Capítulo 19

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Habían pasado las horas, despertó a media noche, completamente sobrio y con una resaca terrible. Se levantó como pudo del sofá, tambaleándose por toda la sala, su cabeza aún daba vueltas y el dolor que sentía era insoportable, su cuerpo pedía agua, comida y descanso, pero hace mucho que esas tres palabras no iban juntas y mucho menos era algo que practicará con regularidad últimamente. Recordaba tono en imágenes borrosas, Horacio estaba con el y después, volvió a quedarse solo hasta dormir; tenía tanto que pensar, pero pocas ganas de hacer, necesitaba dinero y era buen momento de ir a trabajar, si es que aún tenía trabajo ya que no se presentó después, pero era de noche y quizá podría agarrar algunos clientes.

Se levantó para ir a la habitación en dónde estuvo con Conway y noto que la cama seguía en desorden. Inspeccionó cajones, armario y baño, pero solo había ladrillos de cocaína y marihuana, armas y explosivos, si fuera otro seguramente le sorprendería, pero a este punto era normal encontrarse con ese tipo de cosas allí. Fastidiado tomo asiento en el borde de la cama y su estómago comenzó a rugir, había revisado antes y no encontró ni una galleta, su vista se dirigió al armario y después de pensarlo, se acercó allí para sacar uno de los ladrillos de cocaína, regreso a la sala y abrió el paquete envuelto en cinta para vaciar un poco en la mesa de centro.

—¿En dónde deje mi DNI? Me cago en la puta.

Decidió separar en líneas menos delgadas el polvo blanco, necesitaba una dosis más fuerte si quería tener energía para salir y olvidar su hambre junto con el dolor de cabeza. Busco por toda la casa y solo encontró un pedazo de periódico, lo partió y envolvió en una pajita delgada para proceder a inhalar tres líneas gordas y erguirse de nuevo mientras aquello hacia efecto. Se quedó sentado en el sofá por un momento y su cuerpo comenzó a ser pesado, sus ojos luchaban por mantenerse abiertos y su corazón, juraba que se detendría en cualquier momento, su respiración fue cada vez más lenta, “¿Voy a morir?” pensó; quizá había consumido de más o el efecto era más fuerte, no lo sabía pero al intentar levantarse, cayó al suelo y su cuerpo se sacudía en convulsiones lentas, para después de eso, perder el conocimiento.

[....]

Había un fuerte pitido molestando, una fuerte luz blanca que lastimaba incluso con los ojos cerrados, los cuales abrió poco a poco hasta tener visión de su entorno o mejor dicho, del techo. Miro atento y todo era tan blanco, se atrevió a mirar hacia todos lados, quedando completamente extrañado, se encontraba en un hospital y entonces vino a su memoria lo que había ocurrido, haciéndole golpearse la frente de forma dramática y soltar un suspiro pesado.

—Despertó, ¿Cómo se siente?

Miro a dónde provenía esa voz y era una enfermera. —Ah, pues solo tengo el estómago revuelto.

—Quizá vuelva a devolver, toda la noche la paso así.

—¿Quien me trajo? ¿Y que hora es?

La enfermera se acercó hacia el para checar la saturación y su temperatura. —Son las 9:00 de la mañana, tengo entendido que su pareja fue quien lo trajo. Tuvo una sobredosis de heroína, ¿Recuerda algo?

¿Recordar algo? Para nada, tenía tantas dudas en esos momentos, pareja, heroína y 9:00 AM, tenía tanto que procesar, ni siquiera sabía por dónde empezar a preguntar, quizá Horacio había sido quien lo trajo al hospital después de haberse desmayado, paso toda la noche internado sin conocimiento de nada, tenía tanto que preguntar y cuando intento hacerlo, se vio interrumpido por una segunda presencia, era un hombre completamente desconocido para el, intercambio palabras con la enfermera y luego se acercó hacia él.

—Gustabo, ¿Cómo te encuentras?

—. . . Ahhh.

—¿Nos puede dejar solos?

—Claro, vendré en 10 minutos. Con permiso.

La mujer salió y Gustabo se alarmó de inmediato, aquel hombre se veía imponente, lo miraba fijamente y sin expresión alguna, que asustaba y es que aún se sentía desorientado.

—¿Quién coño eres? ¿Cómo sabes mi nombre?

—Las preguntas las hago yo, el temas es, que te salve el culo, ¿En qué estabas pensando? Nunca te dije que podías tocar la mercancía de la casa, ¿O si?

Tardó en captar, pero en cuanto escucho mejor la voz, se relajo un poco. —Hostia, eres Nadando. . .

—No me llames así aquí, dime Armando, ahora respóndeme.

—¿Qué quieres que te diga? Me gusta drogarme, me serviste un festín, solo que me excedí, ¿Quién te dió mi nombre?

—Tu DNI estaba en la ropa que me diste. Escucha, ya me la he jugado mostrándome ante ti, no debía ser así, tenía que matarte o dejarte morir, pero como viste, me porte gentil, tendrás que pagarme muy bien, ¿Lo sabes?

—Joder, ¿Y que quieres? No tengo dinero, a lo mucho que puedo ofrecerte es mi culo otra vez.

—El pago seguirá siendo el mismo, quiero a un puto policía, vivo.

Viro los ojos y soltó un bufido molesto, se cruzó de brazos y desvió la mirada de Armando, había olvidado es detalle, debido a su encuentro con Conway, realmente ya no quería continuar con eso, joderlo no significaba joder a los demás, sobre todo para entregarlo a una jaula de leones, si les entregaba a un policía, estaba seguro que no sería para esconderlo o solo secuestrarlo, sabía que lo matarían y esq sangre también ensuciaría sus manos, aunque no lo quisiese. Ya pensaría en un plan, por ahora debía continuar con la farsa de que lo haría.

—De acuerdo. . . ¿El plazo sigue siendo una semana?

—Asi es, solo está y no más.

—De acuerdo, ¿Me puedo seguir quedando en esa casa? Prometo que no tocare de nuevo nada.

Armando suspiro.—El tema es que, los EMS llegaron a esa casa, los llame porque no tenía manera de llevarte al hospital a tiempo y tenía que esconder la heroína que dejaste, era un ladrillo, si lo encontraban entrabamos en investigación. A qué voy con esto, que te llevaré a otra casa, no puedes volver ahí, ¿Te quedó claro?

Suspiro.—Como el agua.

Esperaron al menos 20 minutos para que le dieran el alta, se sentía mejor, había comido gratis y la resaca también se había ido, ambos salieron del hospital para subir al coche de Armando, salieron de allí para dirigirse a la zona rica y privada, aque lugar era extravagante y con un ambiente más controlado, Gustabo sintió una pulsada en su pecho, en aquella zona estaba la casa en dónde pudo haber vivido con Conway y en donde esté le había propuesto matrimonio, recordaba muy bien la zona y la casa, pero aquello solo lo guardo en su mente para si mismo, ya que no tenía valor alguno en la realidad.

Armando aparco en una lujosa mansión, era de las más grandes de la zona y moderna, entraron al parking de la casa cuando la puerta del garage se abrió, dentro de la casa Gustabo no perdió tiempo y salió para encontrarse con un hagan jardín y una piscina, sumando a dos hombres sentados en la orilla charlando, quienes lo miraron fijamente sin decir una palabra, trago saliva y espero a Armando quien no tardó en llegar a su lado.

—Estos son mis colegas, Tonet y Manolo. Vosotros, vengan porque tengo algo importante que deciros.

Ambos sujetos se acercaron y miraron a Gustabo de pies a cabeza, pero este no se inmutó en saludar, solo permaneció callado y atento, los cuatro se dirigieron a un enorme comedor, en la mesa habían armas largas en fila, cargadores y guantes de piel color negro, Armando le indico que tomara asiento y así lo hizo, Manolo y Tonet se sentaron en un extremo y después de unos minutos llegó un hombre con rastras teñidas en rubio, un joven con gorra, para su sorpresa, Emilio también entro, ambos cruzaron miradas, pero no dijeron nada y detrás de ellos, el cabecilla del grupo, el pelirrojo de aquella vez.

—¿Y esto'? Nadando, no me joda', ¿Qué hace aquí?

—Calla y siéntate.

Xiaomi entendió y tras esos ojos rasgados, miro fijamente a Gustabo, quien no entendía nada, se sentía nervioso y no podia hacer nada para que Emilio lo dejara de ver así, sus ojos eran filosos y por un momento presentía que sabía algo de Pablito, esperaba salir vivo de allí.




















Remin

Amantes | Intenabo |  FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora