La segunda generación de la tribu creció y con ellos llegaron nuevas alegrías , tristezas, amores, desamores y el peligro de un pasado que amenazaba con regresar para destruir su armonía y felicidad, pero sobre todo amenazaba las vidas de sus miembr...
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- Soy Peter Kings, estoy
- Señor Kings, soy Noah Liang, lo esperaba
- Señor Liang, gusto en conocerlo
- Igualmente, por favor pase por aquí... Shein, traes las flores por favor?
- En seguida señor
- Lindas flores
- Sí, lo son, son un regalo de mi esposa
- Wow! Una mujer detallista y cariñosa, que suerte tiene señor Liang
- Jejeje, gracias, la verdad es que soy el hombre más suertudo del planeta... usted tiene esposa, señor Kings?
- No, todavía
- Bueno, pues como yo soy tan feliz siendo un hombre casado, le recomiendo a los que no lo son, que se casen, siempre que encuentren una mujer que sea especial
- Ahí es donde radica el problema, señor Liang, de esas es difícil encontrarlas jejeje, o no les interesa un hombre como yo o ya están casadas
- Jejeje, bueno no debe perder las esperanzas
- Créame que no lo hago, jejeje
La tarde se fue rápido y para alegría de Noah que estaba ansioso por regresar a casa, las negociaciones se desarrollaron muy bien y solo quedaba definir algunos puntos para firmar el contrato, pero eso se haría en otra cesión y los documentos pendientes de revisión y firma no eran tantos, así es que una vez terminó, el impaciente hombre salió volando rumbo a su casa donde sabía que su preciosa mujer lo esperaba, con una propuesta más que tentadora. Hally como todos los días, esperaba a su esposo en el recibidor y lo abrazaba y besaba con todo su amor y esta vez no fue la excepción.
- Bienvenido a casa mi amor, que tal tu tarde?
- Excelente, sobre todo por que recibí un hermoso regalo
- A sí?
- Sí, pero muero por recibir la segunda parte de ese regalo... ummm
- Jejeje, bueno tendrás que esperar un poco más... ummmm... te gustaron las flores?
- Me encantaron
Noah abrazó más fuerte a su mujer y continuo acariciando y besando a una muy dispuesta Hally, que como siempre, se perdía en los besos y caricias de su marido y estaban tan entregados el uno al otro que ninguno notó, los tres pares de ojos que los veían desde la sala, hasta que escucharon la voz de su hijo interrumpiendo el candente momento.
- Por Dios, ustedes no se cansan de comerse a besos?
