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Kim Hayun era una joven de cabello castaño, alta y delgada, considerada una verdadera belleza en Corea. Hija de Kim Seongsu, un cirujano y dueño del hospital general de Seúl. Este hombre admirable había criado a sus dos hijos solo tras la muerte de su esposa. Era la princesa consentida de su padre, mientras que su hermano mayor era un joven brillante que seguiría los pasos de su padre en el campo de la medicina y en sus negocios.

—No te preocupes, cariño, iré —Él castaño observó a su hermana entrar en la casa de forma sospechosa. Terminó la llamada, se levantó del sillón y se acercó hacia ella. —¿Dónde estabas?

Hayun se sobresaltó al escuchar a su hermano, se volteó para mirarlo con una sonrisa en el rostro, no tenía miedo de nada. Pero al ver la seria expresión en el rostro de su hermano, sintió un escalofrío recorrer su piel. Seungmin siempre la había tratado con amor, nunca de manera fría y distante.

—Dios me asusté.

—Estabas con Felix, ¿verdad? —preguntó Seungmin mientras sujetaba el brazo de su hermana, quien lo miraba confundida— Ahora la relación que tenías con ese repugnante vago tendrá utilidad.

—¿De que hablas?

—¿Realmente crees que papá es tan tonto como para guardar ese folleto? ¿O que podrías encontrar información sobre el club sin ninguna ayuda? —Seungmin la soltó y paso a su lado —Siempre has sido tan ingenua y nunca creí que eso fuera útil, pero debo admitir que me equivoqué.

Hayun se quedó perpleja en medio del pasillo, sin poder articular palabra. Nunca antes se había preguntado cómo había sido tan sencillo obtener la información, ni si su padre tenía alguna relación con el club. Su única preocupación en ese momento era Félix y lo difícil que debía estar pasando, que no se tomó el tiempo para estudiar la situación. Mientras su hermano se colocaba la chaqueta para salir, Hayun se giró hacia él.

—Por cierto, no volverás a verlo. Si intentas contactarlo, lo sabré y las consecuencias no serán nada favorables para ninguno de los dos —Advirtió Seungmin antes de salir.

—¿Que le harán a Félix? —Hayun intento deternerlo —¡No te atrevas a hacerle daño!

Seungmin se dió la vuelta y miró a su hermana, por un instante sintió un atisbo de culpa en su interior. Odiaba ser el responsable de la angustia de su hermana, pero al mismo tiempo le repugnaba la idea de que ella protegiera tanto a un chico de clase baja. Seungmin sentía que Lee Felix debía desaparecer de la vida de su hermanita.

—No está en mi poder decidir eso.




Félix condujo un auto de alquiler hacia la dirección proporcionada por Hayun, un hotel en las afueras de la ciudad llamado Five Star, un nombre que en su opinión sonaba un tanto arrogante. El edificio tenía tres pisos, pero según la información que tenía, era difícil acceder ya que lo importante no era lo que se encontraba en esos pisos, sino lo que estaba debajo. Paradox, el lugar donde se habían tomado las fotos de Minho.

Apretó con fuerza el volante para contener su rabia. No le importaba cómo, pero debía entrar. Estacionó el auto a unos metros y caminó hasta el lugar. Una fila de autos lujosos estaba en la entrada, siendo recibidos por el valet. Con sumo cuidado se deslizó hasta la parte trasera, confiando en que allí encontraría un acceso para empleados.

Antes de siquiera encontrar la entrada, recibió un golpe en la cabeza. Su cráneo chocó contra el suelo y una línea de sangre comenzó a deslizarse por su ceja. Desorientado, levantó la mirada y vio a un hombre robusto con una máscara que lo levantó del suelo para ponerle una bolsa en la cabeza y llevarlo sobre su hombro. A pesar de sus intentos por luchar y gritar, todo fue en vano.







Jisung estaba viendo el espectáculo de Cory, la nueva estrella de Paradox. Perdió la cuenta de la cantidad de personas que intentaron reemplazar a Bunny, pero ninguna pudo igualar la belleza y el talento que Minho tenía en el escenario.

—No está mal, he visto peores —Jeongin dijo a su lado.

—Es terrible, lo sabes, es vulgar y se vendería por poco dinero— tomó un trago de su bebida —La quiero en la habitación tan pronto como termine, veré que tan buena es si resiste.

—Entendido —Asintió Jeogin.

Estuvo a punto de soltar una carcajada estruendosa, pero afortunadamente estaban en el palco privado. Últimamente, Jisung había adoptado una forma peculiar de deshacerse de las personas que querían el lugar de Bunny, y según Jeongin, nadie quería volver después del casting.

—Me pregunto a veces qué haces en esa habitación, limpio todo el desastre pero no logro imaginármelo —dijo, mientras sonreía infantilmente y se inclinaba hacia Jisung.

—¿Quieres verlo? —sugirió Han con coquetería.

La puerta fue tocada dos veces, y luego se abrió. Uno de los guardias enmascarados entró e hizo una reverencia antes de acercarse a ambos. El guardia se disculpó por interrumpir y les informó sobre la presencia de un intruso.

—Esta en la oficina, según su identificación se llama Lee Félix.

La bebida de Han quedó suspendida a medio camino, su sonrisa era tan perfecta que parecía digna de una fotografía. Sus ojos brillaron intensamente y una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo. Jeongin notó la mirada hambrienta del mayor, había encontrado un juguete nuevo.

—Quiero verlo —dijo Jisung.

—Me encargaré de esto. Lo llevaremos a la habitación V y podrás verlo a través del cristal —sugirió Jeongin.

Jisung lo miró indignado pero termino cediendo, sabía que no estaba en condiciones para sobrellevar la situación. Félix fue trasladado a la habitación v por órdenes del menor, antes de que entrara, Jeongin, se colocó la mascara de zorro. Por otra parte Han ya de encontraba apreciando la escena detrás del cristal.

Felix se encontraba sujeto a la silla, con un intenso dolor de cabeza y la sensación de que iba a vomitar en cualquier momento. Su temor se incrementó al ver a un extraño entrar por la puerta.

—Es descortés llegar a un lugar sin ser invitado —dijo Jeogin, levantando el rostro de Félix. —Dudo que estés aquí por trabajo.

—Vengo por mi hermano—Félix, sintiendo cómo la rabia incrementaba en él en ese momento. —Ustedes lo tienen.

—¿Tu hermano? ¿Y quién es tu hermano?

—Es Lee Minho, ¡no mientas, sé que está aquí! —Felix intentó levantarse de la silla, sin éxito.

—Por lo visto no eran muy cercanos —Contestó entre risas —Hace más de tres años que tu hermano dejó de trabajar para nosotros. No me sorprendería que el chico se haya suicidado.

—Tenía una gran deuda en el club, debía pagar facturas de hospital y una colegiatura de una escuela privada. Vivía como un mendigo y vendía su cuerpo por dinero. —Jeongin notó el cambio en Félix, quien había palidecido y tenía los ojos llorosos.

—Minho no es así, el no se daría por vencido —trato de replicar.

—Tu hermano estaba pasando por un mal momento...

—¡Ya es suficiente! —Gritó con todas sus fuerzas, sintiendo cómo la garganta se le rasgaba.

—Este no es el lugar para limpiar tu conciencia. Vete y no vuelvas, de lo contrario la próxima vez no saldrás ileso —Félix bajó la mirada, sintiéndose avergonzado de sí mismo.

—Minho está vivo lose —Dijo Félix entre lagrimas.

—Pierdes tu tiempo, comienza a buscar al fondo del rio Han, talvez lo encuentres ahí —Jeongin dio media vuelta y salió de la habitación.

Mr. Caos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora