Te mató O'connor, te lo juro.

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Llegaron a la misma casa, donde Lauren había sido entregada al "secuestrador"

— ¿Cómo se le ocurrió el secuestro señor? — hablo al fin la rubia cuando bajaron de coche.

— Solo sabía que si no lo hacía no ibas a venir. — Lauren sonrió de cierto modo era verdad.

Subieron unas lindas escaleras para llegar a los cuartos de arriba.

Ethan le dió un vestido muy corto a la rubia para que se lo pusiera según las palabras del ojigris irían a una fiesta no tan elegante como la primera, esto sería más casual.

Lauren se miraba al espejo poniéndose el pintalabios rojo. El vestido negro de tirantes relucía en su piel blanca.

Tenía intriga pues Ethan le dijo que en ese lugar estaría uno de sus castigos.
¿Qué más podría esperar de este hombre?

Repaso su cuerpo con su mirada analizado que no estubiera nada fuera de lugar. Una vez que se sintió lo suficientemente lista bajo.

— Te vez divina — El ojigris quien ya la esperaba en el último escalón, la elogio.

Lauren solo susurro un "gracias"

Entrelazaron sus dedos para comenzar a caminar. Ya el sol se había metido dando paso a la noche y con ella la luna y las estrellas. No hacía mucho frío tal vez un poco.

— ¿A dónde iremos señor?
— Ethan río mientras le abría la puerta del auto.

La rubia no entendio el por qué se rió.

— ¿Dije algo gracioso? — preguntó alzando una ceja.

— No, es solo que a veces me hablas tan formal y otras veces como se te dé la puta gana. — Lauren no dijo nada pues era verdad.

Emprendieron el viaje hasta que llegaron a un club.

Moonlight la rubia leyó el nombre del club en su mente .

Ethan bajo primero para abrirle la puerta. El miedo que Lauren tenía a caerse y pasar por una vergüenza era muy grande tan grande como sus tacones.

Al entrar al lugar había mucha música, gente bailando, besándose, bebiendo, riendo. Divertido, se estaban divirtiendo. Diversión al fin y al cabo.

Para poder hablar tenían que gritar, ya que la música estaba muy alta.

— ¿Un trago? — Lauren negó con la cabeza.

— Yo no tomó — respondió casi gritando para que él pelinegro pudiera oírla.

— No morirás si solo te tomas uno.

La jalo para ir a la barra. Pidieron dos tragos, para que él alcohol hiciera efecto en sus cuerpos.

Pero... ¿Sabían ustedes que el peor enemigo de una mujer es el alcohol?



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— ¡Maldición! — Yuki tiró todo lo que estaba en la mesa.

Más de veinte llamadas y no contestaba su teléfono estaba apagado no tenía caso seguir marcando.

¿Para qué? Si estaba más que claro que no iba a contestar. ¿Con quién estaba? Una zorra esa era la respuesta, ¿Dónde estaba? No lo sabía claro estaba.

Suspiro resignada. Paciencia, paciencia era algo que no tenía, talvez la única cualidad que compartía con su esposo.

Su esposo, mejor dicho un amigo que en ocasiones la folla. Nada más que eso.
El papel de esposo, Ethan no lo sabía jugar muy bien.

— Contesta — apagado. — ¡No puede ser! — chilló molesta.

Con todas sus fuerzas azotó el teléfono a la pared.

— Perfecto — el teléfono quedo con la pantalla rota.

Solo tenía que esperar que Ethan se aburriera de la zorrita con la cual estaba.

¡¿Y si no se aburría?!

Si era verdad Ethan había dicho que no tenía a nadie pero no hace falta ser un adivino para adivinar las cosas que pasan por tus narices.

Bien dicen; ojo de loca nunca se equivoca.

Paso sus manos por su cabello rojo desordenado. Estaba histérica, no había probado bocado, ¿Cómo podía? Si simplemente su marido le había dicho que iría a un viaje de trabajo y al marcar para confirmar el supuesto "viaje" se enteró que todo era mentira.

Se la aplico otra vez, se la aplico el muy idiota.

— Si estás con otra te mató. — susurro viendo la foto de Ethan y ella el día de su boda — Te mato O'connor, te lo juro.

Estaba harta de ser la estúpida de ese idiota, ¿Por que no la amaba? Qué tenía que hacer para que él la amara. ¿Acaso pedía mucho?

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Faltas de ortografía se corrigen al final

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora