25. Un vale para la diversión

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Después de un día de trabajo tranquilo, María y Lisa se acercaron a mi escritorio para ultimar detalles sobre nuestro plan para esa tarde. Hicimos algunas bromas y reímos juntos mientras repasábamos los preparativos.

—¡Aquí tienes, Evan! —exclamó María, extendiéndome un vale para una tienda de disfraces—. ¡Es un regalo para ti! Sabemos que te será útil para llevar a cabo nuestro plan. 

Agradecí emocionado el gesto y prometí hacer buen uso del vale.

—¡Es perfecto! —exclamé, con una sonrisa—. ¡Definitivamente ayudará a hacer realidad nuestro plan!

Lisa asintió con entusiasmo y añadió:

—¡Sí, aprovecha para llevar a Emma a la tienda y luego al parque! Será una experiencia inolvidable. 

Con el vale en mi bolsillo, me despedí de las chicas con más besos en las mejillas y salí a la calle, sintiéndome un poco cansado pero emocionado por lo que estaba por venir. Al llegar a mi propio piso en el edificio, me dirigí directo a la ducha para refrescarme. Mientras me miraba en el espejo y me arreglaba, recordé el vale en mi bolsillo y decidí que era el momento perfecto para sorprender a Emma. Sin perder tiempo, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Emma por WhatsApp. Su respuesta llegó rápidamente, llena de energía y sensualidad, lo que aumentó mi emoción por lo que estaba a punto de suceder.

—¡Hola, cariño! ¿Qué sorpresa tienes para mí? —respondió Emma con su característico tono juguetón.

—¡Tendrás que esperar para descubrirlo! Pero te aseguro que te encantará —respondí, con una sonrisa pícara. 

Emma, en un intento para vencer mi secretismo, comenzó a  enviar audios sugerentes. Sentí cómo mi resistencia se desvanecía lentamente. Su tono de voz, dulce y seductor, era irresistible, y sus expresiones sexys, inspiradas en sus actrices favoritas como Audrey Hepburn y Marilyn Monroe, me dejaban sin aliento.

—Evan, cariño, ¿acaso no quieres darme aunque sea una pequeña pista? —susurró Emma con un tono meloso.

Traté de mantener la compostura, pero cada palabra de Emma hacía que mi corazón latiera más rápido.

—Lo siento, preciosa, pero es una sorpresa. Tendrás que esperar para descubrirla —respondí con una risa nerviosa.

Emma intensificó su tono sensual, utilizando todas sus armas de seducción.

—Vamos, Evan, no seas tan cruel. Sabes lo mucho que me gusta cuando juegas así conmigo —susurró, con un deje de picardía en su voz.

Traté de resistir, pero cada vez se me hacía más difícil. Aunque sabía que debía mantener la sorpresa, el deseo de complacer a Emma era abrumador.

—Lo siento, cariño, pero esta vez me toca a mí guardarme el secreto. Pero te prometo que valdrá la pena esperar —respondí, con un suspiro.

Emma, derrotada pero con buen humor, hizo una broma para aligerar la tensión.

—¡Ay, Evan, siempre tan misterioso! Bueno, supongo que tendré que conformarme con imaginar qué sorpresa tienes preparada para mí. Pero te advierto, ¡me las pagarás! —dijo, con una risa juguetona.
—¡Oh, Emma, siempre tan vengativa! ¿Estás segura de que quieres meterme en tu lista negra? —respondí con una risa, siguiendo su juego.

Emma replicó con más comentarios juguetones, aumentando la tensión entre nosotros.

—Evan, cariño, te advierto que cuando me haces esperar, las consecuencias suelen ser... interesantes —dijo con una voz melodiosa.

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