Eso es todo y nada más.

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Siento como el dildo se enciende.

Mi espalda se curva ante la sensación.

¿Miedo es lo que siento?

No había pasado tanto tipo desde que me dejó cuanto máximo 20 minutos.

Escucho pisadas. Ruego que sean las de mi profesor.

Pasan de largo por el pasillo de la habitación. El dildo sigue haciendo su trabajo pero no vibra tan alto. Vuelvo a escuchar los pasos pero nuevamente se alejan.

Suelto el aire que tenía retenido.

Escucho más voces de tipos que no conozco por lo que deduzco que Ethan no me mintió si hay más hombres además de él. Que canalla.

No vuelve a pasar mucho rato cuando vuelve a vibrar dándome esa sensación por todo mi cuerpo.

¿A todos les dieron ganas de ir al baño o qué demonios?

Solo que esta vez vibra más intenso. Eso hace que mis nervios suban de nivel. No que no se me acerque nadie.

Suelto un gemido que es ahogado por la mordaza.

Poco a poco el dildo baja intensidad.

El sudor recorre por mi cara y mi cuerpo.

No sé cuánto tiempo pasa. Pero calculo que a pasado mucho.

Otra vez. Nuevamente el ya conocido dildo vuelve a hacer aparición en mi parte íntima.

Me muevo temerosa sobre la cama. Me duelen las manos. Vibra de nuevo más intenso escucho pasos acercándose y alguien entrar a la habitación.

Estoy perdida.

Los paso no sé detienen hasta que siento que llegan a un lado de mi. Quiero suplicar que no me haga daño pero en mis condiciones como es evidente no puedo.

Sus dedos fríos acarician mis brazos amarrados.

Besa mi ombligo poco a poco baja su mano y saca de mi el dildo el cual mo sustituye con sus dedos. Los cueles exploran mi interior. Huelo su perfume pero con el miedo no distingo el olor.

Me siento mal ¿Por qué Ethan no viene a ayudarme?

Me quitan la venda de los ojos, mis ojos se acostumbran a la luz miro al hombre que tengo frente a mi y solo deseó matarlo.

El ojo gris me devuelve la mirada victorioso como si meterme miedo le agradará.

— Ya se fueron.

Saca sus dedos y los lleva a su boca. Desamarra mis manos.

Mis muñecas están rojas por la marca del cinturón. Eso duele.

Me quita la mordaza eso también me duele. Todo lo que pasa en mi vida duele.

Ve mi cara lo más seguro es que sabe que me duele así que las besa parece un gesto cualquiera pero para mí no lo es, para mí hace que todo dentro de mi se remueva.

— Querías decirme algo.

Asiento con la cabeza.

— Si señor — agrego sabiendo que no le gusta solo los gestos.

— Dilo.

Vamos dilo. Grita todo de mi.

— Estoy embarazada.

— ...

Nada silencio su cara no expresa nada pero no sé le ve feliz.

No sé en qué momento me tiró al piso.
Caí de cara contra el suelo frío.

¿Por qué hizo eso?

Sabia que iba a apuñalar me en cualquier momento. Ethan no era cobarde la apuñalada no me la iba a dar en la espalda si no de frente.

— ¿Cómo que embarazada? Estas escuchando lo que me dicen.

Asiento con la cabeza.  intento pararme para estar a su altura y así poder hablar mejor. Pero es inútil.

— Juro que es verdad señor. En mi bolso está la prueba.

Me patea. Me doblo gracias al dolor. Cubro mi panza rezo a Dios que me proteja.

— ¿Qué haces vas a lastimar a mi bebé?

— ¿Está segura que es mío?

Una simple pregunta hace que mi corazón duela. ¿Por qué duda de mi?

— ¿Te e dado motivos para que desconfíes de mi Ethan?

—  Me abriste las piernas cuando no me conocías del todo. No me digas que no crea que eres una zorra.

Me levanto con todo el dolor que siento porque mi entrepierna también me duele.

No sé lo espera y quizás yo tampoco.

Le doy una cachetada lo golpeó fuerte por decirme que soy una zorra, por no creer en mí, por enamorarme, por hacerme creer falsas esperanzas, por estar casado, por ser un poco hombre, por ser mi perdición.

Sus puntos están apretados fuertemente por el coraje.

— Es tuyo y si no crees en mis palabras espera a que mi hijo venga a este mundo para que le hagas una prueba de paternidad.

— Creeré en tus palabras — suspiro aliviada — porque ese niño no vendrá a este mundo por lo tanto no podré hacerle una prueba de embarazo.

No me da tiempo de reaccionar cuando suelta el primer golpe haciendo que caiga al piso. Mi cabeza se golpea fuertemente con el piso los golpes siguen como una lluvia.

Las patadas mandan ya que es lo que más recibo todos los golpes van directo a mi barriga intento cubrirlo sin éxito alguno.

— ¡Para! — digo entre lágrimas.

La desesperación que siento es enorme. No puedo defenderme.
¡No puedo defender a mi bebé!

— por favor...

Susurro ya sin fuerzas por fin se detiene y doy gracias al cielo.

Sale de la habitación echo una furia. No paro de llorar, ¿Cómo podría?

Siento mi cuerpo adolorido observó mi entrepierna y todo mi mundo cae a pedazos. Sangre escurre de ese lugar.

Intento pararme pero me es imposible gateó como un animal herido buscando ayuda. Salgo afuera de la habitación viendo a Ethan sentado en el sillón fumando como si la mujer que tiene a su hijo en su vientre no estuviera muriéndose desangrada.

— Ayúdame — susurró sin fuerzas.

Me ve más sin embargo no me ayuda.
Me ignora .

— Es tu hijo.

Suelta el humo de sus labios para mirar hacia otro lado.

¿Me dejaría morir? Yuki tenía razón el no me quiere y yo tampoco.

Dejó que la oscuridad me envuelva en sus finas mantas, dejó que el sueño llegué a mis ojos. Oscuridad es lo que veo eso es todo y nada más.

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¿Hace cuánto que no paso por aquí? pero es que tengo una vida muy ocupada. Ya estaré más activa. jajaja.
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La santa del profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora