Capítulo 32

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Pasaron las horas y ambos amantes habían pasado las mejores horas de su vida, después de terminar con todo lo que tenían, se dignaron a comer algo, Conway había salido y un agente de confianza le llevo algo de comida. Ambos comían tranquilamente, después años tenían ese placer de platicar amenamente sin ser interrumpidos y en donde solo existían ellos, Gustabo realmente estaba feliz cuando se trataba de esto y Conway no podía dejar de mirarlo, ver qué el motivo de su felicidad era él, lo hacía sentir muy orgulloso y lleno de felicidad, la confianza que creyó haberse perdido, realmente siempre estuvo allí y no importa que sucediera, estaba muy seguro que Gustabo solo le amaba a él.

—Y entonces el hijo de puta de Horacio me mintió, espero que al menos le pagues bien.

—El estaba preocupado por ti, por supuesto que iba a cantar como una almeja.

—Joder, joputa.

Ambos rieron y continuaron con el festín que habían recibido, Gustabo no paraba de dar miradas para nada sigilosas hacia Conway y el, no podía reclamarle, porque se sentía perdido en su mirada azulada, hechizante y encantadora. Estaba apunto de proponerle que volvieran a todo como antes, pero su móvil lo interrumpió.

—¿Qué?

—¡Secuestraron a Evans! Y fue el hijo de puta de Roy, dejo un mensaje y dijo que la encontrarás en el último lugar donde estuviste con Gustabo.

—Me cago en la puta madre de este gilipollas, escucha, quiero un puto operativo ¡Ya! Seguramente habla de la casa en dónde vivía con Gustabo, no puede saber ni de coña que estoy con él. Nos vemos en comisaría del norte, hablaré con Trucazo.

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—¿Que ocurre?

Conway miro a Gustabo y sintió que otra vez su mundo se desvoronaba, podía atrapar a ese desgraciado o morir en el intento, pero no sé llevaría a Gustabo a la tumba también, no había mencionado nada durante ese día, pero Gustabo estaba siendo investigado por la caída de los agentes y quería protegerlo de Roy y de pisar la federal. Gustabo ya se presentía algo malo, esa mirada que Conway le daba le asustaba y no dudo en ponerse de pie rápidamente para retroceder.

—Gustabo. . .

—Llevame contigo.

—No.

—No me hagas esto, volvemos a estar juntos y de nuevo quieres huir solo, déjame ir contigo por favor.

—Gustabo, esto es más complejo de lo que piensas, no es fácil ir por allí con pistolitas de mierda, este tío fue un ex militar, sabe lo que hace y no te pondré en riesgo.

Gustabo trago saliva y sintió su garganta quemar por el llanto que estaba reteniendo. —¿Y si mueres? Me niego.

Conway suspiro y se abalanzó hacía el para intentar atarle las manos con un trozo de soga, Gustabo soltó a llorar y comenzó a resistirse, pero era evidente que Jack era más fuerte que el y ese atado espectacular en sus muñecas estaba bastante apretado, Conway le ayudo a sentarse sobre el suelo y se alejó de él para buscar su chaqueta y demás cosas que traia consigo.

—¡Suéltame Conway! ¡Maldito viejo de mierda! Si mueres te juro que me voy a suicidar en tu puta tumba.

Conway intento hacerse de oídos sordos, pero esos gritos lastimeros le causaban escalofríos, recordando la primera vez que los escucho, fue ese día en las celdas. Miro a Gustabo quien se intentaba zafar del atado y sus ojos se ponían rojos por las lágrimas que derramaba.

—¿Por qué me haces esto otra vez?

Conway lo miro fijamente y retrocedió hasta la puerta. —Por que te amo.

Su silueta desapareció por la puerta, Gustabo escucho sus pasos alejarse y el ruido de la puerta de un auto, cuando el motor fue encendido, comenzó a gritar desgarradoramente, podían pasar tantas cosas y una de ellas era que podía perder al amor de su vida para siempre, de nuevo estaban separados, otra vez estaba viviendo ese maldito sentimiento de perdida, no quería quedarse quieto en ese lugar, no necesitaba que nadie lo protegiera si el no podía proteger a Jack; intento nuevamente deshacerse del atado, se puso de pie como pudo y busco por todas partes, visualizo una de las ventanas del lugar, estaba rota y si se acercaba lo suficiente talvez podía cortar la soga.

Se acercó rápidamente y se dió la vuelta para intentar levantar los brazos y alcanzar la zona puntiaguda, era difícil ya que el era bajo de estatura y no atinaba a esa zona en específico. Cuando sus palmas sintieron el cristal, con mucho cuidado intento cortarlo, sus brazos ya se sentían cansados y también estaba desesperado de no poder hacerlo más rápido, entro en un estado de suma ansiedad e importando poco, elevó los brazos y los dejo caer con fuerza.

—¡Ahh mierda!

Había logrado cortar la soga, pero una de sus manos también se había ganado un corte, aquello no le importo y busco su arma que había comprado anteriormente, la guardo entre sus pantalones y salió corriendo de allí, si mal no recordaba, Conway había mencionado su antigua casa, por lo que iría allí primero; corrió hacia la carretera y apunto al piloto con el arma.

—¡Sal de puto coche!

Una vez tuvo el coche en su poder, arranco a toda la velocidad que le permitía el coche y no tenía móvil, tampoco otra cosa para tener apoyo, solo estaba el, su arma y las inmensas ganas de matar al hijo de puta que le había arrebatado tanto. Condujo hasta aquella casa y al detenerse, sintió una oleada de nostalgia invadirlo, bajo del coche y saco su arma para tenerla lista, recordó todo lo que había aprendido en el cuerpo de policía, siendo sigilosos, cubriéndose en casa punto ciego de las paredes, entro por la puerta trasera, la cual estaba abierta, al entrar a la casa, noto que todo estaba vacío, la casa en dónde una vez fue muy feliz, estaba en ruinas. Noto en el suelo un sobre que brillaba y se acercó para recogerlo, sintió la cólera subirle a la cabeza cuando noto de que se trataba.

Era la invitación de su boda, la abrió y noto que estaba sucia de sangre y una fecha escrita en ella, era la de hoy. Gustabo inmediatamente supo de que se trataba.

—Esta en la iglesia el hijo de puta.

Metió el sobre en su bolsillo y salió de la casa otra vez, debía ser rápido antes de que el operativo de Conway llegará, para su mala suerte, había un patrulla acercándose, apunto a las ruedas y disparo para pincharlas, subió rápidamente al coche que había robado antes y arranco para escapar de allí, los disparos comenzaron a escucharse y uno de ellos rompió el cristal de la ventana.

—¡Hijo de perra! Me dió. . .

Su hombro comenzó a sangrar, la bala había rozado, pero igualmente dolía, intento olvidar el dolor y continuar con su camino, pero aquello se había convertido en una persecución, tenía dos patrullas detrás de el, podía parar y entregarse o intentar huir y llegar a la iglesia primero antes de que Conway y sus agentes, la segunda opción le gustaba más, aceleró y dejo que la adrenalina de su cuerpo se encargará del resto, apretó fuertemente el volante y se dejó llevar, estaba asustado y a la vez nervioso, no quería morir en el proceso o al menos hacerlo, pero antes debía acabar con ese sujeto.

Intento irse por otros lados para perderlos, pero el camino por el que tránsito estaba lleno de curvas, confío en el y prosiguió su camino, el coche era bastante inestable y lo comprobo cuando frente a sus ojos todo había sido en vano, el coche giró mal y volcó, el auto dió vueltas hasta estamparse contra un muro, quizá debió quedarse y esperar a Conway, pero no podía hacerlo cuando tenía miedo de perderlo, otra vez.




























Remin

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