— ¿Qué fue lo que pasó realmente? – fue el primero en hablar – No creo que solo estuvieras "cansada" – hace las comillas con sus dedos.
— Lo crees, pero no pasó nada – baje la mirada.
— No me puedes engañar – tomándola de la mandíbula para que lo mirara ojos – ¿Tan malo es?
— Es que es una larga historia – me abrazó a mi misma por el frío – ya es muy tarde.
— Nambre – muestra su pantalla – apenas son las diez, tenemos toda la noche.
Solo le iba a explicar lo que sucedió anoche y terminó contándole detalles de su vida que nadie más sabía, a excepción de Rivers y Roier.
— Chale, mi chica vape la pasó mal ayer – frotaba suavemente mi espalda – Pudiste haberme llamado.
— No quiero agobiar a los demás con mis problemas existenciales.
— ¡No agobias a nadie, chingada madre! – exclama – no importa cómo te sientas, feliz, triste, deprimida o lo que sea, solo cuéntamelo.
Alex tiene un buen corazón, las personas que lo rodean son muy afortunadas de tenerlo en sus vidas. A decir verdad, casi no tengo tantos amigos hombres por la razón de que no he logrado conectar con ellos.
— Gracias por tu comprensión – respondí. En el corto silencio se escuchó un rugido de tripa de mi parte.
Trágame tierra.
— ¿Cuanto tiempo llevas sin comer? – cuestiona.
— Ayer por la noche fue mi última comida.
— No puedes pasar tanto tiempo sin comer morra – se pasa las manos por la cara – nos vamos a escapar por un momento.
Me agarro la mano y me llevo hasta su auto. ¿Debería avisarle a mamá que me voy? Seguramente está muy ocupada con su prometido. Condujo hasta un puesto de tacos, pidió una orden y nos sentamos en una de las mesas que tenía el puesto.
— Mira, estos son al pastor – me acerca el plato de los tacos – come ya.
— ¿No es muy pesado comer esto tan tarde? – observó el plato.
— Toma ___ – agarra en una servilleta el taco – abre la boquita, uy este taquito quiere ser devorado – habla con un tono burlesco – anda, pruébalo.
Incline más mi cabeza y di un mordisco al taco, mi estomago me lo está agradeciendo.
— Está bueno – me tapó la boca mientras masticaba la comida – Muy bueno.
— La próxima vez te invito a mi casa, mi mamá sabe cocinar unos tacos que te mueres – dice – oye, trata de no ensuciarte – coge una servilleta y me limpia la comisura del labio.
— Me tratas peor que niña – le alejó la mano.
— Pues pareces una – sigue preparando los tacos con las salsas y el limón – más vale que te termines todo, llena tu estómago y vacía tu mente de esos feos pensamientos.
— Tengo sed – dije.
— Hay agua en el auto – se levanta – ahora vuelvo, no me tardo – se aleja.
— Su novio es muy atento con usted – me dice el señor del puesto – ya casi no existen muchachos así.
Me reí – ¿Usted cree? – regrese a ver por donde se fue.
— Sí, desde que llegaron, vi cómo le abría la puerta del auto, le daba de comer e incluso ahora fue a buscarle agua – hace una pausa – y al parecer tampoco quiere que se resfríe.
Volví a ver hacia dónde él miraba, venía Alex con el agua y una chamarra, qué rápido.
— El agua – deja la botella sobre la mesa – y ponte esto, hace un chingo de frío – me ayuda a ponerme la chamarra.
El señor tenía razón, Alex era muy atento, nunca estuve acostumbrada a esto, creo que ni mis ex parejas fueron así.