y coló una navaja en su cuello, aquel chico no reaccionó de la forma que esperaba, sujetó la navaja con su mano causándole una herida profunda, la sangre brotaba y mancho los zapatos del joven.

"Tendrás que pagarlos"

Su voz desinteresada alerto a Changbin, no había ni un indicio de dolor.

Trato de alejarse del joven pero este le tomo la muñeca apretándola con demasiada fuerza, se volteó dejando pasmado a Changbin.

Sus ojos eran dos témpanos de hielo, en su distracción Changbin recibió una patada en el estómago y un puñetazo con el mango de la navaja, abriéndole un poco el pómulo derecho.

Cuando yacía en el suelo, el joven lo sujetó de su abrigo y lo golpeó en el rostro hasta que quedó inconsciente. Después del incidente lo dejo tirado en la entrada del hospital.

Tenía la nariz rota, el labio inferior partido y moretones desagradables por todo el rostro. Su madre lloro al verlo, el chófer de aquél joven llegó un día después al hospital y le dijo que su jefe tenía un trabajo que le podría interesar.

Cuatro años después Changbin se volvió en el mercenario de Han Jisung, mató, torturó e hizo tratos muy turbios, pero no sé arrepentía de nada, Han podía ser amable cuando deseaba pero era la peor escoria cuando se trataba de ajustar cuentas.

Volviendo de su ensoñación miró a su jefe a su lado, aun era frío e inalcanzable, siempre examinando con la mirada a todas las personas que se le cruzaban el camino.

-¿Qué tanto miras? - Habló el azabache mientras revisaba su celular.

Changbin volteó hacia la ventana del auto para disimular.

-¿Qué hacemos en frente de una escuela? - Preguntó al caer en cuenta de los adolescentes en uniforme salir de un edificio muy lujoso.

-Tengo una reunión con alguien - El azabache no se molestó en dirigirle la mirada.

Changbin estaba escéptico de aquella reunión, antes de seguir indagando la puerta del auto fue abierta, un niño de cabello rosa, delgado y de tez blanca se tiró a los brazos de su jefe.

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora