I-D-I-O-T-A

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Suspiro mirando mi vestido por sexta vez me veo decente.

Volteó a ver la prueba de embarazo.

Positivo.

Sonrió. No me siento preocupada.

¿Ethan? Lo más seguro me matará.

Pero que más da mi vida ya no tiene mucho sentido.

Salgo de mi habitación encontrándome con mi madre a medio camino.

— Te ves feliz.

— Estoy feliz.

Me sonríe. Sigo con mi camino  hasta la salida camino solo unas cuántas cuadras para llegar a la iglesia.

Entró a la camilla. Que recuerdos.

— En el nombre del padre del hijo y del espíritu santo amén.

— Amén — digo junto al padre.

— Cuéntame tus pecados hija mía.

— El pecado de lo carnal me persigue padre pero este va junto de la mano con el amor.

— Hija mía eso no puede ser.

— ¿por qué no?

— ¿Como el bien podría amar al mal?

— Lo se pero esto es real.

— A veces solemos creer en mentiras y volverlas nuestra realidad.

Me quede callada. No creía que Ethan me amara pero yo sí a él. Y para mí eso era suficiente. No pido más aunque se que me merezco más, mucho más.

— Tengo que irme padre.

— No caigas en tentación Lauren.

— Es como decirme que no respire padre.

Salgo de ese lugar pues siento una opresión en mi pecho.

¿Cuánto tiempo llevo siendo la sumisa del profesor? Mucho.

Ser la puta que está esperando dispuesta a sus pies ya no se me hace tan deseoso.

Quisiera gritarle NO ya no quiero pero eso no es permitido.

Dejó que mis pies me guíen hasta su apartamento.

Una vez que llegó hasta la puerta mis nudillos tocan la puerta está se habré casi al instante.

— Pasa.

En cuanto entre me tiró al piso pues él a puesto esta regla.

— Mi señor hay algo de lo que quiero hablarle.

— ¿Te di permiso de hablar? — pregunta sentándose en el sillón frente a mi.

Sigo con la cabeza gacha.

— ¡Contesta! — odio eso odio sus repentinos cambios de humor
— ¿Acaso eres muda?

— Lo siento mi señor.

No dice nada pero siento su mirada sobre mi cuerpo.

— Hoy vendrán a comer unas personas importantes.

— ¿Me presentarás con ellos?

— ¿Estas tuteando me?

— No mi señor.

— Toda falta de respeto hacia tu amo será sancionado y está no es la excepción.

No digo nada se levanta del sillón y camina hacia mi.

— Lo que tengas que decirme me lo dirás después de la comida.

— Si señor.

Me agarró del brazo para llevarme a su habitación.

La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora