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Mientras desempacaba la última caja de ropa, me di cuenta de que aún tenía la sudadera y el calentador de Alex. Había planeado devolvérselos, pero con el paso del tiempo, olvidé hacerlo y ahora parecía que ya no era necesario.

Justo cuando terminé, el timbre sonó. Al abrir la puerta, me encontré con Alex, llegó más temprano de lo esperado.

— Viniste temprano — al ver a Alex.

Entra al departamento — Me entregaron la pizza a tiempo — me mira fijamente.

— ¿Qué pasa? — cuestione al ver que no dejaba de mirarme.

— No te hagas la desentendida — con una sonrisa ladina.

La castaña suspira, ya sabía a lo que se refería. Se acercó para darle un corto beso en los labios.

— ¿Feliz? — cuestione.

Alex y yo nos dirigimos al sofá, donde nos sentamos juntos para ir a comer, y también a aclarar algunos puntos.

— Me gustas..— confiesa.

Sus palabras me tomaron un poco por sorpresa, y sentí esas famosas mariposas revoloteando en mi estómago. Era como revivir esos momentos de emoción adolescente cuando te gustaba alguien.

— Es mutuo — respondí.

No pude evitar devolverle la sonrisa mientras sentía su mano acariciar la mía. Era un momento hermoso, pero la realidad se filtraba en mis pensamientos. Pronto recordé que Alex tenía que irse a Los Ángeles; solo serían unos meses, pero cuando estás esperando algo, el tiempo parece pasar demasiado lento.

— ¿Qué va a pasar ahora? — cuestione.

Alex pareció reflexionar por un momento antes de responder.

— Yo estoy dispuesto a intentarlo — dice Alex, con una expresión seria pero decidida — pero, entiendo si no te parece la idea. No quiero que te sientas en aprietos por esta decisión.

Me gusta su honestidad. Tomé un momento para reflexionar sobre sus palabras. ¿Realmente quería embarcarme en una relación a distancia? ¿Valdría la pena el esfuerzo y la espera?.

Mientras debatía internamente, me di cuenta de que estar con él me hacía feliz. A estas alturas, no me veía con nadie más. No es que dependiera de él, pero la verdad era que me sentía mejor a su lado. Las relaciones a distancia tenían mala fama, pero eso no significaba que tuviera que ser así en nuestro caso, ¿verdad? No quería lamentarme más adelante por no haberlo intentado con Alex.

— No me cuesta nada intentarlo — dije finalmente.

Vio un destello de alivio en los ojos de Alex, aunque también podía notar la lucha interna que enfrentaba. Ninguno de los dos quería separarse, pero sabían que esta era la realidad que debían enfrentar.

— Créeme que el tiempo pasará rápido, y cuando no nos demos cuenta... yo estaré aquí — mencionó Alex, tratando de infundir optimismo en la situación.

Se quedaron mirando el uno al otro por unos segundos, tratando de encontrar consuelo en la certeza de que, a pesar de la distancia, el vínculo seguiría siendo fuerte.

Alex, sintiendo una fuerte necesidad de sentir la cercanía de la chica, fue acercando lentamente su rostro al suyo. Notó que ella correspondía al gesto, moviéndose hacia él con la misma intensidad. Justo cuando estaban a punto de juntar sus labios en un beso, el teléfono sonó, interrumpiendo el momento mágico.

Ambos se separaron, frustrados por la interrupción, pero también sabiendo que era algo que debían atender.

— ¿Qué pasa mamá? — contestó el teléfono, notando la voz de su madre al otro lado de la línea.

¿Estás ocupada? – pregunta la mujer .

— Hmm... ahora estoy con Alex, pero ¿qué pasa? — respondí.

Oh... quería invitarte a almorzar, pero tranquila, ya llamaré a algún amigo — dijo su madre, sonando comprensiva.

— Está bien, mamá. Te veré mañana. Adiós.

Después de colgar el teléfono, volvimos a encontrarnos con las miradas.

— La pizza se está enfriando — dije.

Él se rió ante mi comentario y comimos mientras platicábamos, vimos una serie y así pasamos toda la tarde conviviendo.

Al día siguiente, fui a encontrarme con Roier y Osvaldo, ya que habíamos quedado en vernos para tomar algo.

— Entonces, ¿ustedes dos ya andan? — preguntó Osvaldo.

— Aww — Roier nos miró con ternura — Ya lo sabíamos desde la época antes de Cristo.

— ¿Cómo? — la castaña confundida miró a Alex y vio cómo este miraba a Roier con una expresión molesta.

— ¿Apoco nos has visto pegados a ti las 24 horas del día? — cuestiona Osvaldo.

— Hijos de la chingada, con ustedes no se puede tener un secreto — dijo Alex.

Entonces, ¿ya le gustaba desde antes? Esto es impactante, pero es mejor no sobre pensar tanto.

— Ya me quitaste a mi vato — me dice Roier.

— Más bien, él vino conmigo — entrelazo nuestras manos bajo la mesa con las de Alex.

— ¿Le cuento lo de la galleta? — pregunta Osvaldo.

— ¡No! — Alex ríe nervioso.

— Yo sí quiero saber — suelto la mano de Alex.

— Tengo un vídeo y todo — Roier saca su teléfono y comienza a buscar el vídeo.

Roier me muestra un vídeo donde él y Alex estaban sentados en el sofá. Roier le da una galleta en la boca a Alex, quien luego de morderla la gira para meter la otra esquina en su boca. Roier se acerca para morderla también, y desde esa perspectiva parece que se están besando.

— Luego de ese día, me enfermé por darle besos con pinches galletas — guarda el teléfono.

Regreso a ver a Alex, quien tenía una sonrisa nerviosa y se reía.

— Que gays — comenta Osvaldo.

— Ya no puedo ni confiar en mis amigos — digo mientras miro a Roier.

— Pero eso fue hace tiempo, en Brasil — explica Alex — Además, ni siquiera me besó, este güey estaba entre broma y broma todo el tiempo.

— No te hagas, si te me estabas insinuando — Roier comienza a reír.

— Ya — Osvaldo le hace una señal para que se calle — lo vas a dejar sin novia.

Roier no paraba de reírse mientras veía la cara molesta de Alex. La castaña lo tomó de las mejillas y le plantó un beso en los labios al de gorro.

— ¡Más respeto, aquí hay gente decente! — exclama Osvaldo.

— ¿Tú decente? — me burló — Si te has besado enfrente de mi con St....

— Okay, demasiada información — Roier me interrumpe.

Tarde pero aquí
estamos.

𝐕𝐚𝐩𝐞 𝐆𝐢𝐫𝐥 | 𝐐𝐮𝐚𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora