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— ¿Cómo que se va? — exclamó sorprendida Samy.

— Es lo que me dijo, aunque no sé si será algo temporal o definitivo — comenté mientras daba un sorbo a la lata de refresco.

— Voy a ver si alguien más lo sabe — dijo, sacando su teléfono.

— No — la detuve, tomando su mano antes de que pudiera escribir algo —. Pensarán que yo te envié a averiguar y quedaré como una chismosa.

— ¿Y no es así? — arqueó una ceja, burlona.

Le di un suave golpe en el brazo y dejó el teléfono de nuevo sobre la mesa, sonriendo.

— Oye, ya sé que es una simple maruchan, pero te quedan buenísimas — dije mientras revolvía los fideos con el tenedor.

— Las maruchans son mi especialidad — sonrió con orgullo.

El invierno se aproximaba. Hoy el cielo estaba completamente cubierto de nubes grises, y la lluvia no había parado desde la mañana. A mí me encantan estos días; no es que los soleados estén mal, pero el frío siempre me ha gustado más.

— ¿Te imaginas que Alex viaje hoy? — preguntó Samy, mirando por la ventana, pensativa —. Espero que no lo haga.

— No sería el mejor día para viajar — dije, justo antes de que un trueno retumbara con fuerza después de un relámpago.

— ¿Dejaste solo a mi sobrino? — preguntó de repente.

— Está con mi madre. Además, no es como los demás perros; no le teme a nada — respondí despreocupada.

El teléfono de Samy vibró con una notificación, y al leerla, su expresión cambió de inmediato. Parecía sorprendida.

— ¿Qué pasa? — pregunté, intrigada.

Dejó el teléfono en la mesa y suspiró.

— Pues parece que nuestro buen amigo se va de México... hoy mismo.

— Oh... pues que le vaya bien — dije con indiferencia.

Samy tomó su teléfono de nuevo y lo acercó hacia mí— ¿No vas a leerlo? — me dijo, tendiéndome el móvil.

Lo tomé y leí los mensajes en la pantalla.

"Me voy en una hora, ojalá deje de llover".
"Puedes decírselo a _____".
"Si es que estás con ella".
"Me tiene bloqueado".

Pero lo había desbloqueado hace una semana. Entonces, fue mi teléfono el que sonó; era un mensaje de mi mamá.

"Está lloviendo mucho."
"_____, dejé la puerta del patio abierta."
"¡El perro se puede escapar!"

— ¡Dios! — dejé el teléfono sobre la mesa y comencé a comer rápidamente.

— ¿Qué pasa? — preguntó Samy, viéndose confundida.

— Tengo que irme — respondí, ya dejando el tazón de maruchan a un lado —. Mamá dejó la puerta del patio abierta.

— Te llevo, está lloviendo demasiado — dijo mientras se levantaba y agarraba las llaves del coche.

Salimos corriendo sin pensar en ponernos zapatos. El tráfico en Monterrey era eterno, y con la lluvia, aún peor. Apenas llegamos, bajé corriendo del auto y fui directo al patio. La puerta trasera estaba abierta, y el suelo dentro de la casa estaba empapado. Cerré la puerta y entré rápidamente.

— ¿Tilín? — lo llamé, silbando por si me escuchaba.

Recorrí la casa, pero no había rastro de él.

𝐕𝐚𝐩𝐞 𝐆𝐢𝐫𝐥 | 𝐐𝐮𝐚𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora