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Un día más tratando de reorganizar mi vida. Decidí tomarme un tiempo del trabajo para hacer cosas nuevas, volver a estar bien y encontrar un nuevo propósito.

— Hija, voy a salir —anunció mamá—. Si tienes hambre, hay algo en el refrigerador.

— Gracias, mamá —respondí mientras me levantaba de la cama, aún medio dormida.

— Oye —dijo mientras observaba mi habitación—. ¿No crees que sería buena idea decorar un poco y darle vida a esta habitación?

— No pienso quedarme aquí mucho tiempo —repliqué.

— Ya lo sé, pero mientras estés aquí deberías sentirte cómoda. Dicen que la habitación es el lugar seguro de una persona; al menos podrías hacer eso.

— Lo consideraré.

— El centro comercial está cerca; puedes ir caminando —comentó mientras miraba su reloj—. Se me hace tarde. Nos vemos.

— Chao —me despedí con la mano.

Dije que no tenía intención de quedarme mucho tiempo en casa de mamá, pero aún no he buscado un departamento. Además, me quedan 5 días para entregar el antiguo departamento que compartía con Alex. Y hablando de eso, todavía hay cosas que he dejado allí, así que puedo aprovechar el tiempo para ir a recogerlas.

Me arreglé para salir, tomé mi bolsa y me dirigí a la parada del colectivo. No sé si es porque los niños ya volvieron a clases, pero las calles estaban bastante tranquilas. Mientras caminaba, noté que un auto blanco comenzó a seguirme. Al principio pensé que era una coincidencia, pero cuando yo reducía la marcha, el auto también lo hacía.

Al ver que el semáforo se puso en verde, crucé rápido. Siempre he pensado que las mañanas pueden ser más peligrosas que las noches. Justo cuando creí que ya había perdido al auto de vista, comenzó a sonar el claxon.

Dios, soy yo de nuevo..

— ¡Hey! — escuché detrás de mí.

Me detuve al escuchar esa voz y me giré para comprobar si era quien pensaba.

— ¡Basta! Aveces siento que de verdad me quieres matar — dije, llevándome una mano al pecho.

— Solo quería mostrarte el auto — respondió Iván con una sonrisa.

— ¿Alquilar un auto a dos días de irte? — lo miré con los brazos cruzados.

— No es mío, es de Juan. Me lo prestó — contestó—. Tremenda suerte que no se lo haya chocado. ¿A dónde ibas?

— A recoger unas cosas — mencioné.

— Te llevo — ofreció, haciéndome una seña para que subiera.

— Me viene bien, tengo que cargar algunas cosas — dije, mientras me acomodaba en el asiento del copiloto—. Llévame a mi antigua casa.

— ¿Ya se arreglaron? — preguntó con tono curioso.

— No seas tonto, solo voy a buscar mis cosas — le expliqué.

— O a revivir momentos — dijo burlón.

Lo ignoré y seguimos el camino en silencio. El trayecto fue rápido, y apenas llegamos, le pedí que me esperara. Hacía semanas que no venía, y se sentía raro estar allí, como si de alguna forma este lugar ya no fuera mi hogar. Los muebles se habían vendido; lo único que quedaba eran algunas camas.

Eché un vistazo a mi alrededor, sabiendo que sería la última vez que pisaría este lugar. Entré a lo que solía ser mi habitación y saqué del armario la ropa que había dejado. También encontré algunas cosas de Alex, pero esas eran su responsabilidad.

— Así que aquí estaba — murmuré al tomar entre mis manos el peluche del patito con gorro que compré el día del cumpleaños de Ari, un regalo que al final no le di a Alex —. Nuevo juguete para Tilín — dije, guardándolo en la caja.

— ¿Qué pasa con Tilín? — escuché una voz detrás de mí.

— ¡Alex! — exclamé, sobresaltada—. Ya van dos veces que me hacen esto, y hablo en serio, uno de estos días me van a internar por un paro.

— Perdón... — murmuró, algo incómodo—. ¿Qué haces aquí?

— ¿No es obvio? — señalé la caja.

— Sí, fue una pregunta tonta — asintió—. Solo vine a retirar mis cosas.

— Ya queda poco para entregar este piso — le recordé.

— Lo sé, por eso te voy a dejar mi llave — dijo, extendiéndome la llave.

— ¿Pretendes que yo haga todo?

— No creo que sea para tanto. Además, vas a ser la única que estará aquí en México, ¿no? — respondió mientras revisaba el cajón de la mesa de noche.

— Sí... ¿Acaso tú no? — pregunté, sin dejar de mirarlo.

Alex suspiró, sin decir nada, y continuó guardando sus cosas. Caminó hacia mí para tomar sus pertenencias del armario también.

No quería parecer interesada, pero, ¿por qué tanto misterio? Me apresuré a llenar mi caja. La situación era incómoda; aunque ya habíamos estado juntos en el parque, tener a Tilín con nosotros hacía que todo fuera menos tenso.

— Eso fue todo — murmuré.

Salí al salón y vi a Alex mirando su celular con una sonrisa. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que lo observaba.

— Me voy — dije, caminando hacia la puerta—. ¿Me dejarás la llave?

— ¿Tan rápido? — guardó su teléfono, sorprendido.

— Sí, ya no tengo nada más que hacer aquí — respondí, dejando la caja en el suelo.

— _____, ¿te sientes segura de todo esto? Quiero decir, ¿eres feliz? — se acercó, mirándome con seriedad.

— Claro que no, pero también pienso en mí. No voy a estar con alguien que se besó con otra chica, sobre todo cuando ya estábamos tan distantes... — respondí con firmeza.

— Solo quiero que entiendas que lo que viste no significó nada para mí — justificó—. Fue un acto tonto, causado por el alcohol y el coraje de verte tan... afectuosa con tu "amigo".

— A Roier lo abrazo así y nunca me has reclamado por eso — crucé los brazos, mirándolo fijamente.

— Pero nunca te gustó, ni lo has besado — contraatacó Alex.

— Sabes perfectamente que, después de lo que vi, pude haberlo besado también o cruzar la línea con Ivan, pero no soy vengativa como tú — lo desafié con la mirada.

— ¿Cómo estás tan segura de que no lo hiciste? — su expresión se tornó seria, casi desafiando mis palabras.

— Eres un inseguro, ese es tu problema — le arrebaté las llaves de la mano—. Yo me encargo de todo, no hace falta que vengas el día de la entrega.

Agarre la caja y me dirigí hacia la salida, sin mirar atrás.

— _____ — llamó de nuevo, y me detuve, volteando a verlo—. Me voy a Estados Unidos, tengo una razón para dejar que hagas todo el papeleo sola.

— Me parece bien, así evitaré encontrarte cada vez que salga — respondí con frialdad antes de salir rápidamente de ahí.

Mientras caminaba, la frustración y la confusión me invadían. ¿Por qué se va tan de repente? Ni siquiera parece importarle dejar todo este desastre atrás. Es de esas personas que prefieren huir en lugar de enfrentar sus problemas.

𝐕𝐚𝐩𝐞 𝐆𝐢𝐫𝐥 | 𝐐𝐮𝐚𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora