Capítulo 14

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No tardó demasiado en convencerlo. Sostenía su mano mientras lo guiaba hacia la parte trasera del establecimiento, en donde se encontraban las habitaciones privadas, esperaba que su ropa siguiera allí y sobre todo, que esa habitación en específico estuviera desocupada; la suerte estaba de su lado esa noche, porque estaba libre y no dudó en entrar junto a el hombre, cerró la puerta tras suyo y ahora tenían menos ruido y bastante privacidad, Nadando no quiso perder tiempo y se abalanzó hacia él para tomarlo de la cintura y apegar sus cuerpos, Gustabo subió un poco el pasamontañas negro y volvió a encontrarse con esos labios, no dudó en unirlos, comenzando un beso ansioso y húmedo.

Poco a poco iban retrocediendo hacia la cama, en donde una vez sintieron que estaban cerca, se tumbaron en ella para hacerse de caricias. Se separaron del beso y Nadando retiro lo que parecían ser cargadores, los cuales estaban enfundados desde el cinto de sus pantalones, también dejó aún lado sus armas y Gustabo no pudo evitar ver todo aquello.

—Tranquilo, si te asustan las mantendré alejadas.

Gustabo sonrió. —Que va, las conozco muy bien. Bonita perforadora.

Nadando lo miro con asombro tras la tela fina del pasamontañas. —¿La has usado antes?

Era el momento.

—Por supuesto, de hecho esta noche use una, no veas como acabo el otro tipo.

—. . . ¿Debería tener cuidado contigo?

Gustabo soltó una suave carcajada y se acercó a su contrario para tomarlo de los hombros y dejarlo debajo de él.—Para nada, aunque. . . Quizá si necesite de tu ayuda, verás, no es mentira que use el arma, la tengo escondida en esta misma habitación junto con ropa, si me ayudas a deshacerme de esas evidencias y esconderme, te daré algo muy valioso.

—¿Así? Te escucho, tiene que ser bastante bueno.

—Jack Conway.

Hubo un silencio entre ellos, Nadando no se espero eso. Se alejó un poco del rubio, quien entendió esto como una señal de incomodidad y se bajó de encima suyo para sentarse frente a el mientras cruzaba los brazos y esperaba por una respuesta. Nadando miro al rubio detenidamente, lo que creyó que era un joven libertino, se convirtió en un posible peligro.

—¿Me traeras su cabeza?

—No precisamente, pero a diferencia de ti, yo lo conozco muy bien, creo que demasiado. Yo sé que lo jode, a que le teme y como se mueve, conozco comisaría, sus códigos, su sistema penal, el rango de los oficiales y como se organizan.

—Estoy asombrado. ¿Cómo sabes tanto?

Y no era mentira, Gustabo conocía demasiado sobre aquel lugar, su pasado nunca fue mencionado por su persona, nadie sabía sobre el, solo Horacio, pero confiaba en su palabra y hace tantos que esa parte de su vida se había borrado, pero que si quería salvarse, tendría que volver a sacarlo a la luz, no importaba que sacrificara. Miro a Nadando y se encogió de hombros, como si su respuesta no fuese la gran cosa.

—Porque yo fui policía. No diré más.

—Eres una caja de sorpresas. Bien, el tema es que no puedo confiar plenamente en ti, yo no soy el jefe por así decirlo, pero si que es verdad que queremos la cabeza de Conway, pero siempre se empieza con algo, ¿No? Queremos como punto de partida acabar con los oficiales de su malla, pero es complicado encontrarlos desprotegidos, como sabes Conway tiene pareja, ¿Cierto?

Ante la mención de ello, Gustabo asintió. —He oído algo.

—Bien. De eso nos ocuparemos nosotros, dame tu arma y tu ropa, los tendré conmigo hasta que confíe en ti, yo decido si te ayudo con esto o no; probaras tu lealtad de la siguiente manera. . . Tendrás una semana, para traerme a un poli, vivo o muerto, como tú decidas.

—Pero--

—Tu mismo lo dijiste, conoces como se mueven y sus rangos, creo que puedes encargarte de esto. Como se que estoy poniéndote en una situación complicada, te llevaré a una de mis casas en donde podrás alojarte y usar armamento si lo necesitas, hasta entonces, solo me llamaras para decirme que cumpliste. Te daré mi contacto.

Gustabo soltó un suspiro, aquello que le pedían era demasiado, pero sonaba bastante bien si ponía solo en la lista las ventajas. Se puso de pie y saco debajo de la cama la polera y el arma, se las entrego, en señal de que estaba de acuerdo con el trato, Nadando observó y aún no podía creer que aquel rubio era un asesino ex policía, pero lo usaría a su favor, le convenía y lo pondría aprueba, volvió a equiparse, esa noche no habría encuentro intimo. Gustabo decidió ir con esas prendas, al parecer esa noche acompañaría al contrario a la residencia que había mencionado.

Salieron de la habitación y Nadando comunico algo por un radio que llevaba consigo, ambos salieron del local y subieron a un auto diferente al que estuvo la vez anterior. Condujeron por un buen rato, todo en silencio, la noche era joven aún, tendría demasiado que pensar, si es que se quedaba solo en aquella casa, creyó que se trataría de una mansión o una casa en la zona rica de Los Santos, pero al notar que entraron a la zona de South, su rostro cambio a uno de disgusto, no solo era la zona más pobre, también era la más peligrosa.

Nadando se detuvo finalmente, aquella casa era no era tan descuidada, pero igual no perdía su toque deplorable, salió del auto y lo siguió, ambos entraron y se quedó observando todo con cautela.

—Bonita casa.

—Es una mierda. Pero no puedo darte todas las comodidades, como comprenderás.

—Lo entiendo perfectamente, no te preocupes. ¿Te quedarás?

—No, salto un problema. Te veo en una semana.

—Que vaya bien.

Nadando abandonó la casa y Gustabo suspiro bastante satisfecho, en realidad no quería que el contrario se quedará. Comenzó a explorar un poco la casa, el armario de la habitación principal si que tenía armas y drogas, pero no tenía comida, viró los ojos molesto y salió a la sala, asomándose un poco por la ventana que daba a la calle, habían perdonas fuera fumando, bebiendo o simplemente reunidos; su móvil vibro y al ver el nombre, sintió una profunda calma.

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—Horacio.

—¡Gustabo! ¿En donde estas tío? Antes de que digas algo, ¡Mataron a Pablito! Gustabo, ¿Me estas escuchando?

—Horacio, tranquilo. Vamos de nuevo, ¿Como que mataron a Pablito? ¿Qué coño está pasando?

—No lo sé, ¿Recuerdas que vendría a por los oposiciones? Pues estuve todo el día en comisaría y pase la parte escrita, me iba atender el superintendente, pero salió de emergencia y me crucé con Volkov, me hizo unas preguntas y después me dijo que Pablito estaba muerto.

—Me cago en la puta. .  . Seguramente fueron esos tíos a quien les ganó en la pelea de gallos, ¿En donde vamos a vivir ahora?

—Esa es otra cosa que debo contarte, le conté todo a Volkov, del embargo y nuestra cercanía con Pablito y me dejó quedarme en su departamento.

—. . . Pues, me alegro por ti, yo me quedaré con un amigo, ya te contaré quien es, yo. . .

Gustabo detuvo su habla cuando escucho ruido dentro la casa, se quedó alerta, pero no volvió a escuchar nada, miro a su alrededor y todo estaba como antes, podía escuchar a Horacio desde el móvil hablar y alejó un poco más el móvil de su oreja, no captó nada y retomó su llamada. Cuando iba a responder, sintió una mano cubrir su boca, abrió los ojos asustado, soltó el móvil e intentó zafarse de ese agarre, el hombre detrás de él era fuerte, jugaron así por un buen rato, intentando escapar pero sus inventos eran inútiles, estaba perdido.




















Remin

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