Capítulo 15 ☄️

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Memorias 2/5

Los días en comisaría se pasaban lento, había decidido alistarse al cuerpo nacional de policía, después de aquella charla con su pareja, intento retirarse totalmente de ese mundo, pero le fueron negados esos derechos, tenía que seguir laborando en un lugar externo a la milicia o al CNP, ambos conversaron mucho sobre esa desición de que Gustabo entrará al cuerpo como simple alumno y hacer trabajo administrativo en vez de patrullar y exponerse, pero una vez dentro, no podía rechazar cualquier alerta de robo y se lanzaba a los disparos cuando tenía oportunidad.

Conway estaba contento por el, era excelente y no mentía cuando lo endiosaba, ambos tenían sus tiempos libres, tenían oportunidad de verse y sentirse unidos, cada vez que lo hacían, se prometían volver a casa en una pieza, ambos corrían el mismo peligro de ser alcanzados por una bala.  Aquel día era aburrido, cada alerta que saltaba era más absurda que la otra, por supuesto que no acudiría a menos que un superior lo enviara.

Estar detrás del mostrador atendiendo denuncias era tedioso, pero intentaba hacer un buen trabajo, mientras escuchaba a la señora frente a el, la radio lo llamo.

—Gustabo García, ¿Estás libre?

Llevo su mano hacia la radio para atender.—10-04.

—Te envío 10-20, necesitamos apoyo para persecución.

—¡10-04 no tardó!

Dejó sus notas aún lado y literal mando a la mierda a todos los civiles que estaban allí, fue rápido hacia el parking de comisaría y salió rápidamente con un patrulla a la dirección que le había marcado en el GPS, no tardó mucho en llegar y ya habían empezado la persecución, maldijo internamente y ayudó a sus compañeros a seguir una moto, el sujeto era bueno en las curvas y manejaba limpio, sin poner en peligro a los civiles.

—Gustabo perdimos visión, ¿Lo tienes?

—¡Lo tengo! ¡Envío 10-20!

Siguió concentrando en la persecución hasta que notó que entró en una recidencial, se detuvo en una casa y bajo de la moto para ocultarse dentro. Gustabo aparco el patrulla y se preparó para cualquier sorpresa, entró sigilosamente a la casa para poder interceptar al sujeto, todo era silencio, sus pasos eran lo único que se escuchaba, haciendo eco por las paredes de la casa, mantuvo su arma en el aire por si debía disparar y se protegió entre pilares de concreto, necesitaba refuerzos, pero si hablaba estaría dando su posición.

Todo era un silencio sepulcral, bajo su arma y suspiro, ese hombre seguramente ya se había ido, iba a avisar, pero una mano cubrió su boca y un brazo rodeó su cintura, el hombre que lo había tomado retrocedió hasta que ambos estuvieron en un pequeño rincón de aquella casa, comenzó a asustarse, le prometió a Jack que se encontrarían está noche, que viviría para el y ahora mismo no sabía si saldría vivo de allí.

—Buen trabajo nena.

Aquella voz lo dejo helado y cuando sintió que su agarre se hizo débil, se alejó rápidamente para empujar al otro.

—¡Joder viejo de mierda! ¿Me estabas poniendo a prueba? ¡Vete a tomar por culo!

Conway soltó una carcajada y se retiró la capucha, acercándose a el. —No te enfades, déjame explicarte.

—¿Qué me vas a explicar? Casi rezo por mi puta vida, ¿Eso es divertido para ti?

Conway se acercó a él y lo abrazo con fuerza para evitar que se escapara, le robo un beso en su mejilla, retiro la radio para dejarla aún lado, observó el rostro del rubio, realmente estaba cabreado. Una sonrisa se amplió en la comisura de sus labios y es que no podía estar más que contento con esa reacción tan divertida.

—Hey, lo siento. Quería darte una sorpresa, pero por supuesto que lo iba a hacer a mi estilo.

—Menuda sorpresa de mierda.

—Pero que está no es la sorpresa, ¿No has visto la casa?

—¿Qué tiene la casa?

—Será nuestra cuando nos casemos.

Gustabo miro confundido al contrario. —¿De qué hablas?

Conway se alejó de el para sacar su arma, era una perforadora en tonos plateados y cobrizos, se colocó en una sola rodilla y lo miro con una sonrisa, le extendió el arma, la cual contenía un anillo fijado en la parte del gatillo, Gustabo se quedó perplejo, su respiración se volvió inestable, sentía que podía caer al suelo en cualquier momento, aquello era mejor de lo que podía imaginar, nunca hablaron de casarse, pero aquello se había convertido en un sueño único, una ilusión volviéndose realidad en poco tiempo. Sus ojos se cristalizaron, Jack no había dicho nada, pero ya no hacía falta, pues tenía la respuesta en la punta de la lengua.

—. . . ¿Sigue siendo una sorpresa de mierda?

—Bueno. . . Si no dices la frase me voy.

Conway negó con una sonrisa.—¿Te casarías conmigo?

—Joder, lo dijiste. Por supuesto que no.

—Anda a mentirle a tu puta madre.

Ambos rieron y Gustabo se arrodilló antes de que Conway se pusiera de pie, lo abrazo con fuerza. —Casarme contigo, por supuesto que quiero. Te amo.

—Yo a ti.

Ambos compartieron ese momento único con toda su devoción, no tenían intenciones de perderse el mundo externo ahora mismo, estaban concentrados en ellos mismo, tenían tanto que darse, aquella nueva etapa en su vida marcaría algo nuevo para ambos, no solo significaba una promesa, era un compromiso para todo lo que les restaba de vida, la cual compartirían unidos en uno solo, eternamente en sus sueños y metas, las cuales se volvieron independiente en su relación. Gustabo añoro el momento, abrazo y beso a su ahora prometido, de solo pensarlo le alegraba el alma, no tenía tiempo para el resto del mundo, cuando tenía a su adoración junto a el.

—Prometo que estaré a tu lado hasta que la muerte nos separé, no hay dos como tú.

—Ya me lo dirás en los votos, quiero escucharte decirlos.

—Te doy un adelanto, prometo serte fiel y quedarme contigo por el resto de mi vida.

—. . . Joder y mira que te queda poca.

—Anormal, rompes el ambiente.

Gustabo soltó una carcajada y acaricio su mejilla. —Escucharte ahora, me da la seguridad de que cumplirás tu promesa. Yo te prometo desde ahora, amarte hoy, mañana y siempre.

Conway había pensado tanto en aquella propuesta, sabía que tanto como el, como Gustabo, tenían una bala asegurada, por lo que era adecuado no perder más tiempo, quería vivir todo lo que le quedaba de vida al lado de Gustabo, el rubio le había entregado su vida y ya era momento de hacer lo mismo, protegería a su prometido con su vida, le haría saber que su vida le pertenecía por completo, lo amaba y eso era una debilidad, pero también una fortaleza que le permitía luchar día a día por el. Sellaron su promesa con el beso más sincero de todas sus vidas, el momento de ambos era incomparable, tenían el cielo a sus pies, flotaban lentamente ilusionados y felices, no había nada que pudiera con su amor, tampoco existía poder alguno que deshiciera una promesa honesta y jurada.




















Remin

Amantes | Intenabo |  FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora