Demaciado fácil.

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Camino lo más rápido que puedo a su departamento.

Pero o no la maldita camioneta me sigue.

Cansada me para en seco.

Viendo como dos tipos bajan de este auto. Me acerco a ellos

— ¿Necesitan algo? — intento forzar una sonrisa.

Tal vez lo que yo necesito es un balazo para que descanse en paz mi alma y mi corazón.

Los tipos me miran de arriba a abajo.

— El Niorp te espera.

Suelto una carcajada irónica, ¿Es encerio?

— Vamos.

Me subo a la camioneta. Los tipos me miran sorprendidos, lo más seguro es que no hayan tenido una víctima que cooperase pero la verdad estoy cansada para hacer un show.

Además ellos no me matarán me necesitan viva. ¿No?

No tarda mucho cuando llegamos a la ya conocida manción del Niorp.

— Cuídate rubia y buena suerte.

— No necesito tu buena suerte.

Reprocho molesta ante su risa burlona.

— Oh créeme todos necesitamos buena suerte.

Ruedo los ojos y camino adentrándome a la casa.

Camino por los pasillos pero no hay nadie a la vista.

¿Dónde están todos? Bueno no es que me importe saber dónde están pero si el Niorp me citó es porque quiere verme pero yo no lo veo.

— Genial — digo en voz alta.

Me siento en unos de los sillones que se ven caros pero que importa mi lindo tracero no les hará daño.

Daño.

Daño el que me hicieron a mi.

Me tragó el nudo que se forma en mi garganta.

— Eres linda.

Me levanto de golpe tras escuchar una voz fuerte.

— ¿Mando que me secuestraran?

— Soy muy original, ¿no creés?

— Demaciado diría yo.

— Cuéntame tus penas

Cerré mis ojos. No puedo confiar en él pero es que cuando uno se está ahogando se agarra de cualquier rama para no hundirse.

— Ethan mato a mi bebé.

— Valla, ¿Y tú lo matarás a él?

— No.

— ¿Por qué no?

— No podría vivir.

— Lo amas.

— Nunca lo ame.

Nos miramos fijamente.

— Mientes quieres verlo sufrir pero no quieres ser tu su verdugo.

Pienso mi respuesta pero no hablo tan solo afirmó con la cabeza porque tal vez esas palabras tengan razón.

— Acompáñame.

Camino a su lado un poco dudosa salimos al patio el cual es muy grande.

Me vista pasea por los árboles hasta que se topa con algo que me roba el aliento.

— ¿Pero qué...?

Atados a unos árboles se encontraban Luke, León y otros tipos que no conocía.

— Cariño estos hombre que están aquí son peligrosos escorias de la vida personas que no merecen respirar el mismo aire que nosotros.

— Y si es así, ¿Por qué no estás amarrado?

— Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado querida.

Me quede callada.

Mi mente trataba de poner mis pensamientos en orden.

— No te agobies. Me gustan los juegos y con estos hombres me divertíre.

Lo miré sin entender.

— Lástima que solamente uno puede llegar al final los demás deben de morir.

— ¿Cómo?

— Deben ser eliminados, ¿y sabes? Tú eliminaras al primero.

Hizo una seña y uno de sus hombres se acercó a él con un rifle en mano entregándose lo a él.

— Toma querida.

Me estiro el rifle más sin encaminó no lo tome.

— ¿Cómo sabes que no usaré eso contra ti?

— No eres tan tonta aunque lo parezcas.

Me quede callada.

— Apunta y dispara al que quieras.

Nadie me obligó, nadie me puso un arma en la cabeza al contrario era yo la que tenía el arma en mano.

Y dispare.

A un tipo que no conocía pero ya hacia muerto con un hueco en la frente.

Me sorprendí al ver mi puntería no era nada mala.

Y al parecer a el Niorp también le sorprendió.

— Exelente.

Sonrió de oreja a oreja.

— Llévalos al sótano que todavía no acabamos con esto.

No dije más nada solo acepte su mano cuando la estiro ante mí y ambos fuimos caminando hacia dentro de la casa.





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Estoy ovulando así que se vienen escenas turbias.

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora