Me recosté en el sofá, con la mirada perdida en el vaso de whisky que sostenía en mis manos temblorosas. Emma se sentó a mi lado, observándome con una mezcla de preocupación y amor. Sentía el peso de sus ojos sobre mí, pero no podía reunir el valor para mirarla directamente. Mis ojos, enrojecidos y llenos de un dolor profundo, reflejaban los recuerdos oscuros que me atormentaban.
—Emma, necesito que entiendas por qué me puse así, y explicarte quién es Jack y por qué apareció así de pronto. No quiero mentirte en nada. —dije, mi voz apenas un susurro.
Emma me tomó la mano con suavidad, sus dedos acariciando mi piel fría y húmeda. Pude sentir el peso de sus palabras antes de que las pronunciara, la preocupación que cargaba dentro de ella.
—No tienes que contarme si no estás listo, amor —respondió Emma, con su voz llena de ternura y preocupación—. No quiero que revivas ese dolor si no es necesario.
Negué con la cabeza, mi mirada fija en el whisky que apenas había tocado. Las lágrimas amenazaban con derramarse de mis ojos, pero las contuve, decidido a enfrentar mis demonios.
—Quiero que lo sepas todo, Emma. Necesito que comprendas quién soy y por qué me siento tan lleno de sombras —dije, mi voz quebrándose ligeramente—. Esa noche, Jack me quitó algo más que mi dignidad. Me arrebató mi humanidad.
Emma me observó en silencio, su corazón latiendo con fuerza mientras me escuchaba. Sentía mi dolor como si fuera propio, y deseaba con todo su ser poder aliviarlo.
—Nick, eres una maravilla, un ser lleno de luz y amor. No dejes que esos recuerdos te definan —dijo Emma, sus ojos llenos de sinceridad y amor—. Me tienes a mí, y siempre estaré aquí para ti.
Levanté la vista, encontrándome con los ojos de Emma. Por un momento, me sentí inundado por la calidez y la seguridad que ella me ofrecía. Pero el peso de mi pasado seguía aplastándome, impidiéndome aceptar esa luz.
—No lo entiendes, Emma. Me siento ajeno a todo, incluso a ti. Esas sombras me persiguen cada día, cada noche —dije, mi voz temblando mientras intentaba contener las lágrimas—. No sé si alguna vez podré ser la persona que mereces.
Emma se inclinó hacia mí, tomando mi rostro entre sus manos y obligándome a mirarla a los ojos. Sus dedos acariciaron suavemente mis mejillas, limpiando una lágrima que finalmente se escapó.
—Nick, no importa cuánto dolor lleves dentro. Yo estoy aquí, y no voy a dejarte solo. Juntos, podemos enfrentar esas sombras y encontrar la luz —dijo Emma con firmeza, su voz llena de determinación—. No te rindas, amor. No estás solo.
Cerré los ojos, dejando que las palabras de Emma penetraran en mi corazón. Sentía su amor como un bálsamo, aliviando el dolor que me consumía. Tomé una respiración profunda y, por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de esperanza.
—Gracias, Emma. Gracias por estar aquí, por no rendirte conmigo —dije, mi voz más firme—. Te amo.
Emma sonrió, acercándose para darme un beso suave en los labios. Sus manos seguían sosteniendo mi rostro, llenándome de calidez y amor.
—Te amo, Nick. Y siempre lo haré —susurró Emma, su voz llena de promesa.
Nos quedamos en silencio, abrazados, dejando que la calidez de nuestro amor nos envolviera. Aunque el camino por delante era incierto y lleno de desafíos, sabíamos que juntos podíamos enfrentarlo todo.
—Emma, ¿quieres saber más de lo que pasó esa noche? —pregunté, buscando su mirada. Necesitaba asegurarme de que realmente quería escuchar el resto de mi historia.
Emma asintió lentamente, su expresión era serena pero determinada.
—Sí, Nick. Quiero saberlo todo, pero solo si es algo que tú también deseas compartir. Mientras todo sea de común acuerdo —respondió, su voz suave pero firme.
Sonreí, sintiéndome aliviado por su comprensión y apoyo.
—No hay nada forzado ni obligado, Emma. Te lo contaré porque confío en ti y quiero que entiendas todo lo que me ha llevado a ser quien soy hoy —dije, apretando su mano con cariño.
Lo que no sabía en ese momento era que, dentro de Emma, se estaba gestando algo oscuro y lleno de venganza. Una sombra que no descubriría hasta mucho más adelante.
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La vecina
Подростковая литература- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...