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Minho y Jisung terminaron empapados, ninguno de los dos tenía alguna muda de ropa, sin pensarlo mucho se escabulleron hacia el club de teatro para tomar prestados algunos trajes, el castaño tomó el atuendo de un campesino y el azabache el de un pr...

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Minho y Jisung terminaron empapados, ninguno de los dos tenía alguna muda de ropa, sin pensarlo mucho se escabulleron hacia el club de teatro para tomar prestados algunos trajes, el castaño tomó el atuendo de un campesino y el azabache el de un príncipe, jugaron por un rato hasta que se tiraron al suelo.

Jisung accidentalmente había encontrado comida chatarra que algún miembro del club escondía entre la utilería, compartieron papás fritas y gaseosa de uva, las palabras fluyeron como si se conocieran de años. El castaño le contó sobre su pequeña familia de tres y el azabache se sorprendió cuando escuchó que su padre era inspector en la división de narcóticos de la policía en Seúl.

El padre de Eun y el señor Lee eran compañeros, su lazo de confianza los llevo incluso a salir de vacaciones con sus familias, convirtiendo a Eun en su mejor amigo desde el kínder.

El azabache se sintió incómodo al conocer ambos detalles, se limitó a sonreír y hablarle solo un poco de su vida, el castaño parecía complacido con cada cosa que decía, pero se enterneció cuando le contó que Chris vivía con el y sus habitaciones estaban a la par, el castaño arrugó el ceño pero no dijo nada.

Cuando se dieron cuenta de la hora, las clases habían terminado, cuidando que nadie los descubrieran salieron de los vestidores, Minho tomó la mano de Jisung para correr entre los pasillos vacíos, aunque su intención era no ser descubiertos no pudieron evitar reír mientras corrían por los pasillos.

Con las mejillas coloradas, protagonizando una escena poco común de un campesino llevándose a un príncipe, ambos llegaron al salón para recoger sus mochilas.

El castaño sonrió y sus ojos brillaron cuando vio a Jisung cargar su mochila, extendió su mano para que el azabache la tomara y salieron de la escuela.

Se despidieron en la entrada donde un auto negro esperaba al azabache.

Ese fue el principio de meses escondiéndose de un rizado muy sobreprotector y de un chico muy molesto.

El azabache pasaba horas en la biblioteca para poder estar con el castaño y almorzaban bajo las gradas entre risas y algunos roces inocentes.

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