Toda la semana fue igual. Ir a la universidad, llegar a mi casa y dormir. Pero hoy quede con Rivers en ayudar a Ari con su mudanza. Llegamos antes de lo acordado, pero fue lo mejor porque el clima no está tan bueno que digamos.
— Ya le escribí – Rivers miraba su teléfono para escribirle a Ari – ahora baja a vernos.
— Es un bonito lugar – miro al rededor.
La zona era muy tranquila, aún no me he tenido la idea de independizarme, no me siento lista para dar ese paso. El elevador se abrió y pensamos que saldría Abi.
— Prefiero no decir nada – dice en voz baja Rivers y se coloca sus lentes oscuros.
Su amiga estaba helada, pálida, como si hubiese visto un muerto. Había tratado de evadirlo y cuando pensó que ya no lo volvería a ver..estaba muy equivocada.
— Debe ser mi día de suerte – habla el castaño y se acerca a abrazarme.
Yo ni siquiera reaccioné, solo sentí como Diego me envolvió entre sus brazos por un momento y me besó la mejilla antes de separarse.
— ¿Qué haces aquí? – preguntó Rivers con tono serio. Diego no era alguien de su agrado desde antes de que estuviera con su amiga.
— Vivo aquí – responde – ¿te vas a mudar? – mira a su ex.
— No, solo vine a ayudar a una amiga – trate de que no se note lo nerviosa que estaba.
Otra vez escuchamos el timbre del ascensor y esta vez si era Ari.
— Disculpen la tardanza – camina hacia nosotros – ¿Se conocen? – sonríe.
— Demasiado – Diego me mira – fuimos novios.
Hubo un corto silencio, pero Ari soltó una risa nerviosa. Rivers se fue sin decir nada hacia el ascensor y ella la acompañó, no sin antes despedirse de Diego. Yo iba a hacer lo mismo pero él se pone en frente mío, evitando que pase.
— Dame tu número, y así quedamos en donde quieras – desbloquea su teléfono.
— No quiero salir contigo, y tampoco esperes que te salude la próxima vez – trato de irme, pero me sostiene de los hombros.
— Hace mucho que no se de ti. Necesito que hablemos, por favor, me pone mal saber que me tienes odio.
— ¿Y no te sentiste mal cuando te veías con otra persona, estando conmigo? – cuestiona y lo empuja – no quiero que me vuelvas a hablar – avance hacia el ascensor y las chicas aún seguían esperándome.
Las puertas del ascensor se cerraron y ya no lo vi más. Estuvimos en silencio hasta llegar al departamento, era muy acogedor y tenía una bonita vista, increíble para una sola persona.
— Es amigo de Juan y pues me ayudo a conseguir este piso – nos cuenta Ari – perdón, no sabía que no estaban en malos términos.
— Ahí está la razón, no lo sabías, no hace falta que te disculpes – le doy un corto abrazo. Ella no tenía la culpa, tampoco sabíamos que esto iba a pasar.
— ¿Qué se siente ser alguien independiente? – Rivers cambia de tema.
— Bueno es la primera vez que viviré sola, ya traté de organizarme, aunque aún me preocupa el tema de la cocina.
— No está tan difícil – reviso la caja que contenía los instrumentos de cocina – para eso existen los tutoriales de YouTube.
Empezamos a acomodar las decoraciones del hogar, desempacar ropa, accesorios y demás. No fue tan pesado y las pláticas eran entretenidas. Cuando prendí mi teléfono estaba lleno de notificaciones, mensajes de mi madre, Roier, Rodrigo, Alex e Ivan.