Capítulo 11

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Fue tranquilizándose poco a poco. Se refugió en sus brazos, estaba sentado en un pequeño rincón del baño, escuchando que tocaban la puerta, simplemente permaneció allí, no tenía intenciones de responder, su cabeza le dolía bastante, las caderas y el corazón, ahora entendía que cuando alguien rompía tus ilusiones, era verdad que el corazón podía dolerte tanto como si te hubiesen apuñalado, su relación con Conway había acabado hace mucho, pero aún permanecía esa espina que nunca pudo sacar, admitía que aún lo amaba y es que, ¿Como podías abandonar ese amor que perduró por años? Y que se destruyó en un abrir y cerrar de ojos.

El se había entregado a Conway con la esperanza de que nunca le haría daño, pero se equivocó y es que cada vez que recordaba ese día, solo se causaba más daño del que ya había recibido; se levantó de suelo para mirarse al espejo, estaba hecho un desastre, el maquillaje se había corrido por todo su rostro y el labial se desbordó de su lugar, sonrió con dolor, riéndose de si mismo mientras dejaba caer las últimas lágrimas que le quedaban por tirar. La imagen suya en el espejo era una clara representación de su obsesión y locura por Conway, ¿Como había terminado así?

—Te voy a joder Jack. . . ¿Escuchaste? Te voy a joder, ¡Te voy a joder hijo de puta!

Las carcajadas eran rasposas, un tanto forzadas que hacían doler su garganta, aquellas risas eran marcadas con hipeos y maldiciones, su sonrisa paso de ser normal, a ser tétrica y oscura. Ni siquiera se molestó en limpiar su rostro, simplemente salió de allí y se dirigió a los camerinos, todo aquel que pasara cerca de el, se hacía un lado al verlo en tal estado, asustaba tanto que no querían dirigirle la palabra. Cuando terminó de cambiarse, se retiro de allí con un cigarrillo listo para encender, se detuvo un momento en su lugar de antes, donde había tenido su primer o sus primeros clientes, encendió su cigarrillo y unos tipos se acercaron a el.

—Joder, que horrible eres, ¿En donde está el rubio de antes? ¿Lo has visto?

Gustabo expulsó el humo de sus pulmones y le sonrió al contrario. —Soy yo.

—Si claro, mírate, nadie pondría una polla en tu culo, pareces un puto payaso tío.

—Pues hoy tuve una en mi culo y en mi boca, tira pa'lante, no veas la cara de mierda que me llevas, que yo escojo mis clientes y mira que aquellos dos eran unas jodidas bestias encantadoras.

—Pero vamos a ver, tu a mi no me vas a venir a insultar, que solo eres una puta más de aquí.

Gustabo no pudo sentirse más que ofendido, pero por supuesto que no entraría a la defensiva, en su estado actual, podría abalanzarse al hombre frente a el y sacarle los ojos. Soltó un carcajada y se cruzó de brazos mientras se recargaba sobre el muro detrás de él.

—¿Se supone que tenía que ofenderme? ¡Pues claro que lo soy! Mírame, hoy gane más pasta comiendo polla, de lo que probablemente tu ganarías.

Su contrario se le notaba cada vez más enfadado y cuando sus amigos se rieron de el, no dudó en acercarse a Gustabo y tomarlo por el cuello. —De mí no te vas a burlar, maldito payaso.

Gustabo mantuvo una sonrisa burlona, aquel hombre no pareció gustarle y levantó el puño para estamparlo contra su nariz, Gustabo jadeo por el golpe y escupió la sangre qué su nariz había soltado y se había colado en su boca, sus ojos se llenaron de furia, estaba listo para lanzarse hacia el otro, pero escucho las sirenas de las patrullas llegar, todos salieron corriendo a buscar refugio y huir de los oficiales, el rubio intentó escapar por otro lado, pero parecía que toda la malla había decidido ir ese día, un oficial lo detuvo y lo esposo contra la pared, sus risas no cesaron, aquella situación era bastante estúpida.

—¡Leerme los derechos!

—Señor, ¿Puede callarse por favor? Mi compañero le leerá los derechos, ¿Necesita asistencia médica?

Gustabo sonrió. —No, estoy bien, ¿Sabe? Enhorabuena por su trabajo, ¿Qué se siente tener un jefe de mierda?

Ambos oficiales se miraron, pero no dijeron nada, el estado actual de Gustabo se clasificaba como "Sujeto con posible consumo de estupefacientes" y era mejor quedarse callados. Lo subieron al patrulla y el trayecto por suerte fue silencioso, (excepto por el compañero que leía los derechos). Al llegar le retiraron todo lo que llevaba consigo y lo procesaron debidamente para así mismo, pagar una condena de 48 HRS; no tuvo de más, ya estando en su celda se recostó un momento, a veces mirando los barrotes, su subconsciente imaginaba que Conway llegaba o que otra persona se acercaría a burlarse de el.

Sus ojos comenzaron a pesar y no tuvo más remedio que dormir.

[....]

Parpadeó hasta acostumbrarse a la iluminación de la selda, era tan blanca que le lastimaba los ojos, tallo estos y al alejar sus manos, notó que estaban sucias de maquillaje, soltó un suspiro cansado y se levantó con un fuerte dolor en la cadera, aquel dolor le había traído recuerdos de anoche, además de la incomodidad del catre en donde había dormido. Se acercó al espejo que había allí y notó el desastre que era su rostro, el maquillaje totalmente fuera de lugar y la sangre seca que se quedó sobre su nariz y parte de su boca, limpio lo que pudo con la manga de su polera y se volvió a mirar, ya no estaba tan deplorable.

—¿Gustabo?

Al escuchar esa voz, se quedó pasmado por unos segundos, para después simplemente sonreír y girarse. —Hombre, Volkov. ¿Qué haces aquí tío?

—Pues, soy comisario. Pero. . . ¿Como acabaste aquí? ¿Qué hiciste?

Gustabo se acercó hasta apoyarse entre las rejas, Volkov se acercó para mirarlo más de cerca, no era novedad para el encontrarlo, donde Conway iba, Volkov lo seguía, igual que un perro, conocía al ruso de hace tiempo, seguía siendo el mismo desde que tuvo aquella pelea con Horacio. Volkov si sorprendió al ver al rubio allí, conocía al sujeto de años, estuvo presente en la relación de su amigo/jefe y él, no creyó que acabaría encontrándolo tras rejas y en ese estado que no se le veía para nada bien.

—Comisario, bien merecido lo tienes. ¿Yo? Bueno, fui al Vanilla a pasarla bien con unos colegas y unos tipos me llamaron de todo, que si gilipollas, que chupa pollas y se me ha calentado la mano y quise defenderme, pero llegaron tus agentes y me detuvieron a mi, ¡A mi! Que yo no tengo nada que ver con esto.

Volkov dudó un poco, pero conocía al rubio y es verdad que era impulsivo. —¿Cuanto te dieron?

—No recuerdo, creo que. . . 12 horas.

—Y nadie a venido a sacarte, estos hijos de puta, lo siento Gustabo, ahora te saco, ¿Te han quitado algo?

Gustabo celebró mentalmente y asintió. —Mi móvil y 4,000 pavos.

—Pero Gustabo, ¿A donde vas con 4,000 encima?

—Fui a pasarla bien, ¿No te lo dije? Que era viernes coño.

—Ya, ya. Sal y sígueme, te daré tus pertenencias.

Una vez abierta la celda, siguió al contrario y no podía estar más que contento, solo esperaba no cruzarse con agente que lo detuvo. Ambos entraron a una pequeña oficina, tomo asiento y miro al contrario, quien buscaba traía consigo sus pertenencias, anoto algunas cosas y luego le hizo entrega de lo correspondiente, una idea absolutamente loca se le cruzó, con ello podía comenzar algo bastante fuerte.

—Te lo agradezco mucho Volkov, que suerte que te encontré, de otro modo, hubiera comido barrotes más tiempo.

—No hay de que, espero no volver a verte por aquí.

—Uff, saber que estás aquí, me haces difícil cumplir.

—. . . ¿Cómo?

Volkov lo miro extrañado y Gustabo no perdió tiempo, se acercó al más alto y lo atrajo hacia el tomándolo por el chaleco antibalas y dejó un beso sobre sus labios, Volkov se asombro y se alejó de inmediato, miro al rubio con un rostro sorprendido, ¿Qué acababa de pasar? Gustabo no solo era un viejo amigo, sino el ex de su mejor amigo, estaba realmente confuso y no sabía que hacer o que decir, simplemente se quedó inmóvil en su lugar, observando al rubio acercarse con cautela.





























Remin

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