Sigo con la cabeza agachada escuchando el sermón de mis padres.
— Un accidente — afirmó nuevamente — Es que ¡como es eso posible! — mi madre se exalta.
— Iré a confesar me — contesto rápido.
— Pídele al señor que perdone tus estupideces — ¡pero que exagerada!
Sabía que era mala idea contarle pero cuando intenté mentir me descubrió.
Camino a la iglesia más cercana a pedir perdón por el pecado de mentir y por ser tan distraída.
Una vez que estoy dentro de la iglesia porque si vivo casi al lado de la iglesia según mis padres para no tener excusas de que no voy porque está muy lejos.
Entro al confesionario con la cabeza agachada asegurándome de que no haya nadie en la cabina.
— Bendígame padre — murmuré
— Tengo pecado en mi alma.Un silencio se escuchó.
— En el nombre del padre, del hijo y el espíritu santo.
— Amén — dije persignándome.
No volvió a hablar a si que yo lo hice.
— Vera padre he cometido tantos pecados en tan solo estos días. — no volvió a hablar otra vez — uno de ellos fue tener pensamientos impuros y querer que un hombre profane mi cuerpo.— suspiré sintiendo mis mejillas arder — casi me entrego a la lujuria, mentir también es otro pecado que me está rindiendo cuentas.
Me quedé callada. Esperando alguna respuesta de parte del padre.
— ¿Solo eso? — No, también me intenté tocar pero claro no se sintió igual.
Me callo no quiero decirle eso. Se que esto es anónimo y nadie se enterara solo el padre y Dios pero que vergüenza.
Dije que tuve pensamientos malos corrompidos por la lujuria pero nunca le dije que mí profesor metió sus dedos en mi.
— Si, padre — susurró para que pueda escucharme.
— Entra con la cabeza agachada — tragó saliva pesadamente. ¿Para qué? A de pensar que soy una adolescente hormonal.
Dudosa hago lo que me pide entro a la cabina. Lo más seguro es que quiere orar por mi o tal vez quiere hacerme un exorcismo para sacarme los demonios que traigo dentro.
Pero con cualquiera de esas dos me conformo.
Entró con la cabeza agachada tal y como el padre me dijo.
— Arrodíllate — le obedezcó. Me arrodilló frente a él viendo sus zapatos negros de vestir.
Espero a que empiece a tirarme agua bendita pero eso no pasa.
— Sentir es de humanos Nonne — Nonne.
Levantó mi cabeza rápidamente viéndolo parado frente a mí. Viéndose desde este ángulo aún más poderoso e imponente.
— ¿Usted? — ¿Cómo es que mi profesor es padre?
— ¿Solo pensamientos? — agachó mi cabeza.
Pone su mano en mi barbilla obligando que levanté mi cara y lo vea. Sus ojos grises chocan con los míos.
— Mírame cuando te hablé — su voz hace que caiga rendida a sus pies.
Ambos sentimos ese deseo de quemarnos en el mismo fuego del infierno.
Pasa su dedo pulgar por mis labios contorneandolos después mete su dedo en mi boca. En respuesta yo lo chupo. Sonríe un poco para después sacarlo.
— ¿Qué hace aquí? — No contesta solo me mira.
Veo su bulto en sus pantalones y aprieto un poco mis piernas.
— Tú no eres ninguna santa — me responde sin quitar el contacto visual.
— ¿Y usted lo es? — atacó con otra pregunta.
Mueve su cabeza mientras sus manos bajan a su cremallera.
— No — desabrocha el botón — Soy el mismo diablo.
Se me corta la respiración cuando deja que su animado amigo salga a saludar.
— Así que abre la boca y ruega por tus pecados Nonne — ¿cómo es que su pene hace que me emocioné?
Nunca había visto uno tan solo en los libros de ciencias naturales, pero mi padre no me dejaba ir a la escuela cuando daban esos temas.
Tomó su pene que ya está duro o bueno eso supongo porque está caliente he hinchado y se le marcan las venas.
Me relamo los labios.
Le doy un beso en la punta, para después lamer su altura y grosor paso mi lengua por arriba y abajo.
Su atenta mirada hace que me dé más calor del que ya tengo. Meto su pene en mi boca moviéndome de arriba y abajo constantemente.
Siento como me llaga a la garganta y aún así falta mucho que meterme.
— Maldición — gruñe.
Toma mi cabello para enredarse lo en su mano. Mueve un poco más rápido mi cabeza además que también empieza a mover sus caderas para profundizar.
Todo esto hace que un calor inmenso ataque mi vientre.
No respiro, y es que no puedo, uno para evitar las arcadas, dos su pene es muy grande ya me toca la garganta y aún así no me lo había metido entera.
Cierro los ojos y me dejo llevar. Con mis manos aprieto un poco sus testículos. Al parecer esto le gusta por qué maldice en voz alta.
— Espera Lauren — escucho como me llama. No paré quería que eyaculara en mi boca.
Hago caso omiso sigo con lo mío. Uso mis manos y jaló su pene, lo saco de mi boca y le doy placer a sus testículos. Pero nuevamente lo meto a mi boca esta vez un poco más profundo. Haciendo que me salgan lágrimas de los ojos.
— Mierda — Termina en mi boca.
Aunque no puedo tragar todo su semen haciendo que caiga de nalgas mientras sale como si fuera una manguera contra mi cara llenando me de este líquido viscoso.
Intenta controlar su respiración. Mientras que yo no sé dónde limpiarme.
Me da la mano y me pongo de pie.
— Toma — me da un pañuelo. Lo tomó para limpiar mi cara.
No digo nada más me siento apenada y aún así quiero más de él.
— Esto no termina aquí. — volteó a verlo. Es lo que más deseo.
Cuando siento que estoy lo suficientemente limpia le digo:
— Tengo que irme mis padres, me esperan. — aprieta los labios.
— De igual forma te recompensaré el favor — Sonrío un poco apenada.
Salgo de ese lugar porque se que no resistiré y me lanzaré a él como una verdadera ninfómana.
¿Cómo les diré a mis padres que venir a confesarme a sído lo mejor que me a pasado?
Sin duda vendré a pedir perdón por mis pecados más seguido.
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.¿Les gustó? (• ▽ •;)
Psdt: ¿Ustedes creen que los capítulos son muy largos? Porque si nos les gustan tan largos los puedo recortar.
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La santa del profesor
Random¿Y si tú profe de la escuela te corrompe? Por qué cuenta la leyenda que una vez hubo un diablo que se enamoró de un ángel. Mientras que el ángel tocaba el infierno para danzar, el diablo tocaba el cielo cada vez que esté lo hacia. Y es que cuando e...