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Jeongin cortaba la tercera manzana del día mientras veía el programa de variedades de las tres, justo en el momento en que Choi Minho iba a salir de la piscina con la camiseta blanca revelando sus músculos, el televisor se apagó

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Jeongin cortaba la tercera manzana del día mientras veía el programa de variedades de las tres, justo en el momento en que Choi Minho iba a salir de la piscina con la camiseta blanca revelando sus músculos, el televisor se apagó.

—¡Maldita sea! —Exclamó con ira, volteando hacia la izquierda.

—Veniste para cuidarme, no para ver tus novelas.

El indignado chico estaba a punto de lanzarle el resto de la manzana a la cabeza a su acompañante, si no fuera por el vendaje que la cubría. El menor respiró hondo y contó hasta diez.

—Querido Jinnie, en este preciso momento desearía que volvieras a tu maldito coma y me dejaras ver en paz al hombre más atractivo que mis ojos han visto esta semana —Apuntó con el cuchillo a Hyunjin, intentando hacer la mirada más amenazante que era capaz de hacer.

—Choi no es tan guapo como In Seok —Resopló con desdén —Me aburro si ves esas cosas, necesito compañía, no un idiota que solo sabe cortar manzanas.

Yang rodó los ojos y guardó el cuchillo. No podía negarle nada a Hyunjin, después de todo había pasado una semana esperando a que despertara día y noche. Ahora que ya estaba a salvo, estaba más que aliviado.

—Está bien, ¿sobre qué quieres hablar?

Hubo un silencio pesado que le hizo saber a Yang que esa conversación no sería fácil, sobre todo porque él no tenía las respuestas.

—¿Por qué no ha venido? —Hyunjin observó sus temblorosas manos, era una de las secuelas, no podía sostener un bolígrafo ni dar más de diez pasos. A pesar de tener todo en su contra, no concebía el hecho de que su hermano no había aparecido.

Yang lo observó y notó que se veía frágil y pequeño. Estaba más delgado y con el cabello rapado. Hyunjin ya no sonreía, solía mirar por la ventana esperando, siempre esperando algo que nunca llegaría.

—Tiene trabajo, la empresa es un desastre, llamó mientras dormías y me preguntó por ti, pronto estarás fuera de este horrible hospital y verás que todo volverá como antes.

—Estás mintiendo, nadie llamó—dijo apretando los puños—. Nunca duermo la siesta, porque sigo esperando a que él entre por esa maldita puerta—mordió su labio inferior, cansado de ser un iluso.

Jeongin intentó acercarse, pero fue rechazado con un manotazo. Ambos sabían que algo no iba bien en Jisung, pero ninguno podía identificar cuál era el problema.

—Jinnie…

—¡No! —Aventó la almohada hacia la pared. —Soy un fracaso, por eso él no ha venido; fallé en la primera misión en algo tan simple. No me imagino lo que pensará cuando vea que no puedo sostener un arma o caminar con normalidad. —Su rostro se volvió un desastre de lágrimas. —Debí haber muerto y no ser un estorbo.

Los sollozos se volvían cada vez más fuertes, pero su llanto quedó silenciado por el sonoro golpe en su mejilla. Jeongin estaba sobre él, sujetando sus hombros, con la mirada llena de furia volvió a golpearlo, esta vez en su pecho.

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora