Capítulo 9

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Después de la charla con Horacio, no había mentido con ir a dormir, Pablito les permitió estar todo el tiempo allí, pero sabía que debían irse pronto. Cuando despertó notó que estaba por obscurecer, por lo que tenía que prepararse para inciar su primer día de trabajo, al levantarse salió de la habitación para encontrarse a Pablito y Horacio platicando mientras bebían jugo y comían, ambos lo miraron y lo invitaron a tomar asiento junto a ellos, Gustabo agradeció y procedió a comer con ellos. Miro su móvil después de unos minutos y sabía que era hora de irse.

—Espero que te vaya bien Gustabo, por favor no bebas y tampoco consumas mierda.

—No te preocupes, será solo trabajo.

Le dio un corto abrazo y salió de aquella casa, estaba comenzando a sudar y tenía ganas de volver, pero no podía rechazar aquella oportunidad, nunca se le volvería a presentar una así y mucho menos con tan buena paga, lo único que lo aterrorizaba era tener que venderse, literalmente. Se prepararía de manera impecable, antes de subir al autobús, paso a un badulaque, en donde compro una tira de preservativos, no faltaría el hijo de puta que quiera terminar dentro o que trajera consignó herpes u otra enfermedad de mierda.

Guardo todo y salió de allí, subió al autobús y en el trayecto notó que se había hecho de noche, medito sobre todo lo que estaba pasando, realmente había caído muy bajo solo por joderle la vida a Conway y aún así, el mismo se la estaba jodiendo. El autobús se detuvo y notó que llegó a su destino, bajo rápidamente antes de que se pasará a otra estación, camino rápidamente hacia el lugar, aún debía memorizar el trayecto.

Era viernes y el lugar estaba bastante ambientado, la música se escuchaba a metros de distancia, los coches iban y venían. Tal como dijo su jefe, notó gente encapuchada y autos lujosos detenerse mientras se hombres trajeados o simplemente vestidos en prendas negras, se llevaban consigo a al menos tres o cuatro prostitutas, aquello le parecía horrible, pero el podría ser uno de ellos o ellas, se acercó para entrar por la puerta trasera donde había entrado con Emilio, las luces led iluminaron su palidez, el ruido era bastante estruendoso y es que podría agobiarse de inmediato y huir.

—¡Gustabo! Al fin llegaste, ¿Recuerdas los camerinos? Puedes ir a cambiarte allí.

—Ah, ¿Que debería ponerme? ¿No puedo ir así?

Su adverso lo miro de pies a cabeza y soltó una carcajada.—¿Estás de broma? Solo entra y decidle a mis chicas y chicos que se encarguen, te dejo, tengo ir a atender.

—De acuerdo.

Entró a los camerinos, rodo los ojos cuando lo que tenía frente a el, eran varios tíos y tías actuando de forma libertina, vistiendo poco, maquillandose con extravagancia y contonear sus caderas de forma lasciva, ¿Se supone que eso era un maldito baile? Todos le dieron la bienvenida, a pesar de todo eran bastante agradables. Se presentó y conoció a cada uno de ellos, hicieron espacio para que pasara un mujer un poco mayor, bastante fea y con un cuerpo exageradamente voluminoso.

—Dejadme pasar, escuché que llegó uno nuevo. ¡Madre mía! Pero si eres hermoso cari, mira esos ojos azules, ¿Tu cabello rubio es natural?

—. . . Ahh, pues si. Gracias.

—Que envidia, eres como un muñeco. Pero quítate esos harapos cari, así no atraerás a ningún cliente, un poco de brillo labial y colorete no te vendría mal, por cierto soy Paqui, un gusto cari.

Gustabo suspiro, se presentó cordialmente o eso intento, se dejó manejar por ese momento, mientras se miraba en el espejo, todo iba siendo más distorsionado, el maquillaje en su piel le causaba picor, las prendas que le dieron era algo que Horacio usaría, su conjunto era todo menos elegante, usaba un crop-top color rosa, dejaba ver sus caderas y abdomen, los pantalones que usaba era de un rosa pálido, holgado y ajustado de arriba en la cadera, su rostro era una puta burla, el era sincero y aquel trabajo de maquillaje era una mierda, pero suponía que funcionaría.

Amantes | Intenabo |  FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora