41. Emma, una máquina perfecta

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Estacioné el auto frente al departamento y me esforcé por tomar una respiración profunda, tratando de calmar el torbellino de pensamientos y emociones que me invadían. No podía permitir que Nick notara lo que realmente pasaba por mi mente. Tenía que mantener la calma y asegurarme de que se sintiera a gusto.

Entré al departamento con una sonrisa relajada, dejando el aire de tensión y misterio en el umbral de la puerta. Nick estaba sentado en el sofá, con un libro en las manos. Al verme, levantó la vista con una sonrisa débil.

—¿Todo bien, Emma? —me preguntó, dejando el libro a un lado.

—Sí, todo bien —respondí, intentando sonar natural—. Solo fui a hacer unas cosas rápidas. ¿Cómo estás?

—Mejor ahora que te veo —dijo Nick, levantándose para acercarse a mí.

Le di un cálido abrazo antes de dirigirme a la cocina. Abro la nevera y saco los ingredientes para preparar algo delicioso. Mientras trabajo, mis pensamientos siguen girando en torno a los hombres que agredieron a Nick. Imagino cada posible escenario para hacerles pagar por lo que hicieron. Es una obsesión que me consume mientras trato de mantener la apariencia de una mujer normal que prepara una cena tranquila.

—¿Qué estás preparando? —me preguntó Nick, entrando a la cocina.

—Un poco de pasta con salsa casera. Creo que te va a gustar —dije, sonriendo mientras comienzo a cocinar.

Mientras la salsa empieza a cocer a fuego lento, me siento con Nick para charlar y relajarnos. Trato de mantener la conversación ligera y agradable.

—¿Cómo va el libro que estabas leyendo? —le pregunto, removiendo la pasta con una cuchara de madera.

—Es interesante. Se trata de un misterio sin resolver. No puedo dejar de pensar en quién será el culpable —respondió, con un brillo de interés en sus ojos.

—¡Me encantan los misterios! —digo con entusiasmo—. ¿Te gustaría que viéramos una película en Netflix después de cenar?

—Suena bien. —dijo Nick—. Me vendría bien algo para despejar la mente.

Me dedico a preparar la comida, intercambiando miradas y sonrisas con Nick. Mientras tanto, en mi mente, los recuerdos de entrenamiento y las estrategias de venganza se mezclan con la imagen de mi amado. La dualidad de mi situación es abrumadora: por un lado, estoy aquí como la mujer que quiere mantener la normalidad para Nick, y por otro, soy la experta en el arte de la venganza decidida a hacer justicia.

—¿Te parece bien si vemos una comedia? —le pregunto, tratando de sonar despreocupada mientras sirvo la pasta.

—Perfecto, creo que necesito reír un poco —responde Nick, tomando un bocado de la comida y asintiendo con aprobación—. Esto está delicioso, Emma. ¿Cómo lo haces?

—Solo un poco de amor y paciencia —digo, sonriendo mientras me siento a su lado—. Me alegra que te guste.

La película comienza a reproducirse, pero mi mente sigue divagando hacia la venganza. Imagino cómo puedo encontrar a cada uno de los agresores, cómo puedo atraparlos y hacerles pagar de la forma más adecuada. La idea de hacerlos sufrir, de ver el mismo miedo que Nick experimentó, es una constante en mi mente.

—¿Te gusta la película? —pregunta Nick, notando que parezco distraída.

—Sí, está bien —digo, esforzándome por sonar convincente—. Solo estoy un poco cansada, creo.

—No te preocupes, cariño. —dice Nick—. Si necesitas hablar de algo, estoy aquí para ti.

Asiento, agradecida por su apoyo. Pero en el fondo, sé que debo actuar con rapidez. No puedo permitir que mi preocupación por él interfiera en mi plan. Debo encontrar una forma de hacer justicia sin que él se dé cuenta de lo que realmente está ocurriendo.

Mientras la noche avanza, mantengo una conversación ligera con Nick, mi mente un torbellino de pensamientos oscuros y estrategias de venganza. Sé que debo mantener la calma y asegurar la seguridad de mi amor, mientras me preparo para enfrentar al enemigo que atormentó a Nick. La misión que tengo por delante no solo es una cuestión de justicia, sino también de redención personal.

La vecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora