Uy ya va a llorar

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— Todo lo que dice es mentira solo me está confundiendo — el ojo azul miró atento.

La chica se levantó muy cabreada con la cara roja y los ojos llorosos.

Uy ya va a llorar.

Niorp calló de golpe cuando unos disparos se escucharon de pronto. No sé inmutó pues supo a la perfección quién era.

Ya se le hacía extraño que no se la haya echo de cuadritos el día que se encontraron en el club, tal vez él tampoco lo reconoció.

La puerta se abrió de golpe y un enojado Ethan entró por esta.

Apuntaba directo a Niorp con solo jalar el gatillo la sangre correria.

— Solo vengo por algo que es mío. — Niorp hizo una mueca.

— ¿Tan pronto? ¡Pero si apenas iba a probar su sangre! — Ethan rodó los ojos.

Lauren palideció. Entonces, ¿Él si tenía  un fetiche raro con la sangre?

El pelinegro le hizo una seña con la mirada la cual la chica obedeció enseguida. Corrió a esconderse atrás de él.

— Nos vamos  — el pelinegro bajo el arma y agarró a Lauren de la mano para salir de ese maldito lugar.

— Nos veremos pronto Aziel, tu y yo tenemos cuentas que arreglar.

El pelinegro se quedó estético en su lugar, su cabeza se llenó de recuerdos, recuerdos que siempre trato, trataba y tratará de borrar.

Apretó su mano con fuerza en el arma. Voltio y disparó. El sonido retumbó por toda la casa.

Niorp soltó una carcajada.

— Odio el puré de papa. — el disparo había caído en la comida rompiendo platos y vasos.

Siguieron su camino por un lago de sangre la mayoría de guardias de Niorp estaban muertos con un disparo en la cabeza.

La chica tenía una mano en la boca y se estaba aguantando el vómito, estas escenas le parecían asquerosas.

Quería ir a sus casa y abrazar a su madre o a su perro gordo.

Entre jalones llegaron al estacionamiento.

— Tenemos que hablar — dijo sería Lauren.

— Claro que hablaremos. — Ethan  también estaba serio.

El camino fue largo y silencioso, silencios incómodos. Esos son los peores.

Ambos estaban sumergidos en sus pensamientos, quizás pensando que se dirán uno al otro.

Llegaron a la casa donde se estaban quedando.

Bajaron del auto pero ni uno de los dos entró solo estaban ahí. Afuera pensando si entrar o no.

— Corre — dijo al fin el pelinegro.

— ¿Eh? — frunció el ceño sin entender.

— Dije que corras y esconde te porque si te atrapó o encuentro no podrás caminar en días.

Lauren no lo pensó dos veces y corrió dentro de la casa. Las palabras que le había dicho el ojigris sonaban sinceras. No sé quedaría a preguntarle si eran de verdad o no.

Ethan se quedó allí observando cómo la rubia corría escaleras arriba. Suspiro y entró. Tan solo con poner un pie dentro y cerrando la puerta con broche el también corrió.

Lauren corrió más rápido cuando notó que él ya la perseguía.

— ¡Diablos! — grito cuando callo al piso.

Intento ponerse de pie, pero Ethan se  subió arriba de ella.

— Déjame — él mordió su oreja — ¡Mentiroso! — grito ella de nuevo.

La arrastró hacia la escalera entre galones. Cundo estaban al borde de la escalera Ethan la dejó caer.

La había empujado para que cayera escaleras abajo.

Lauren dió vueltas golpeándose los brazos intento cubrirse la cara pero aún así no se libro de los golpes. La nariz le sangraba.

Ethan viendo que su chica ya se encontraba abajo. El también bajo a paso relajado.

Ya abajo la agarró de las greñas, volviendo a jalarla. La chica grito. La subió a una mesa y la puso boca abajo. Rompió su vestido blanco.

— ¡Oye! — grito de nuevo.

Una nalgada se estampó en su tracero.

— Tu tracero es lindo — las mejillas de Lauren se pusieron color rojas carmesí.

Ethan empezó a besar las nalgas de Lauren, embriagando se con su aroma.

Se quitó la camisa dejando al aire su pecho definido.

También el cinturón pero este lo uso para darle un azote a Lauren.

— ¡Aaaa! — la chica grito de susto.

— ¿Cuántos crees que te mereces y por qué? — no recibió respuesta.

La golpeó recio.

Otro grito por parte de Lauren.

— Cinco, porque yo no tuve la culpa de que me secuestraron señor — habló con dificultad le dolía el cuerpo por haber caído de las escaleras.

— ¿Qué dices qué Diez te parecen bien? — la chica apenas iba a negar cuando sintió el cuero caer en sus nalgas.

Hizo una mueca cuando sintió otra vez como el cinturón golpeaba con fuerza su tracero.

— Espero que los cuentes — Lauren cerro los ojos con fuerza.

Empezó a contar, a medida que el tiempo abanzaba los golpes eran más fuertes, no eran para exitarla eran para castigarla.

Los diez azotes terminaron y una alegría inundó el corazón de la chica.

— ¿Y por ser me infiel cuántos? — Acarició su rojo tracero.

— Diez señor — si ya soporto diez que no pueda con otros.

Ethan sonrió.

— ¿Por qué? — metió un dedo en su ano.

Lauren grito al sentir el dedo frío de Ethan en esa área. No le desagradaba pero era raro.

— Porque le fui infiel señor — Ethan movió su dedo.

Era tedioso apenas y los podía mover.

— ¿Lo disfrutes? — metió su dedo con más brusquedad.

¿La chica lo había disfrutado? No la verdad que no, ¡Ni siquiera pudo acabar!

— Si... Señor — susurro.

Ethan apretó la mandíbula.

Saco su dedo del interior de Lauren y bajo su atenta mirada lamió el dedo.

— Me detendré hasta que aceptes que solo mi polla te puede hacer sentir feliz y satisfecha.

Lauren rodó los ojos.

— Es un simple pene.

— No es un simple pene, porque este es el pene. — apretó el bulto que tenía en su pantalón el cual estaba empezando a dolerle.

Azotó su mano en su tracero recio, robándole un grito de dolor a Lauren.

— Y verás qué es lo que puede hacer.
— Volvió a acariciar su erección la cual le gritaba que quería estar dentro del coño de esta chica.

Sonrió. Maldita seas Lauren.

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¡Boom! 

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora