La mañana nos encontró desnudos, abrazados y completamente satisfechos. Emma, con un aire juguetón, tomó un trozo de las sábanas y las usó como túnicas improvisadas antes de dirigirse al baño. Cuando regresó, me vio con una sonrisa traviesa mientras se acercaba a la cama.
—¿Te gusta lo que ves, cariño? —dijo, haciendo un pequeño giro sensual.
No pude evitar elogiarla:
—Eres la visión más hermosa de la mañana.
Emma se recostó a mi lado, y con una mano acarició suavemente mi miembro dormido. Su voz se llenó de diversión mientras hacía un comentario gracioso:
—¡Oh, parece que alguien todavía duerme profundamente!
Cada gesto y palabra entre nosotros era una danza de coqueteo y sensualidad. Nos entregamos al momento con risas y caricias, disfrutando de la intimidad compartida. Emma decidió comenzar el día con un par de masajes, centrando su atención en mi miembro. Mientras acariciaba, no escatimó en elogios:
—Cariño, debo decir que tu desempeño fue excepcional anoche, y tus habilidades amatorias son absolutamente increíbles.
Me sonrojé ante sus palabras halagadoras y le respondí con una sonrisa traviesa:
—Bueno, creo que tienes algo de mérito en eso, Emma. Tu entusiasmo es contagioso.
Emma se levantó de la cama, desnuda, y caminó con sensualidad hacia su armario. Decidió vestirse de manera extremadamente sexy: un brassier push-up, una microfalda sin bragas debajo y una blusa ajustada al cuerpo que realzaba su voluptuoso busto. Emma irradiaba pura sensualidad mientras se vestía.
Mientras se arreglaba, se tocaba el cuerpo y se miraba al espejo, desatando un juego de seducción. No pude evitar elogiarla:
—Te ves más que linda, Emma. Eres pura tentación. La microfalda resaltaba su trasero delicioso, y la blusa delineaba su busto lleno de vida.
—Cariño, ¿te gustaría desayunar conmigo? —me invitó, su voz llena de seducción.
Respondí con una sonrisa traviesa:
—Claro, Emma, ¿cómo podría resistirme a una invitación tan tentadora?
Emma mencionó que tomaría café, pero sin leche, y añadió con una risa:
—Anoche me llenaste de leche, me empachaste.
Le devolví la broma:
—Supongo que siempre es bueno estar seguro de que tus reservas están bien abastecidas.
Emma se burló con una risa traviesa, y nuestra interacción estaba cargada de deseo y diversión, cada palabra y gesto reflejando la pasión compartida.
Una vez que Emma se vistió, con su microfalda de menos de 10 centímetros, decidí hacer lo mismo, siguiendo su sugerencia. Ambos estábamos listos para comenzar el día.
Emma me invitó a desayunar, y mientras caminábamos hacia la cocina, no pudo evitar dar pasos sensuales que hacían que su figura destacara aún más. Era pura tentación.
Con una sonrisa juguetona, Emma hizo comentarios jocosos:
—La noche pasada fue... interesante, ¿no crees?
La miré, admirando su belleza, y respondí:
—Interesante es una palabra suave para lo que compartimos, Emma. Fue apasionado y memorable.
Emma, con su mirada intensa y su cabello pelirrojo, era un espectáculo para los ojos. Su figura era provocativa, y su actitud desbordaba confianza y sensualidad.
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La vecina
Teen Fiction- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...