Mientras trataba de no quedarme sin cerveza, comencé a contarle a Emma los entretelones de mi vida pasada. Hacía pocos años que había dejado la vida de estudiante atrás, con todo lo que ello implica, pero parecía todo tan ajeno a mí. Como espiar por la rendija de un armario viejo y gastado, abandonado a su suerte. Pero mientras más contaba, las cosas comenzaron a llegarme de golpe, como una inmensa ola que golpeara mi memoria dormida. Asaltado por la nostalgia reciente, empecé por el principio, el día que dejé la casa de mis padres para siempre.
— ¿Así que esto es lo que quieres? —me dijo papá. Su barba tupida la tapaba la mitad de la cara. Su mirada sin embargo, ese día se veía diferente. —
— Sí. —le dije— Lo estuve pensando durante mucho tiempo y me parece que ya es tiempo de hacerlo.
Estábamos en mi "pequeño estudio". Una especie de cuartucho que él me había ayudado a levantar con un par de herramientas y ladrillos sobrantes. Yo me escapaba cada tanto allí, a huir de la vorágine de la vida escolar y social. Bueno, yo no tenía mucha vida social, pero últimamente las cosas habían comenzado a acelerarse de un modo que no tenía idea. Cuando sentía que mi cabeza iba a explotar debido a la mezcla de todo lo que mencioné, iba a mi cuartucho y escribía para no pensar en nada más. Las pocas horas que pasaba ahí encerrado, me preocupaba por darle nueva vida a mis personajes mientras ponía de fondo algo de Jazz: Ella Fitzgerald, Etta James. Se vivía bien en esa época.
MI padre encendió un cigarrillo y dijo:
— ¿Ahorros? Imagino que tienes algunos. No creo que hayas sido tan poco previsor.
Recuerdo haber sonreído y aunque intenté mantener la mirada fija en mi padre, no pude hacerlo. Ruborizado como estaba, fui hasta un rincón done había dejado una vieja caja de zapatos. La saqué y la puse encima de mi escritorio. Mi padre, intrigado, la abrió y vio un montón de billetes arrollados con cinta. Los contó y vio que eran muchos.
— ¿Cuánto hay acá? —me dijo—
— No sé. —dije— Pero bastante para vivir bien por un tiempo. No sé. Hay varias cosas que tengo planeadas, pero ni tu ni yo sabemos que nos puede pasar mañana.
Mi padre asintió. Era una frase que solía usar mucho, cuando las cosas iban mal.
— Cierto. —dijo— ¿Le contaste algo de esto a Mary?
Volví a ruborizarme pero esta vez mi mirada se sostuvo a duras penas, tratando de que él supiera cómo me sentía. Mary era la nueva esposa de papá, y se había mudado hacía muy poco con nosotros. Una de las razones por las que me había ayudado a levantar "mi estudio", era para tratar de ganarse mi confianza. Él quería, después de todo, mi aprobación.
— No le dije nada. Quería que los supieras primero.
Papá aplastó su cigarrillo en el piso con sus enormes botines de trabajo. Suspiró y rascándose la barba dijo:
— Ella es como una madre para...
— No, ella no es...
— Sí, lo es. —dijo— Si vive conmigo y duerme conmigo...
— Por favor, papá.
— Dejame terminar. —dijo— Si vive conmigo, y duerme conmigo es como tu madre. Debe ponerlo en alguno de esos libros que lees tanto. ¿Eh? ¿A qué sí?
No dije nada. Me rasqué la cabeza, nervioso, esperando que la charla retomara su curso.
— ¿Y a dónde te gustaría ir? —dijo papá—
![](https://img.wattpad.com/cover/193373534-288-k834615.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La vecina
Teen Fiction- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...