Después de la visita de Conway, no pudo evitar sentirse molesto e inquieto, nunca le había hablado de esa manera, pareciera que si se olvidó de el después de todo. No sabía cuántas horas habían pasado, estaba aburrido y hambriento, releyó una y otra vez la multa que le habían entregado, no sabía de dónde sacaría 700 dólares, ni trabajando un mes lograría pagarla, tenía tantas preocupaciones ahora que prefería pudrirse en la cárcel. Escucho pasos y rezo internamente para que no fuera Conway, se mantuvo recostado, atento a cualquier indicio de que fuese él.
—García, quedas libre por falta de pruebas.
No era él. Pero al menos había recibido una buena noticia, se paró de inmediato y noto que era el mismo oficial que le había golpeado, tenía el rostro mallugado de golpes y parches, sonrió internamente, quien haya sido el que lo dejo de esa manera, le debía una. Salió alegremente de la celda, volvieron al registro de sus antecedentes, le retiraron todos ya que cumplía con el estándar de gramos permitidos e incluso era menos, hicieron entrega de sus pertenencias y lo dejaron libre, aunque no le quitaron la multa si se la redujeron a 400 dólares, había conseguido librarse de Conway y esa cantidad si que podía conseguirla un poco más fácil.
Llamo a Horacio, pero al parecer seguía en la trena, porque en ningún momento atendió su llamada, maldijo y no tendría de otra más que regresar a casa y esperar a que el lo llamara. Rebuscó en sus bolsillos y no tenía ni un quinto.
—Joder, voy a tener que ir caminando.
Metió sus manos en las bolsas de su polera y comenzó a caminar hasta su hogar, mientras pensaba en todo lo ocurrido, se había encontrado con Conway, aún podía sentir el toque frío de su mano sobre su cara y no podía evitar sentirse un poco celoso de él la llevaba tan de puta madre, obtuvo un ascenso, seguramente estaría felizmente en una relación, con una casa propia y un sueldo asquerosamente bueno. Mientras el solo se había rodeado de literalmente mierda, drogándose cada que tenía oportunidad, durmiendo entre pestes y partiendose el cuello en un empleo de mierda.
Soltó un suspiro y levanto el rostro para que el aire golpeara su cara y relajara todo eso que sentía en su pecho y quería salir; escucho un auto detenerse a su lado y una voz conocida.
—Hola chiquito, ¿Cuando cobras?
—Hombre Emilio, ¿Y este coche?
—Me lo traje de México, ¿Te gusta?
Gustabo se acercó al vehículo y se recargo en el espacio de la puerta y el vidrio de la ventanilla bajada. Dejando descansar sus antebrazos. —No está nada mal, es mejor que el de tu hermano, que por cierto, por su puta culpa acabe en la trena y me metieron una multa.
Emilio soltó una carcajada. —Y el anda suelto por ahí, vengo de visitarlo, puedo darte dinero si me haces un favor.
—¿Estás generoso?
—Claro.
—¿Qué quieres que haga?
—No era broma cuando te pregunté cuando cobras.
—Emilio no seas guarro, ¿Me viste cara de zorra?
Hubo un silencio entre ellos, el moreno no se veía que estuviera bromeando, sabía cuando lo hacía. Lo pensó un poco, aquello era rebajarse demasiado, sé atrevía a vender a droga, pero vender su cuerpo era distinto; miro los movimientos de Emilio, el cual había sacado billetes de la guantera.
—Te doy 300 si me das una mamada.
Era más de lo que ganaba en el basurero, pero aún así no cubría la multa, si solo era una felación, no vendría mal, aún así estaba indeciso, soltó un suspiro y sabía que podía negarse, pero también necesitaba dinero ya que no había trabajado y probablemente le descontarían sueldo tanto a él como a Horacio, los gastos fuertes vendrían pronto con el tema de la renta y la comida, no siempre funcionaría su pico de oro.
—Que sean 600 y me llevas a mi casa.
—350 y te llevo a tu casa.
—550 y me llevas a mi casa, te invito a pasar y te hago la mamada ahí.
—500, te llevo a tu casa y en el trayecto puedes hacerla.
—Hecho.
Emilio sonrió victorioso, retirando el seguro de la puerta del copiloto, Gustabo entro de inmediato y cuando Emilio avanzo supo que tenía cumplir con su trato, el dueño del auto echo su asiento unos cuantos centímetros hacía atrás y subió las ventanillas polarizadas para que hubiera privacidad y no fueran vistos en el trayecto. El rubio se encargó de retirar el cinto y bajar la bragueta de los pantalones del contrario, miro disimuladamente hacía él y noto que estaba concentrado en el camino, agradeció ello y se encargó de estimular la hombría, soltó un suspiro y procedió a engullir el falo en su boca, escucho los jadeos roncos del otro y entendió que estaba haciendo un buen trabajo.
Se ayudo de su mano para crear un mejor vaivén, su cabeza se movía de arriba hacia abajo, el sonido de las succiones opaco el del motor, tuvo cuidado de no cargarla, no es que fuera inexperto, pero hacía mucho tiempo no realizaba ese tipo de cosas, ni siquiera el día de ayer con Horacio. Mantuvo su ritmo, acelerando un poco para que acabará todo eso de una buena vez, comenzaba a cansarse y ahogarse, podía sentir la mano de Emilio acariciar sus cabellos mientras gemía de placer que le otrogaba con su boca.
—. . . Será mejor que lo saques si no quieres tragartelo.
Gustabo entendió de inmediato y saco el miembro de su boca, tomando aire mientras limpiaba sus labios y desviaba la mirada, ni siquiera vio en qué momento el contrario se corrió. El auto se detuvo y ambos se arreglaron en silencio.
—¿Es aquí?
—Sí.
—Toma, 500 dólares, merecidos los tenías. ¿No has pensado en dedicarte a esto? En el vanilla conozco a alguien que contrata.—Mencionó mientras hacía entrega de los billetes.
Gustabo los tomo y lo miro con el seño fruncido.—Vete a la mierda, dile a tu hermano que me las pagará.
Emilio soltó una última carcajada y lo dejo ir. El rubio bajo rápidamente del auto, no quería verlo un segundo más, entro al edificio e ignoro a todos los que le habían dado las buenas tardes, se dirigió directo a su piso en dónde solo al entrar, fue directo al cuarto de baño en dónde lavo rápidamente su boca mientras se miraba en el reflejo del espejo, sus ojos azulados se llenaron de lágrimas, no podía creer lo que acaba de hacer, aunque Emilio fuera colega, se sentía sucio y lo que acababa de hacer solo demostraba que cada día estaba más hundido en la mierda, sin un poco de futuro en el que pensar y por el cual sobrevivir.
Enjuagó su boca una última vez y fue a su cama a descansar, contó los billetes y era la cantidad exacta acordada, al menos Emilio era de palabra. Tendría 100 dólares de sobra, podría usarlos para pagar renta y usar el resto para el autobús, seguramente Horacio tendría algo guardado y lo podrían usar para sobrellevar la semana, si es que lo dejaban suelto y no se quedaba meses allí.
Decidió dormir un poco, había sido un día bastante duro, desde el arresto, el encuentro con Conway, lo que pasó con Emilio, no quería recordar nada de eso para cuando despertara, aún sentía el dolor el su mejilla y ni se diga del terrible dolor de cabeza que aún tenía, no tenía ni ganas de levantarse a preparar algo de comer, se envolvió en sus mantas y cerro los ojos, intento dormir pero el inmenso dolor de cabeza no se lo permitía.
—Joder. . .
Se puso de pie y busco entre sus cosas un bote pequeño de pastillas, no eran precisamente medicamento, fuera droga o no, le ayudaba a dormir después de viajarse y sentirse contento por un buen rato, después caería rendido y no sabría nada hasta el próximo día. Trago en seco la píldora y se recostó, el efecto tardó, pero no tanto, estaba sumergido en un libido de éxtasis, que lo hizo flotar lentamente hasta provocarle risitas y mientras esas risitas se convertía en carcajadas, no pudo evitar llorar en su poca pizca de conciencia, el efecto duraría un poco más y después de ello, tendría su merecido descanso.
Remin
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Amantes | Intenabo | FINALIZADA
Fanfiction-Las promesas se rompen, ¿A qué si? Gustabo y Conway se reencuentran después de años, sus vidas habían cambiado, una mejor que la otra, pero nunca el amor que alguna vez se tuvieron. Gustabo tendrá que soportar vivir con el traumático día de su bo...