Prueba de nuestro amor.

1.2K 33 2
                                    

Acomodó mi vestido por sexta vez, mirándome en el espejo que no me falte nada.

Estoy vestida con un largo vestido blanco de flores negras con mi mejor ropa interior, si por que hasta eso quería que fuera perfecto.

No llevo maquillaje porque no tengo, mi cabello en una cola alta y creo que ya estoy lista.

Salgo de mi habitación para avisarles a mis padres que ya voy rumbo a que me quiten la virginidad.

No, mentira.

— Ya me voy mamá — ella sale de la cosina.

— Dile al padre Ballón que le mando muchos abrazos. — sonrió y salgo lo más rápido que puedo.

Si, mentí dije que iría a la iglesia pero no me culpen, ¿Qué más podría decirles? Mentí diciendo que quería hablar sobre todo lo que a pasado en mi vida al padre Ballón, como si él no la supiera ya.

Camino agarrando mi bolso fuertemente no es de noche, a si que aún hay carros y poca gente caminando.

Me siento indignada porque él no fué por mi, bueno claro que mis padres no le abrirían pero, ¿Por qué no encontrarnos en una esquina? Aunque viendo la situación y en la posición que estoy yo seré siempre la que ruegue por amor.

Bien lo dice la regla número 30. No esperes de tu amo muestras de afecto. Lo más parecido seran los azotes de su fusta, que agradecerás diciéndo "Gracias, MI AMO" o lo que él te ordene.

Checo mi teléfono viendo que esta es la dirección que me mandó. Una casa que por lo que se ve es grande. Toco el timbre de la casa, espero que alguien conteste o me abra. Y eso pasa por que la puerta se abre.

— Pasa — hago lo que dice y entró a la casa.

Pasamos por un lindo patio con flores muy lindas. Una vez dentro analizó el lugar espacioso, limpio y huele rico.

— Pelo suelto. — me quito mi coleta dejando caer mi pelo rubio por mis hombros.

Se acerca a mí para tocar mi pelo. Sonrió. Se aleja de mi de una.

— Sígueme — me guía escaleras arriba.

Subimos esas escaleras que nos llevan al segundo piso. Hay habitaciones pero las puertas están cerradas.

— Quítate los zapatos, tu bolsa y entra. — me quito mis zapatos rápido.

Cuando la puerta se abre puedo ver la habitación roja. Si, roja y negro.

— Entra — despacio camino viendo todo lo que hay.

Si que me va a romper por la mitad.
Pienso. Al ver todo lo que tiene.

Látigos colgados en las paredes junto con cuchillos, collares parecidos a los de algún perro peligroso, esposas, mordazas son sólo unas cuantas cosas que adornan el lugar.

— De rodillas — me pongo de rodillas sin decir nada.

Con la cabeza en alto mis ojos se encuentran con los de él. Desde esta posición se ve todavía más imponente, más fuerte, más grande.

— Te diré las reglas, que cumplirás al pie de la letra. — asiento. — palabras.

Se lo que quiere.

— Si, señor. — sonríe satisfecho.

— Además de las que ya leíste también pondré otras. — camina hacia un armario. — Cuando entres a este cuarto será sin ropa, sin zapatos y con el cabello suelto.

— Si, señor.

— No celos y no exclusividad, bueno de ti si espero exclusividad.

— Esta bien, señor.

— Quítate la ropa — rápidamente me quito mi vestido, quedando solo en ropa interior — Toda la ropa — con las mejillas teñidas de vergüenza lo hago.

Se para delante mío con un cinturón de cuero. Tragó en seco al verlo sin camisa dejando a la vista su abdomen tonificado y sus tatuajes.

— Si, no obedeces habrá castigo. — se mira tan guapo y todo esto hace que mi mente diga que fue una gran idea aceptar  — ¿Entendiste?

— Si, señor. — mencionó firme.

— De pie — me levanto rápido.

Toma mi mano y me pone un brazalete de oro blanco con la inicial "E"

— El blanco es tu color Nonne — lo miro a los ojos. — de rodillas.

Lo vuelvo a hacer. Camina al rededor de mi tentando me, ¿Qué pretende? No lo sé, lo que si sé es que mi corazón late desenfrenadamente.

— El dolor también es placer Nonne, solo tienes que hallarle el sabor. — al terminar de decir esto su cinturón cae sobre mi espalda.

Un grito de dolor sale de mi garganta. Se pone delante de mí y me besa pero está vez más recio mordiendo mi labio inferior sin ningún remordimiento el tono dulzón de mi sangre juega con nuestras lenguas.

No puedo decir que esto no me está gustando porque mentira de la peor forma.

— Te presentaré con unos amigos.
— me toma de la mano para llevarme a un sillón de cuero negro.

Me sube arriba de él y vuelve a unir nuestras lenguas, toca mi culo con descaro.

Aprieta mis senos y juega con mis pezones haciendo que estos se pongan duros.

Se aleja un poco para mirarme bien. ¡Pero yo no quiero que me mire yo quiero que siga!

Estira su mano hasta la mesa que hay al lado del sillón y pone dos pinzas en mis pezones.

— Duele — su mano estamos con fuerza sobre mi nalga. — Señor. — corrijo al ver que se me olvidó.

— Que mal — dice con burla. — Iremos a que te hagan unas perforaciones en los pezones.

Me tiento a negar pero "una sumisa no puede decir que no"

— Si, señor. — quiero besarlo pero se aleja.

— Recuerda es cuando yo quiera. — reprimo una mueca — te traje ropa muy sexy que se que te quedará a la perfección. — me baja de sus piernas.
— Te quiero a cuatro patas hasta que regrese.

Con un poco de vergüenza lo hago.
Sale del cuarto con una sonrisa de satisfacción.

No duro mucho hasta que regresa.

— Arriba — me levanto.

Veo el vestido rojo vino, una pequeña bolsa negra, zapatillas.

— Póntelo. — me lo da.

Me pongo el vestido con cuidado por que me duele el cinturonazo que me dió y las pinzas bueno ya no es tan doloroso solo incómodo.

— Ten esto es maquillaje. — me estira otra bolsa.

— Gracias, señor. —  Solo me mira.

— Sigueme, las zapatillas te las pones afuera. — pero que maleducado no dijo "de nada".

Lo sigo a paso rápido hasta un baño.

— Hay un espejo. — señala con la cabeza — Te espero abajo. — Sale sin decir nada.

Veo mi reflejo, y después la bolsa de maquillaje, ¡Nunca me he maquillado! Me niego a parecer payaso.

Suspiro derrotada. Paso mis dedos por la tela del vestido, es cara y linda. Y el brazalete que me dió es hermoso.

¿Qué le diré a mis padres cuando lo vean? No lo sé, lo que si sé es que este brazalete no me lo quito por nada es una prueba de nuestro amor. O bueno una prueba de nuestra relación basada en lujuria.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Qué puntual ┌(★o☆)┘

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora