Pasaron los días, y últimamente he estado inmersa en el trabajo. No sé en qué momento pasé de ir a fiestas, estudiar, pasar el día en casa de Samy y salir con amigos, a hacer llamadas, asistir a reuniones por Zoom y escribir frente a la computadora hasta que mi vista se cansa. Me gusta lo que hago, pero a veces me encantaría volver, aunque sea por un día, a mi vida anterior.
Justo entonces, recibí una videollamada de Ari, quien había prometido llamarme a esta hora.
— Hola tú — contesté, y vi que en la llamada también estaba Samy.
— ¿Me extrañaste? — preguntó Samy. Me quedé callada por un momento. — Te lo voy a repetir las veces que sea necesario.
— Yo sí te extraño, y no hace falta que me lo preguntes — respondió Abi.
— Pero esta perra se queda callada — dijo la rubia señalándome.
— Ya te estás tardando en conseguir algún departamento cerca de aquí, wey — dije mientras me acomodaba en el asiento.
— Si me ayudas con los gastos, con gusto voy — respondió sonriendo.
— Hace mucho que no hacemos algo las tres — comentó Ari mientras se miraba en un pequeño espejo y se maquillaba.
— Ustedes han estado muy juntas últimamente y ya ni me invitan — reclamo.
— Pero tú cancelas los planes, morra — le recordé.
— La última vez les dije que teníamos que hacer un viaje porque se acerca mi cumpleaños ni me contestaron — dijo cruzando los brazos.
— ¿Por qué no vamos a un antro? Hace mucho que no vamos a uno — propuso Ari mientras se pintaba las cejas.
— Sin cejas — dijo Samy, y ambas comenzamos a reír.
— Bien que te gusto así — dijo Ari en tono coqueto.
— ¿A poco? — pregunté.
— No te pongas celosa — dijo Samy de manera burlona.
— Es que le atrae tu masculinidad — comentó Ari riendo.
— ¡Enfóquense! — exclamé. — Es momento de retomar lo que hacíamos antes.
— Pero ustedes están tan ocupadas que ni siquiera pueden ponerse de acuerdo ahora — dijo Samy sarcástica.
— ¡Oigan! Se me olvidó decirles, mi hermana se va a casar pronto y las invito a un almuerzo. Claro, pueden venir Alex y Félix. Juan también estará — nos contó Ari.
— ¿La salida perfecta será el almuerzo de compromiso de tu hermana? — preguntó Samy con tono incrédulo.
— Es buffet libre — añadió Ari.
— Ahí estaré — confirmé.
Seguimos hablando un rato más, poniéndonos al corriente. Luego, salí al parque a pasear a Tilín y a despejar mi mente del trabajo. Alex había salido otra vez; no sé por qué, pero estos días ha estado algo distante. Aunque me siento tranquila, no creo que dure mucho.
Sentía el viento chocar con mi cara, haciendo que mi cabello volara hacia atrás. No había nadie en el parque; ya era tarde y los niños suelen estar en sus casas a esta hora. El silencio era casi absoluto, roto solo por el sonido de los autos y sus claxon.
— ¡Bu! — escuché de repente en mi oído.
Me sobresalté del susto, y hasta Tilín también lo hizo. ¿Qué hacía aquí Iván otra vez, con unos shorts negros y una playera de la selección Argentina?
No podía negar que le quedaba bien.
— Te encanta hacer eso — lo miré con reproche mientras él se reía.
— ¿Qué haces acá sola? — preguntó.
— ¿No es obvio? — levanté la correa de Tilín.
— Vos eres el famoso Tilín — se agachó para acariciarlo — casi matas del susto a tu dueña.
— No tanto como tú — murmuré — ¿Y a dónde ibas? — pregunté.
— Vengo del gimnasio — se levantó — mira, ¿no se nota? — me mostró su brazo.
Cuando hizo eso, una diminuta sonrisa se asomó inevitablemente por mis labios. Mierda, ____ deja de hacer estupideces.
— Bueno, fue bonito verte, pero ya nos vamos — me di la vuelta para irme con mi perro.
— Voy contigo — dijo, caminando a mi lado — es tarde y a Alex no le gustaría saber que su chica está sola por estas calles vacías.
A este chico solo le gusta ver el mundo arder.
Tratare de hacer que la trama
Vaya más deprisa, así que habrá
Saltos largos en el tiempo, no olviden
Votar gente.
