La santa se acabó.

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— Estará bien no sé preocupe.

Intento abrir mis ojos pero la luz pega muy recio en mis ojos me duelen.

Escucho voces pero no descifró de donde vienen. Pero una en especial me hace abrir los ojos de golpe.

— Luke. — Es lo primero que digo al verlo parado.

El doctor dale de la habitación dejándonos solos.

Se acerca a mí con cara de susto.

— No entiendo, ¿qué haces aquí?

Su rostro hace una mueca.

— Alguien me llamo diciendo que estabas en un callejón.

— ¿Cómo que un callejón? — preguntó desconcertada.

— Si un callejón. Cuando llegue a la dirección estabas tirada ensangrentada pensé que estabas...

No lo dijo pero sabía que pensaba. Muerta. Pensó que estaba muerta.

Mis ojos se llenaron de lágrimas recordando lo sucedido.

— Fuera.

— ¿Perdona?

— Fuera Luke no te quiero ver ahora.

No dice nada más simplemente me mira con tristeza en sus ojos y sale.

Lloro desconsoladamente mi vida ya estaba mal desde antes de conocer a Ethan pero aún así yo pensé que podría cambiar algo con él.

Me mato y yo que pensaba que lo que me mataría era la aburrida vida que llevaba. Me mato y no literalmente si no metafóricamente.

Dejarme en un callejón sola abandonada como un perro, como un animal moribundo fue lo más bajo que pudo hacerme. No solo eso mato a mi bebé.

¿Cómo lo sé?

Sentía vida en mi ahora me siento destrozada.

No hay nada que me una a él. ¿Amor?
el amor que le tenía lo mató. No tuvo compasión conmigo, ¿Entonces porque yo debería tener compasión por él?

Dejó que mis lágrimas purifiquen mi alma porque si hay algo que se hacer en este mundo es llorar. Pareciera que a este mundo solo vine a sufrir.

¿Cómo se le pone fin a una relación que nunca empezó? Es una incógnita que bailará en mi mente.

Dejaré de amarlo cuando empieze a amarme a mi misma.

Afortunadamente hoy empiezo a quererme.

Deje caer kay venda de mis ojos o bueno el mismo me quito la venda que puso ante mi.

La idea de la pasión que nos consumía se acabó porque me siento traicionada, me siento como un juguete lo peor es que tengo claro que lo fui.

Soy su sumisa. O lo era porque eso cambiará.

Me levanto de la cama con ese pensamiento dejar de ser la sumisa de todos esa que con una simple mirada la pueden callar, pero ya no más.

Me visto con lo que encuentro un pantalón muy cómodo.

Salgo por la puerta topandome a Luke.

Mierda Luke. ¿Él que fue en mi vida?

— Yo... — intenta hablar.

— Me voy.

— No puedes irte tienes que...

— No te estoy preguntando. Estoy afirmando que me voy.

— Lauren — su tono es sutilmente amenazador.

Levantó mi cabeza.

— Estoy prefecta gracias por ayudarme pero tengo cosas que hacer.

Me mira y suspira haciéndose a un lado me deja pasar y yo no puedo estar más feliz de ello.

Mis pies caminan solos como si mi cuerpo estubiera preparado para esto.

Cuando cruzó la calle veo a una camioneta siguiendo me. Lo ignoro hasta llegar a la casa de mis padres.

Entró encontrándome con ambos en la sala los cueles me miran con enfado.

— ¿Dónde estabas? — pregunta mi padre.

— No importa.

— ¿No importa? Te estuvimos buscando dos días. ¡Dos malditos días!

Me sorprendo por la maldición que dice mi padre y por el echo de que llevo dos días en el hospital.

— Me voy de la casa.

Me miran atónitos.

No los culpo esa hubiera sido mi reacción si hace meses atrás me dicen que me iría de casa.

— ¿Estás loca? — mi madre me mira incrédula.

Tienen esa mirada que por años me esforzé en que no apareciera en sus rostros.

Pero eh aquí con una mirada de desaprobación.

— Lo sabía andabas de puta.
Yo no me tragaba el cuento del secuestro. ¡No soy idiota!

Me quedo callada. Quisiera ser fuerte y no derramar lágrimas. No es bueno que tus enemigos sepan tus puntos débiles.

— ¿Por qué nos haces esto Lauren?

Eso me hace explotar.

— No quiero vivir bajo sus órdenes. Si es verdad me lo dieron todo pero de qué sirve tenerlo todo si nada de eso es de mi agrado.

— Eres una malagradecida.

— El amor que me faltó con ustedes intenté buscarlo en un hambre que me hizo tanto daño. En un hombre que con una mano me daba con el látigo y con la otra me acariciaba la cabeza.

— ¿Nos culpas a nosotros?

— Para nada los padres nunca van a tener la culpa de las decisiones que sus hijos tomen.

— ¡Dices eso pero nos culpas!

— ¡Ya basta! — gruta mi padre.

Se hacerca a mí para llevarme a la puerta.

— ¿Quieres irte? Está bien lárgate. Pero te vas sin nada todo te lo di yo nada te pertenece y da gracias que te dejó ir porque tu vida también es mía Lauren.

Con esas palabras me deja caer al piso.
Lastimando me las manos y las rodillas.

Me cierran la puerta en la cara pero siento un alivio... No miento siento que me muero.

¿Qué haré ahora?

Me abofeteo mentalmente. Se lo que debo hacer.

Me levanto de apoco dispuesta a ir a buscar a Ethan si quiero desacer me de ese demonio primero debo anular el contrato.

La santa del profesor se acabó.



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Obvio faltan más capítulos esto no acaba aquí.

Faltas de ortografía se corrigen ya que termine de hacer la historia.

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora