01. La carga del clan.

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En las sombrías tierras de la guerra, el lema "los ninjas no lloran" resonaba como un eco constante

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En las sombrías tierras de la guerra, el lema "los ninjas no lloran" resonaba como un eco constante. Era un recordatorio cruel y necesario de la realidad de su existencia. Los ninjas nacían para morir peleando, y convertir a los hijos en ninjas desde una edad temprana se consideraba el más alto acto de amor paternal. El líder del clan Uchiha, el padre de Hikari, llevaba sobre sus hombros la pesada carga de la tradición y la guerra, y esa carga se transmitía a cada miembro de su familia.

Hikari, la hija del líder, había conocido la pérdida desde su más tierna infancia. Antes de Madara y de Izuna, había tenido cuatro hermanos que habían caído en la guerra. Para sus padres, la pérdida de un hijo no era motivo de lágrimas, sino una despedida solemne de un ninja más, un sacrificio en nombre del clan.

Madara, su hermano mayor, comprendía el peso del liderazgo y la responsabilidad que recaía sobre él. Aunque protegía a Hikari con ferocidad, no podía evitar que ella sintiera el peso de las expectativas. Izuna, el hermano menor, aún era un niño vulnerable, pero su mirada ya mostraba la determinación que definiría su futuro como un guerrero Uchiha.

En este oscuro contexto, Hikari se encontraba atrapada entre el amor de su familia y el deber impuesto por su linaje. Aunque la tristeza y la pérdida eran compañeras constantes en su vida, se esforzaba por ocultar sus emociones, siguiendo el mantra de que los ninjas no lloran. En su corazón, albergaba un deseo ardiente de cambiar el destino de su clan y proteger a los que amaba, pero también sabía que desafiar las tradiciones ancestrales sería una tarea monumental.

En cada entrenamiento, en cada batalla simulada, Hikari demostraba una valentía que iba más allá de su corta edad. Se esforzaba por convertirse en una guerrera poderosa, no solo para cumplir con las expectativas de su familia, sino también para ser capaz de proteger a aquellos que le importaban. A pesar de la dureza de su entrenamiento, su corazón seguía latiendo con la esperanza de encontrar una forma de cambiar el destino de su clan y liberarlos de la sombra de la guerra que los envolvía.

En medio del campo de batalla, donde la tierra estaba marcada por las huellas de innumerables conflictos, Hikari se enfrentaba a un desafío desgarrador. La pequeña niña, con los ojos del Sharingan brillando con determinación, se enfrentaba a los adultos del clan enemigo, los Senju. A pesar de su corta edad, su habilidad en el combate era asombrosa, una muestra de la destreza que había adquirido a través de años de entrenamiento y sacrificio.

A lo lejos, entre la marea de guerreros, podía ver a su hermano mayor, Madara, destacándose como el primogénito de Tajima Uchiha, el líder del clan. Madara, con su Sharingan encendido y su mirada feroz, demostraba ser un heredero digno del linaje Uchiha. Cada movimiento suyo estaba impregnado de confianza y determinación, liderando a los guerreros Uchiha con valentía y estrategia.

Hikari se encontraba rodeada por adversarios más grandes y experimentados, pero su valentía no conocía límites. Esquivaba golpes y contraatacaba con rapidez y precisión, aprovechando cada oportunidad para demostrar su destreza en el combate. Cada movimiento, cada golpe y cada bloqueo eran una manifestación de su entrenamiento arduo y su deseo de ser reconocida como una guerrera formidable por derecho propio, no solo como la hija del líder del clan.

Amor en guerra. (Tobirama Senju Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora