20. Sueños de infancia y realidades adultas.

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En el corazón de la aldea, Madara observaba con desconfianza desde las sombras, su lealtad cuestionada por su propio clan

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En el corazón de la aldea, Madara observaba con desconfianza desde las sombras, su lealtad cuestionada por su propio clan. Hikari, ahora vista como la nueva líder, enfrentando la responsabilidad de guiar a los Uchiha en un tiempo de cambio. En su búsqueda de equilibrio, se encontraba reconstruyendo la antigua amistad con Tobirama, un proceso lento pero significativo que agregaba una capa adicional de tensión en el tejido político.

Caminando por las calles adoquinadas, Hikari sentía el peso de las miradas que se posaban sobre ella. Los saludos amables de los habitantes de la aldea y las reverencias de su propio clan la hacían sentirse reconocida, pero la tensión en el aire resonaba como un eco constante. Entre el bullicio de la aldea, cada paso que daba resonaba con la responsabilidad que ahora recaía sobre sus hombros.

Los Uchiha, una vez unidos bajo el liderazgo de Madara, ahora miraban a Hikari como la nueva figura de autoridad. El desafío no solo estaba en forjar una alianza con los Senju, sino también en mantener la unidad dentro de su propio clan. Hikari, a pesar de sentirse feliz por la aceptación de los demás, no podía ignorar la brecha creciente entre ella y su hermano.

Hikari llegó a la casa del líder Senju y tocó la puerta. Después de unos momentos, la puerta se abrió revelando a Tobirama, quien la recibió con una mirada seria pero respetuosa.

—Hikari, Hashirama aún no ha regresado. Está fuera, manejando algunos asuntos. ¿Quieres esperarlo adentro?

Hikari asintió con gratitud y entró, siendo recibida por la cálida atmósfera de la residencia Senju. Mientras caminaba por el pasillo, Tobirama cerró la puerta y la siguió.

Tobirama se retiró a su despacho, un lugar lleno de pergaminos y documentos que reflejaban la complejidad de gobernar una aldea en tiempos de paz frágil. Hikari, movida por la curiosidad, lo siguió hasta la habitación, donde Tobirama se sumió de nuevo en su labor.

Hikari se acercó al escritorio del Senju y tomó un pergamino, observando detenidamente los símbolos y las notas que adornaban la hoja. Tobirama, alzando la mirada, notó la curiosidad en los ojos de Hikari.

—Estoy trabajando en los preparativos para fundar una academia ninja. Creo que es crucial para el futuro de la aldea.

Hikari sonrió ampliamente al escuchar la noticia, sintiendo el peso de la responsabilidad y la esperanza en cada palabra.

—Eso es maravilloso, Tobirama. Con una academia, los niños podrán ser simplemente eso, niños. No tendrán que preocuparse por la sombra de la guerra acechando sobre ellos.

Tobirama asintió, compartiendo la visión de Hikari para un futuro donde la nueva generación pudiera crecer en un entorno más seguro y lleno de oportunidades.

—Exacto, Hikari. Los hijos de los ninja podrán concentrarse en entrenar, pero sin la carga de tener que enfrentarse a la crueldad de la guerra. Quiero que sus vidas sean más que simplemente batallas y conflictos.

Amor en guerra. (Tobirama Senju Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora