La vecina

20. Primero la comida, después...

Sentados a la mesa, Emma y yo disfrutábamos de una deliciosa lasaña vegana, repleta de capas de berenjenas, espinacas y una mezcla exquisita de salsas.

—Emma, esto está increíble. No puedo creer que sea vegano —le dije, saboreando cada bocado.

Ella sonrió con satisfacción.

—Ya te lo dije, la comida vegana puede ser sorprendentemente deliciosa. Además, esta tiene un toque afrodisíaco. ¿Lo sientes?

Me reí ante su comentario juguetón.

—¡Quizás deberías abrir un restaurante vegano afrodisíaco!

Emma se rió y luego, con un tono más serio, me miró a los ojos.

—Estos días contigo han sido increíbles. Me has hecho reír y sentir cosas que no había sentido en mucho tiempo.

Balbuceé, incapaz de creerlo del todo.—No sé cómo lo hago, pero estoy disfrutando cada momento contigo.

Emma puso una mano en mi mejilla y me miró con ternura.

—Deberías darte más crédito. Eres una persona increíble.

Negué con la cabeza, siendo autocrítico.

—Suelo ser demasiado cruel conmigo mismo.

Ella acarició mi mano suavemente.

—Ya lo veo. Dentro de ti hay una hermosa persona y, claro, un amante muy fogoso.

Me sonrojé y traté de responder, pero Emma continuó con sus bromas juguetonas.

—¿Ves? ¡Eso confirma mi teoría! Pero, en serio, deberías aprender a aceptar los cumplidos.

Mientras continuábamos con la cena, Emma dejó escapar una risa traviesa.

— ¿Tienes alguna idea de lo que estoy planeando para después?

Levanté una ceja, intrigado.

—¿Qué estás tramando, Emma?

Ella sonrió pícaramente y se chupó los dedos de manera sugerente.

—No sabes lo que preparé, pero ya quiero comerte todo.

Me quedé sin palabras, y la noche prometía más risas, amor y un toque de erotismo mientras compartíamos una cena que había pasado de ser simplemente vegana a ser el preludio de algo más íntimo entre nosotros.