12. En el nombre de la luna

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Emma siguió vistiendose como Serena de Sailor Moon, cada movimiento era una deliciosa provocación. Detrás de la puerta, daba pasos sensuales, dejando entrever pequeños movimientos sutiles que solo aumentaban mi anhelo.

Con una voz coqueta, comenzó a tararear la intro de Sailor Moon, y mi deseo ardió con cada nota.

—Eres cruel, pelirroja —murmuré, incapaz de contener mi deseo de verla por completo.

No pude evitar deslizar mi boxer y empezar a tocarme, anhelando el momento en que Emma se revelara por completo. Emma bailaba, retrasando el momento, sabiendo lo que estaba haciendo conmigo. Yo estaba loco de deseo, y ella lo sabía.

Finalmente, Emma salió tras la puerta, y su aspecto era completamente irresistible. Llevaba una microfalda de 10 centímetros, un top ajustado push up que realzaba sus encantos, y accesorios que incluían calcetas hasta los muslos con encaje y un lazo rojo que acentuaba su sensualidad.

Al verme tocándome, Emma comentó con una sonrisa traviesa:

—Vaya, estás empezando sin mí.

—Solo estoy afilando la espada para mi guerrera —respondí con sarcasmo, mirándola con deseo.

Emma se acercó, su mirada lujuriosa.

—Espero que esa espada esté bien afilada —dijo con provocación.

—Eso ya me lo dirás tú, pelirroja —contesté con una sonrisa.

Emma, lanzandose como una verdadera guerrera, se montó encima de mi erección y su cuerpo vibró por completo al sentir como entraba en ella todo mi deseo.

—Por el poder de la luna, ¡qué dura está! —exclamó Emma, haciendo una referencia audaz a su apariencia como la famosa Sailor Moon.

—¿A qué te refieres? —pregunté, disfrutando de su coquetería.

Emma sonrió con ironía mientras comenzaba a moverse encima de mí con placer evidente.

—Cariño, sabes a lo que me refiero —respondió, sus caderas moviéndose en un ritmo sensual y provocativo.

Mis manos se aferraron a sus caderas, y ambos gemimos en respuesta a la intensa conexión que compartíamos. Emma era una visión de erotismo vestida como Serena, y yo estaba completamente hipnotizado por su sensualidad.

Me estreché aún más contra ella, el deseo aumentando con cada movimiento. Nuestras bocas se encontraron en un beso apasionado, y mi lengua exploró su boca con avidez. Cada gemido y suspiro eran como combustible para nuestro fuego compartido..

—Eres una Sailor Moon muy traviesa, ¿sabías? —murmuré entre besos, disfrutando del juego erótico.

Emma respondió con un gemido y continuó moviéndose encima de mí, llevándonos a ambos a nuevas alturas de placer.

—No solo soy traviesa, cariño, soy muy, muy traviesa —dijo Emma con una sonrisa pícara mientras seguía moviéndose con placer.

Sus caderas se movían con gracia y erotismo, y sus pechos parecían rebotar a gusto con cada movimiento. No pude resistir la tentación y me incliné para besar y lamer sus pechos, provocando gemidos de placer en Emma.

—¡Oh, sí, así, cariño! —gimió Emma, sus manos acariciando mi espalda mientras sus caderas se movían con más intensidad, permitiendo que mi erección la penetrara más profundamente.

—Tu habilidad para hacerme poner tan duro es impresionante —admití, disfrutando de cada segundo de nuestra pasión.

Emma soltó una risa traviesa y provocativa.

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